DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUE FERNANDO LUGO?
› Por Mercedes López San Miguel
El ex obispo católico, de 56 años, es el candidato de la Concertación Nacional para los comicios de agosto de 2008 en Paraguay. Desde que se lanzó a la arena política en diciembre pasado y renunció a su ministerio sacerdotal, aduciendo que a partir de ese momento su “catedral era el país”, fue sumando altos índices de popularidad. Esa decisión encontró obstáculos tanto en la Iglesia como en las estructuras de poder. El Vaticano lo suspendió de sus deberes eclesiásticos y rechazó su pedido de ser laicizado. En una carta difundida el 1º de febrero, el cardenal Giovanni Battista escribió que Lugo “debe permanecer en el estado clerical” y agregó que la candidatura del obispo sería “motivo de confusión entre los fieles”. El partido gobernante colorado amenazó con impugnar su candidatura, bajo el argumento de que sigue siendo obispo. Precisamente, la meta del monseñor de San Pedro es interrumpir los 60 años de hegemonía colorada. Sin una estructura partidaria a sus espaldas, Lugo llamó a la oposición a aunarse para llevar adelante su proyecto de cambio. Los principales partidos, si bien al principio desconfiaron, poco a poco fueron uniéndosele –conscientes de que sin Lugo no llegarían a contrarrestar a los colorados–. Hoy día, la Concertación Nacional agrupa a su movimiento Tekojoja –“Igualdad”, encabezado por agrupaciones campesinas–, Paraguay Posible, liderado por su hermano Pompeyo Lugo –que se define de centro, un poco corrido a la derecha–; los tradicionales Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Patria Querida (PQ), las dos fuerzas de la coalición con más presencia en el Congreso, y el oviedista Unión Nacional de Ciudadanos Eticos (Unace). Para Lugo, las cuestiones ideológicas están en un segundo plano, en primer lugar está la convocatoria a un pacto nacional. Su alianza brega por “una democracia participativa, protagónica, que respete las decisiones populares”. Sus opositores buscan socavarle el apoyo a su candidatura de la clase media, que ha respondido positivamente a su discurso anticorrupción. Sus opositores señalan que Lugo haría virar a la izquierda a Paraguay y sentiría empatía con los gobiernos progresistas de la región. De hecho, Lugo ha reivindicado el ascenso al poder de Evo Morales en Bolivia y ve “interesante” al socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez. Fernando Lugo ha sido influido por la Teología de la Liberación, que surgió en América latina en los años ’60 y que sostiene que la Iglesia Católica tiene la obligación de defender a los oprimidos. Lugo les escapa a las etiquetas: no se ve a sí mismo como un “salvador” y actualmente cuenta con un 60 por ciento de popularidad. Paraguay tiene una brecha cada más grande entre ricos y pobres y sus ciudadanos muestran estar desilusionados con los partidos tradicionales. Ese es el capital político del “obispo de los pobres”.
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