ECONOMíA › LAS CUATRO ENTIDADES DEL CAMPO LEVANTAN EL LOCKOUT POR TREINTA DIAS PARA VOLVER A NEGOCIAR
En un masivo acto en Gualeguaychú, las entidades anunciaron que se bajan del lockout y de los cortes de ruta para retomar el diálogo con el Gobierno. El eje ya no son las retenciones, sino políticas para carnes, tambos y cultivos regionales.
› Por Raúl Dellatorre
Cumpliendo una estrategia cuidadosamente trazada, las cuatro entidades del sector agropecuario, en conjunto, levantaron ayer por treinta días el lockout que se aplicaba desde hacía tres semanas. Fue con un acto masivo y en un lugar emblemático: al costado de la ruta y en la zona donde tuvo lugar el corte de la Ruta 14, a la altura de Gualeguaychú. La foto de los cuatro máximos dirigentes de las entidades compartiendo escenario con el local Alfredo De Angeli, los discursos duros contra el Gobierno, pese a que se enmarcaban en la aceptación de la convocatoria al diálogo, y una concurrencia que compelía a las organizaciones a seguir juntas pese a las diferencias constituyen un mensaje cargado de simbolismo para las autoridades. Sin definiciones sobre cómo se armará la mesa de concertación con el Gobierno ni sus contenidos, entidades y autoridades se encaminan hacia una negociación cuyos alcances podrían exceder por mucho el punto de inicio del conflicto: las retenciones móviles a la exportación de soja, girasol, trigo y maíz. Aunque cada organización defiende y promueve planteos diferentes y hasta a veces contradictorios entre sí, estas distancias tratarán de ser disimuladas a la hora de sentarse a negociar, buscando preservar una unidad que pareciera estar amarrada por un muy delgado hilo.
Al cerrar el conflicto, las entidades quisieron mostrar estandartes de fortaleza en un encuentro nacido de la debilidad. El frustrado acuerdo con Alberto Fernández y Martín Lousteau del viernes 27 había dejado la amarga sensación en los dirigentes de quedarse sin nada en las manos para justificar el levantamiento del paro que, a esa hora, necesitaban. El lunes 30, el paquete de compensaciones a medianos y pequeños productores, lanzado unilateralmente, descomprimió el conflicto. Las cuatro entidades agropecuarias atinaron a ratificar la continuidad del lockout hasta ayer, sólo para tomarse tiempo y elegir la puerta de salida. En el Gobierno empezaron a respirar aliviados.
La salida fue propuesta por la Federación Agraria Argentina. Eduardo Buzzi, su titular, fue el dirigente más expuesto en el conflicto, como vocero del conjunto de organizaciones, pero además porque un representante regional de su mismo sector, De Angeli, emergió como líder de los “rebeldes” y autoconvocados que controlaban las rutas: duro confrontador con el Gobierno y fuerza de presión sobre la dirigencia rural empresaria. Por todo ello, el Gobierno eligió a Buzzi como blanco del vapuleo verbal.
Buzzi y su organización se vieron prácticamente compelidos a buscar una salida en la que no perdieran protagonismo y, al mismo tiempo, le permitiera cerrar el frente interno y la relación con las otras organizaciones. El mismo martes al mediodía le propuso a De Angeli convocar a una marcha hacia Gualeguaychú para resolver, desde allí y en el marco de la movilización, una “tregua” al conflicto. Invitó a las otras tres organizaciones a compartir escenario y la decisión. Aunque no del todo conformes, las tres entidades que compartieron el lockout aceptaron, pero no de inmediato. Buscaron alternativas, pero no las tenían. No podían resolver con un simple comunicado sin tomar en cuenta que los cortes de ruta no respondían ya “orgánicamente” a las entidades. No podían ofrecer un sitio alternativo a Gualeguaychú, sin riesgo de perder el control del propio acto. A lo largo de la tarde del martes, tras estas meditaciones, fueron llegando las respuestas a la sede de FAA. La primera en adherir fue Confederaciones Rurales Argentinas. Pero su principal filial regional, Carbap (Buenos Aires y La Pampa), marcó diferencias ya entrada la noche (después del discurso de Cristina en Plaza de Mayo), adelantando que levantaban la medida de fuerza.
La respuesta de Sociedad Rural y de Coninagro se demoró algo más. Ya desde el lunes a la noche, sus principales dirigentes, Luciano Miguens y Fernando Gioino, habían recibido insistentes llamados (algunos amables de Javier De Urquiza, los otros menos, de Guillermo Moreno) instándolos a levantar el paro. Estuvieron a punto de hacerlo el martes y no viajar a Gualeguaychú, pero finalmente optaron por no romper el “marco de unidad”.
La masividad de la marcha y los aplausos a los dirigentes le dio un broche ideal al evento. Federación Agraria abrió y cerró el encuentro, con De Angeli y Buzzi en el uso del micrófono en ese orden. Mario Llambías, de CRA, fue el encargado de anunciar la “suspensión del paro por treinta días para iniciar el diálogo”. Los aplausos le hicieron olvidar a Miguens y Gioino la incomodidad de su presencia ahí. Muchas críticas al Gobierno, repetidas alusiones a la “incomprensión”, una encendida defensa de “la histórica lucha” que consiguió hacer visible los problemas del campo, se repitieron en boca de varios oradores. “La lucha no termina, sino que abrimos un compás de espera para la negociación”, se entusiasmaron. El público acompañó coreando “Argentina, Argentina” y “Unidad”. De Angelis tomó nuevamente el micrófono para amenazar con ir, “la próxima vez, todos a la Casa de Gobierno” si no había respuestas (ver más en página 5).
Cuatro horas después de cerrado el acto, todavía no había contactos para conformar la mesa de negociación. Ni se conocían los representantes que nombraría la Presidenta. La agenda, se entendía, ya no sería en torno a las retenciones, sino la necesidad de discutir políticas específicas para la carne, la leche y el trigo, prioritariamente, y la sustentabilidad de la producción de otros cultivos regionales.
“Las medidas de compensación al pequeño productor están bien, pero no nos dicen cómo se aplican”, insistió ayer Buzzi. El Gobierno deberá decir cómo y encontrar mecanismos para mejorar la eficiencia administrativa para que le lleguen al pequeño productor. En definitiva, todas las medidas de apoyo a las unidades económicas más débiles requieren de una activa participación del aparato del Estado para su aplicación. Muchas veces, en áreas abandonadas por la regulación oficial hace años. En este punto, también puede haber roces y chispazos entre entidades que apuestan a un Estado fuerte y las que lo sueñan pequeño y lejano.
En política de carnes, posiblemente la mesa de concertación retome la discusión en el punto que la dejó a fines de febrero, cuando las entidades presentaron una contrapropuesta a la oferta hecha por el Gobierno, que ni siquiera llegó a ser debatida.
El Gobierno y el campo han vivido en conflicto permanente desde fines de 2005. Con estas tres semanas de paro, se llegó a un punto extremo. Ahora se presenta una nueva oportunidad para la negociación, con una novedad que puede resultar determinante: ahora, el conflicto está en conocimiento de hasta el último consumidor del país de alimentos o de transmisiones de TV en directo.
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