DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUé FRANCISCA RODRíGUEZ?
› Por Mariana Carbajal
Vive en el pueblito rural de Lampa, al norte de la salida de Santiago, Chile. Tiene 75 años y desde niña trabajó la tierra. Sus primeras tareas fueron faenas de recolección de legumbres. Y del rastrojo, los restos de la cosecha, que eran la base de la alimentación en su hogar. A los 14 años ya era la persona de la familia que abastecía la casa. Francisca “Pancha” Rodríguez se involucró desde muy joven con la organización sindical y, fundamentalmente, de mujeres. Hoy es una reconocida líder internacional de movimientos campesinos, feminista y política. Fundadora y vocera de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (Anamur), además es representante regional de la Articulación de Mujeres Rurales que forma parte de la Coordinación Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC). E integrante alterna de la Comisión Internacional de La Vía Campesina, en la actualidad uno de los movimientos sociales internacionales más importantes –agrupa a millones de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, pueblos sin tierra, indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo– con un fuerte discurso de defensa de la soberanía alimentaria, contra las políticas económicas neoliberales, y el modelo capitalista. Pancha levanta las banderas de la agricultura sostenible a pequeña escala como un modo de promover la justicia social y la dignidad y se opone firmemente a los agronegocios y las multinacionales que “destruyen la Naturaleza y nuestras tierras”. En la extensa charla con Página/12, que transcurrió en Estambul, donde fue expositora en el 12 Foro de la Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID), contó sobre otra lucha: la que viene dando hace décadas por incorporar la perspectiva de género en las organizaciones campesinas. La primera conquista en La Vía Campesina fue la incorporación del lenguaje no sexista en los documentos. Y después vino la paridad en la CLOC, donde –dice–, casi sin que los dirigentes varones se dieran cuenta, consiguieron una cuota del 50 por ciento para las mujeres en cargos de conducción. “Los pueblos del campo sufrimos cada vez más la violencia por parte del capital. Expropian nuestra producción, explotan nuestro trabajo, nos expulsan de la tierra, nos envenenan día a día, desprecian nuestra cultura y nuestros saberes, criminalizan nuestras organizaciones y luchas. Las mujeres somos agredidas además por la cultura patriarcal que sirve de fundamento al capitalismo. La agresión cotidiana ha enfermado a muchos y erosionado valores y formas de convivencia, haciendo que muchas veces la violencia se instale al interior de nuestras familias. Junto con enfrentar la violencia del capital debemos enfrentar la violencia doméstica, que nos convierte a mujeres y niños en las principales víctimas y constituye otra de las formas perversas de aniquilarnos”, dice Pancha de viva voz, en los foros internacionales.
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