ECONOMíA › REPORTAJE A EDUARDO BUZZI, PRESIDENTE DE FEDERACION AGRARIA
Uno de los protagonistas de la protesta contra las retenciones llama a dar pelea “con la mayor virulencia”. Asegura que su entidad, antes cercana al Gobierno y ahora enfrentada, no es funcional a “los liberales de CRA y Sociedad Rural”. Critica la concentración.
› Por David Cufré
Eduardo Buzzi pasó de ser un dirigente cercano al Gobierno a defender las posiciones más duras contra la política agropecuaria. Aquí, sus razones.
–¿Las entidades del campo podrían declarar el lockout por tiempo indeterminado?
–Es una posibilidad. Los productores lo piden. El Gobierno no puede seguir con esta actitud autoritaria. En la manifestación del viernes había más de mil personas gritando que querían el paro por tiempo indeterminado. Yo represento a esa gente. Hay condiciones para seguirla. La gente dice: vamos a la confrontación con todo o nos pasan por arriba. Están dispuestos a pelear porque son los sobrevivientes de los ’90. Estuvieron al borde del precipicio y no quieren volver ahí.
–¿Y qué pasaría si más allá del paro por tiempo indeterminado el Gobierno no diera marcha atrás con las retenciones móviles?
–Puede ser un escenario complicado. Los barcos en el puerto no podrán cargarse, la carne no llegará a las ciudades. Puede ser una situación muy fea, un caos, que no sería provocado por nosotros sino por la intransigencia del gobierno.
–¿Se justifica llegar a un escenario tan grave?
–Es que estamos viviendo una agresión sobre los productores pequeños y medianos. Las retenciones móviles son el detonante de la protesta, pero el fondo de la cuestión es la aplicación de una política que está creando las condiciones para una concentración de la agricultura que nos deja fuera de juego. Necesitamos un modelo de producción agropecuario que reconozca al pequeño y mediano productor como actor principal del desarrollo de los pueblos del interior. En lugar de ello, profundizan una agricultura sin agricultores.
–¿Por qué las retenciones son una agresión?
–Como no se prevén reintegros o mecanismos diferenciales para los pequeños y medianos productores, se transforman en un instrumento de saqueo. Si hubiera un reintegro estatal para los productores de 1000 a 1500 toneladas de soja o de maíz o de trigo, que abarcara al 80 por ciento de los productores pero al 40 por ciento de la producción total, la situación sería distinta. Se dejaría afuera a los pools de siembra, a los inversores financieros y se desalentarían los procesos de concentración.
–¿Los pequeños y medianos productores están ganando o perdiendo dinero?
–Estábamos ganando plata con el esquema hasta el martes pasado. Ahora que subieron las retenciones, nos retrotrajeron a situaciones similares a las vividas en la década del ’90: nos subieron los costos y nos bajaron los ingresos. Si no tenemos escala, no podemos sobrevivir. La actividad queda para el que tiene escala.
–La gran diferencia con la década del ’90 es que el pequeño productor no sufre el remate del campo, sino que lo alquila a precios inmejorables.
–Sí, la diferencia es que no tenemos que vender. Pero nos llevan a tener que alquilar, nos convierten en rentistas, en mano de obra ociosa, en lugar de actores dinámicos en el proceso de desarrollo de los pueblos del interior. Deberíamos estar poniendo vacas, cerdos, tambos y generando empleo. Esa es la cultura que queremos desarrollar. Hay un problema económico, pero también hay un problema político y cultural con el campo.
–¿Usted dice que la ecuación económica no cierra para los más chicos?
–No es que no cierra, pero está al límite. Y no todos son iguales, hay situaciones muy diferentes en el campo. Decir que a todos nos va bien es lo mismo que decir que a todos los kiosqueros les va bien. Puede haber uno en calle Florida que venda mucho, pero otro a dos cuadras con otra realidad. Ahora para producir se necesita escala.
–Si no hubiera retenciones, ¿los precios internos se dispararían?
–No conozco argentinos que coman milanesas de soja todos los días. La soja y el girasol no tienen relación directa con la mesa del argentino medio. Está claro que la intención es recaudatoria, y que no hacen nada con los verdaderos responsables de los aumentos de precios de los alimentos. Al productor de leche le dan 80 centavos por litro y en la góndola se vende a 2,60. El gobierno debería apuntarles a los grandes actores de la intermediación: a los frigoríficos exportadores, a la industria láctea y a los exportadores de granos.
–En el caso del maíz y el trigo, las retenciones sirven para despegar los precios internos de los internacionales.
–Ahí sí. Estoy de acuerdo en que un poco de retenciones son necesarias en el esquema económico. Un poco, como las que había hasta enero de 2007, en torno al 20 por ciento. Pero las cosas se podrían discutir, consensuar. Podríamos decir, que tal si nos ponemos de acuerdo para que 2000 millones de pesos de los 12.000 millones que se llevan de retenciones al agro lo vuelcan a un plan quinquenal para la ganadería, para incentivar a los productores más chicos y a las producciones que generan empleo, como los tambos, los criaderos de cerdos o de pollos. Esto se lo expliqué mil veces a todo el gobierno, a Alberto Fernández, a Javier De Urquiza, a Felisa Miceli, a Edgardo Depetri. El único que lo entendió y que pensaba hacer algo es Miguel Peirano, que no por casualidad no es más ministro de Economía. Eso es progresismo y no saqueo. Por eso tenemos las posiciones más beligerantes que nos acercan a los liberales como Sociedad Rural o CRA. No somos lo mismo. No nos une el amor sino el espanto.
–¿Federación Agraria no es funcional a esas entidades?
–Si no nos diferenciáramos, sí. Ahora, si no diéramos la pelea no representaríamos a nadie. No somos liberales, no creemos en el libre mercado, pero la pelea hay que darla con la mayor virulencia.
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