DISCOS
› “A FOREIGN SOUND”, EL NUEVO DISCO DE CAETANO VELOSO
Variaciones tropicalistas
El músico bahiano impregna su estilo inimitable en clásicos de la música popular estadounidense, desde el Summertime de Gershwin hasta Come as you are de Nirvana. Y en ningún caso sale perdiendo.
› Por Fernando D´addario
La carrera de Caetano Veloso –sinuosa y generalmente provocativa– ha llegado a un punto en que la famosa antropofagia cultural brasileña cambia radicalmente de sentido: después de la absorción, el hibridaje y los cruces genéricos que alimentaron durante años a la MPB, ahora es Caetano el eje de circulación y es su magia la que nutre a los otros géneros, inclusive los clásicos.
Su nuevo disco, A foreign sound, da cuenta de ello de un modo delicado (como todo lo que toca Caetano) pero contundente. Está planteado como una suerte de homenaje a la música popular estadounidense, con la amplitud que esa inquietud sugiere: allí cabe desde el blues hasta el grunge, pasando por el jazz y el soul. El músico bahiano prefirió, antes que centralizar su interés en algún período o en algún subgénero, encarar indefinidamente –casi despreocupadamente– eso que “lo norteamericano” tiene de universal, pero inoculándole su propia marca irreversible. Lo que salió no fue un disco de música popular estadounidense sino un disco de Caetano, y acaso allí radique su mayor mérito.
Suena casi a lugar común repetir que las veintidós canciones de este CD están atravesadas por el buen gusto; que la dirección musical de Jacques Morelenbaum enriqueció esa intuición animal que anima a Caetano; que el repertorio elegido es exquisito. Lo que hace de A foreign sound un disco especial es el modo en que influye sobre los materiales recibidos, ya sean éstos canciones de Cole Porter o de Nirvana, Gershwin o Stevie Wonder. Vale como ejemplo Come as you are, uno de esos temas de Kurt Cobain que parecen clausurar en su radicalidad cualquier otra mirada. Caetano apeló a una lectura minimalista y operó por sustitución: donde había épica aportó melancolía; donde Cobain se desgarraba, el brasileño optó por el susurro. Los arreglos de guitarra de Pedro Sá, notables, enturbian la linealidad armónica de una canción que ahora pasa a ser otra cosa, inclusive vuelta a escuchar en la voz de Cobain.
Caetano adopta un tono de falso glamour cuando aborda clásicos como Smoke gets in your eyes y hace como que juega cuando se interna en territorios más experimentales (por ejemplo en Detached, de Arto Lindsay); cuando canta Love for sale, de Cole Porter, fuerza una interpretación casi referencial, que convierte a la canción en una especie de plegaria profana. Y alcanza su máxima dimensión cuando se sumerge en esa joya de la música del siglo XX que es Summertime.
Debe decirse, también, que el señor Veloso representa algo (en rigor, tal vez sólo se represente a sí mismo) que excede la ligereza de un puñado de bonitas canciones. En su actitud, Caetano crea. Exorciza prejuicios propios y ajenos, como lo hizo en su momento grabando Cambalache, Eleanor Rigby (Beatles) o Nine out of ten, que homenajeaba al reggae antes de que Eric Clapton lo hiciera explotar comercialmente. En sus cuarenta años de trayectoria siempre intervino sobre la música en inglés, que fue tan importante como la bossa nova para el tropicalismo. Ahora quizá la música estadounidense necesite un poco de “tropicalismo” en su sentido más amplio: el de mirar hacia adelante con los elementos que se tiene. En 1967, Caetano decía: “Mi inspiración no quiere vivir más en la nostalgia de tiempos y lugares. Al contrario, quiere incorporar esa nostalgia en un proyecto de futuro”. Podría haberlo escrito para este disco.