Mié 08.01.2003

DISCOS

Lolo Micucci, la próxima gran cosa de la canción inteligente argentina

"Posdata" parece marcar la aparición de una figura de recambio para el terreno en que más trabajan Jorge Drexler y Kevin Johansen.

¿Puede un músico argentino hacer una canción beatle –de armonía beatle y tema beatle, de concepto beatle– y salir airoso? La respuesta de cajón es que no. Pero toda regla tiene su excepción y el disco Posdata, de Lolo Micucci, lo demuestra. El tema de la hazaña se llama "Ella es una beatle" y es una casi desconocida pequeña obra maestra en el género que ha desvelado a miles de músicos del mundo entero en los últimos cuarenta años, el de las canciones herederas de la firma Lennon-McCartney. El tema no es bueno porque Micucci haya utilizado al modo de una orquesta aleatoria una veintena de compases de "Un día en la vida" o sampleado la voz de John Lennon para utilizarla como efecto. Lo es porque el compositor e intérprete consiguió el absolutamente infrecuente logro de una canción con alma beatle, que impacta con la naturalidad del homenaje casual.
Micucci es un músico conocido en el ambiente de los profesionales argentinos, pero aún desconocido para el público masivo. Tocó y grabó con Liliana Herrero –que incorporó a su repertorio "Dicen", su tema homenaje a las Madres–, con Antonio Birabent, con el Chango Nieto (a quien considera "el Iggy Pop del folklore"), con Luciano Pereyra y con Moris, entre muchos otros artistas, pero apenas si ha tenido tiempo para el desarrollo de una carrera solista. Grabó su primer disco, Otoño, en 1998, y hoy lo ve como desordenado y desparejo. Tiene razón. El segundo, Posdata, es para la calidad de la música que se produce hoy en la Argentina, algo así como un lujo. Eso no significa que los gerentes artísticos de las compañías se hayan dado cuenta de eso y se estorben por contratarlo. Pero eso es a la calidad de la música un detalle menor, si se tiene en cuenta que Mercedes Sosa no tiene contrato discográfico (en la misma condición murieron Roberto Goyeneche y Atahualpa Yupanqui), que a Fito Páez lo echaron de una compañía cuando ya tenía listo el material de Tercer Mundo y que lo propio le pasó a Divididos antes de La era de la boludez.
Lolo Micucci es un Jorge Drexler en potencia, para el mercado discográfico argentino: tiene las canciones, pero hace falta que alguien con poder de decisión las descubra. Como Drexler, ha escuchado más música brasileña que la mayoría del resto de los compositores rioplatenses, y sabe cómo procesar esa influencia sin sonar ridículo o colonizado. Como Drexler, ha completado la asignatura Joaquín Sabina –que es el cruce entre Leonard Cohen, Jacques Brel, Bob Dylan, Joan Manuel Serrat y la cultura de los tóxicos– y logrado egresar sin demasiados daños colaterales. Como Drexler o Kevin Johansen, trabaja un formato de canciones populares inteligentes intervenidas por la cultura electrónica, las técnicas de sobregrabación y un criterio contemporáneo, es decir de principios del siglo XXI, para tratar cada tema como un mundo sonoro diferente. De hecho, en canciones como "Posdata" Micucci parece traer a la memoria el perfil más ominoso y sobrecargado de sensaicones de las canciones de Fito Páez en la era de Ciudad de pobres corazones, y en El siglo va, en que Moris canta como invitado, lo suyo parece apuntar al rumbo de la canción progre alla Ismael Serrano, que los musicalizadores de AM y televisión gastarán el día que conozcan.
Así como este tecladista y arreglador egresado del Conserva-torio de La Plata se pregunta en "Ella es una beatle" "¿Adónde va lo que amamos una vez?", es dable preguntarse cómo es posible que canciones como las mencionadas, la impecable "Corazón" o "Secretos compartidos", permanezcan en el limbo del elogio a granel de unos pocos, cuando su destino es la masividad. Pero ese razonamiento no puede ser desesperante: cuando las canciones están, los planetas de la difusión tarde o temprano se acomodan, porque las buenas canciones tienen la virtud de parecer necesarias y siempre habrá un público para ellas. En lolomicucci.com.ar, el melómano impaciente encontrará más información sobre un músico que en cierto ambiente –por eso llena todas sus presentaciones y vende sus discos por en base a un banco de datos en Internet– es un secreto a voces. El que pueda con la impaciencia y consiga Posdata, se dará una panzada de canciones que se quedan a vivir con uno.

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