En el año 2000, el grupo argentino Attaque 77 grabó el que probablemente sea su mejor disco, Otras canciones. El grupo que lideró la segunda oleada del punk en la Argentina se dio el gusto, en ese trabajo, de hacer públicas versiones de canciones surgidas en la sala de ensayo. La mirada de la banda de Ciro Pertusi hizo lo mejor que puede hacer una mirada artística: iluminar. Attaque descubrió que “Callejero”, de Alberto Cortez; “No me arrepiento de este amor”, de Gilda; “Amigo”, de Roberto Carlos, o “Soy rebelde”, de Manuel Alejandro –inmortalizada por una versión de Jeanette–, eran susceptibles de una lectura diferente, que podía hacerse pública. Es decir que el grupo concretó lo que el jazz considera normal y hasta casi obligatorio: que la versión sea una creación. Del otro lado de la Cordillera de los Andes, a alguien le pareció que el truco podía funcionar también en Chile, y algo similar hicieron Javiera Parra y Los Imposibles, en un disco que acaba de aparecer en la Argentina.
El título del disco, AM, parece explicar un patrón que el de Attaque obviaba: el origen de todas las versiones es la radio, al menos la radio que se escuchaba hasta la década del ‘80, esa gigantesca y permanente propaladora de canciones de moda. En toda Latinoamérica –los brasileños Caetano Veloso y Adriana Calcanhotto han hecho obra a partir del asunto–, durante mucho tiempo, la principal fuente de información musical para millones de personas sin posibilidad poder de pagar para asistir a conciertos, fue la radio, especie de batidora gigantesca en que los temas y los intérpretes se mezclaban y superponían, a veces sin ningún criterio ordenador. Millones de personas pueden cantar, por eso, canciones cuyos títulos y autores desconocen. Millones vinculan esas canciones con situaciones concretas: la cocina de su casa, el living de la abuela, el garaje de los padres de un amigo, un club en que se bailaba hasta las 2, los viernes o sábados.
Javiera, que es nieta de Violeta Parra, eligió un criterio más “moderno” que el de Attaque 77 de relacionarse con las canciones que son parte de su memoria emotiva: los lenguajes de la música electrónica, el mundo de los DJ’s y los toques lounge van rotando en las diez interpretaciones de AM. Pero, más allá de eso, como cuando el rock argentino homenajeó a Sandro –en un disco en que también hay una versión de Javiera–, la clave del trabajo es el reconocimiento a canciones inoxidables, que habitan un lugar que no sabe de los patrulleros de la cultura. Escuchar “Procuro olvidarte”, otro temazo de Manuel Alejandro, en la versión susurrante de Javiera, invita a pensar, también, sobre si aquello que podía sonar cursi en cierto contexto continúa siéndolo cuando el contexto ha variado. “Detalles”, de Roberto Carlos, siempre fue, en cambio, una gran canción, y el bolero que llevaba implícito la versión original explota en los siete minutos de Los Imposibles. “A ti” es otro de esos temas que sacuden la memoria, que borra los intérpretes o los autores, pero difícilmente olvide su crescendo melodramático, esa declaración de amor que trepa hasta el sol, tras haberse detenido en la belleza, las verdades, el pasado, los secretos, la intimidad, el calor, la noche, las flores, la locura, los silencios, la ingratitud, la traición, el tiempo, el humor, la fe, la tierra, el reproche, el perdón, la guerra y la paz.
Como una broma, o casi, Javiera y los suyos suman a la colección un tema en inglés, “Eyes Without a Face”, que el rocker Billy Idol popularizó en los ‘80. La broma es que el tema parece más cercano en el afecto y más próxima en la lógica al sitio desde la cual se interpreta este repertorio. Hasta que se lo piensa, hasta que se lo traduce, hasta que se lo escucha otra vez. En ese marco, de Manuel Alejandro a Billy Idol, la distancia es la que determinan dos marcas diferentes de anteojos oscuros.