DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUé MIA COUTO?
› Por Patricio Porta
António Emílio Leite Couto nació en Beira, Mozambique, en 1955, cuando el imperio portugués comenzaba a desmoronarse. Sus padres habían abandonado un Portugal empobrecido y gobernado por el dictador António de Oliveira Salazar, en busca de un nuevo hogar donde tener y criar a sus futuros hijos: los Couto cambiaron el viejo continente por una colonia al sur de África. António Emílio creció en una tierra que luchaba por su identidad, entre los relatos de su progenitor –un periodista y poeta comunista comprometido con la independencia de Mozambique– y la compañía de un grupo de gatos que visitaba la casa familiar. La primera decisión que tomó fue adoptar la onomatopeya felina como nombre. Desde entonces se haría llamar Mia, en homenaje a los maullidos de sus amigos de cuatro patas de la infancia.
De manera involuntaria, seguiría los pasos de su padre. Se mudó a la capital, conocida actualmente como Maputo, e inició sus estudios de medicina en la Universidad de Lourenço Marques. Pero el país ya estaba convulsionando. A los diecisiete años se unió al Frelimo, la guerrilla que desafió a Lisboa, obtuvo la independencia y es hoy el partido más grande y votado. La organización le encomendó la dirección de la agencia oficial de noticias de una nación apenas liberada. Siguió trabajando como periodista en la revista Tempo y en el diario Notícias hasta 1985, en medio de una guerra civil que devastó Mozambique y mató a un millón de personas.
Encontró en la poesía y en la literatura una forma de procesar la realidad, en un país donde la sangre y la desesperación alimentaban a toda la población. El primer libro de su autoría, Voces anochecidas, fue publicado en una edición muy rústica, según contó el propio Mia Couto. No tardó mucho tiempo en convertirse en el escritor más famoso de Mozambique. Con Tierra sonámbula ganó lectores y reconocimiento en los países de habla portuguesa. Un río llamado tiempo, una casa llamada tierra, El último vuelo del flamenco y Cronicando lo consolidaron como el africano más leído en Luanda, San Pablo y Lisboa. En 1999, Portugal le otorgó el Premio Vergílio Ferreira. El Premio Camões, el principal de la comunidad lusófona, llegaría en 2013. Al año siguiente fue reconocido con el Premio Internacional Neustadt de Literatura, galardón que Gabriel García Márquez y Octavio Paz recibieron previamente.
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