Lun 02.10.2006

DIALOGOS • SUBNOTA  › ¿POR QUE ORHAN PAMUK?

Un lúcido eslabón

› Por R. M.

Es el escritor turco más famoso, y su nombre suena para el Premio Nobel. Hace unos meses fue procesado por mencionar en una entrevista la matanza de armenios y kurdos llevada a cabo por los turcos en 1915.

He aquí un hombre que, con bastante probabilidad, ganará el Nobel de Literatura en los próximos años: en primer lugar, porque es un escritor original y poderoso, pero además porque, como figura progresista y lúcido eslabón entre Oriente y Occidente, cumple a la perfección el perfil político de un galardón cada día más descaradamente politizado. He aquí también una persona con un inusitado afán controlador; los primeros cinco minutos, nada más encontrarnos, me somete a un férreo y minucioso interrogatorio: ¿No viene un fotógrafo con usted? ¿Entonces qué fotos van a utilizar? ¿Dónde va a salir la entrevista? ¿Cuántas páginas ocupará? ¿Va a ser una entrevista o un perfil? ¿Será todo pregunta y respuesta, o habrá textos escritos por usted? ¿Sólo un texto al principio o también observaciones intercaladas entre las preguntas? En más de treinta años de profesión nunca me había encontrado un entrevistado tan necesitado de saberlo todo.

Por otra parte, se diría que su afán controlador es bastante ineficaz. Para tenerlo todo de verdad bien atado, hubiera debido negociar la entrevista antes de hacerla. Esas cosas suceden: a veces se acuerdan previamente las fechas de publicación, las fotos, detalles así. Pero ahora que he atravesado medio mundo y he venido hasta Estambul para hablar con él, su capacidad de maniobra es más bien pequeña.

Nuestra cita ha sido inusual, como de espías de la Guerra Fría: yo debía tomar un barco a las 12.45 en un determinado embarcadero a las puertas del Bósforo y bajarme una hora después en una islita del mar de Mármara, en donde él estaría esperándome. Y ciertamente estaba: un poco retirado, medio oculto en las sombras, dejando que desembarcara todo el mundo. Alto y delgado, de huesos elegantes y aspecto juvenil (no aparenta sus 54 años), con penetrantes ojos verdes tras las gafas metálicas. Sin duda atractivo. Y también refunfuñón, impertinente e irritable. Al menos, a ratos. Este espléndido escritor tiene un carácter como de tormenta veraniega. De pronto ríe a carcajadas, bromea, resulta cercano y seductor. Y de pronto se convierte en un hosco gruñón.

Nota madre

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