Mié 21.07.2004

DISCOS  › “N’AWLINZ: DIS DAT OR D’UDDA”, LO NUEVO DE DR. JOHN

En el barro de New Orleans

Para el homenaje a su ciudad, el pianista se rodeó de músicos que son leyenda en la historia musical. El resultado eriza la piel.

› Por Eduardo Fabregat

“Para la música, no hay ningún lugar como New Orleans. Los pioneros están aquí. Nosotros construimos la casa: podrán redecorarla, pero nosotros somos la piedra basal.” La frase suena a pura soberbia, pero contiene varias verdades. Y su autor tiene suficientes diplomas: desde 1947, el trompetista, productor, arreglador y compositor Dave Bartholomew fue acumulando un catálogo de más de 4000 canciones, que incluyen una buena porción de títulos para el legendario Fats Domino. Entonces, sí, Bartholomew es una de las piedras basales de esa espesa mezcla musical que reina en New Orleans. Y es también uno de los nombres involucrados en N’awlinz: Dis Dat or D’Udda, el nuevo disco de otro personaje bien embarrado en las aguas del Mississippi. Un tipo nacido como Mac Rebennack pero mucho más conocido como Dr. John, inestable monje vudú que, a la hora de su nuevo disco, concretó uno de los mejores soundtracks para el Mardi Gras, el frenético carnaval del sur estadounidense. Una pieza de brujería musical a la que es difícil resistirse.
¿Y por qué Dr. John interpreta tan bien esa mezcla de jazz, rhythm and blues, psicodelia, boogie, funk y texturas africanas inevitables en la que fue la gran puerta de entrada de esclavos a Norteamérica? En primer lugar, porque Mac nació allí, en noviembre de 1940, y porque New Orleans fue el escenario de sus años formativos, cuando en los ‘60 trajinaba sin parar estudios y boliches de toda clase, tocando el piano y la guitarra y cruzándose con leyendas como Earl Palmer, simplemente considerado “el mejor baterista de N. O.”. Claro que esa escena tenía su componente de peligro, y así fue como en una pelea de bar recibió un balazo en la mano. Imposibilitado de tocar la guitarra, Rebennack huyó a Los Angeles y terminó trabajando para el exitoso dúo Sonny & Cher, que retribuyó en parte sus servicios cediéndole horas de estudio para que registrara el fundacional Gris Gris de 1968. Y ya no era ese pibe Mac, sino Dr. John Creaux, The Night Tripper: un personaje inspirado en Dr. John Montaine, un habitante de New Orleans que afirmaba ser un rey africano y conocía bien los senderos del vudú y la magia negra.
Desde entonces, la carrera del pianista y cantante se internó en el terreno del culto, arrastró a fans de la talla de los Stones, Dylan y Zappa y tuvo sus altas y bajas. Pero la esencia oscura de su personaje impregna todo lo que hace, sea un disco de covers pop, el impecable Anutha Zone o la formidable relectura de Ellington plasmada en Duke Elegant. En este disco, por añadidura, la intención es ir al hueso de la música de New Orleans. Más allá del slang del título (traducible como New Orleans: this, that or the other, “esto, aquello o lo otro”), en este viaje al pantano aparecen músicos fundamentales de la escena, como Bartholomew (que le saca lustre a la trompeta en la arrastrada The Monkey), Earl Palmer y el notable percusionista Smokey Johnson, varios ensambles de voces para el asombro y, sobre todo, Wardell Quezergue, un arreglador tan eficaz para los vientos como para las cuerdas.
Así, la Armada Invencible del Missisippi reclutada por Dr. John desborda la compactera de calor y color, pasando de la alegre carga percusiva del Mardi Gras (en la relectura de Lay My Burden Down), al tono funerario que adopta el clásico de clásicos When The Saints Go Marching in (coloreado por la sensual voz de Mavis Staples), y de allí al soul borrachín de Chickee le pas, Hen layin’ rooster (donde aparece otro invitado célebre, B. B. King, curiosamente sólo en voz) y St. James Infirmary, pasando por el formato más cercano al soul blanco –una sensación reafirmada por la presencia de Randy Newman– de I Ate up The Apple Tree. Así hasta llegar al melancólico cierre de I’m Goin’ Home, donde el piano de Mr. Rebennack, las Wardell Quezergue Strings y las voces femeninas de The Creolettes se terminan conjugando para una despedida cargada de premoniciones. Invocando a los espíritus vudú de New Orleans, que no pueden menos que festejar que Dr. John, el Viajero Nocturno, haya vuelto a casa.

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