ECONOMíA › RECHAZA INCORPORAR ESTACIONES SIN BANDERA
Las estaciones que no pertenecen a una petrolera se encuentran en una posición desventajosa en el mercado. El Gobierno quiere ponerlas en igualdad de condiciones, medida resistida por Shell.
› Por Cledis Candelaresi
“Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír.” Con esta cita del prólogo de Rebelión en la granja, de George Orwell, Shell encabeza la carta con la que decidió resistir la política de embanderamiento de las estaciones de servicio independientes impulsada por el Gobierno. Los argumentos expuestos no cuidan los modales diplomáticos: sería “hipócrita” comprometerse a expandir la red de bocas de expendio cuando el combustible (en particular, el gasoil) apenas alcanza para abastecer a la propia. La misiva firmada por Juan José Aranguren fue enviada a los estacioneros horas después de la reunión que días atrás éstos tuvieron con otras refinadoras y con Guillermo Moreno para definir, entre otras cosas, la suerte de las estaciones sin bandera. Los representantes de la firma angloholandesa se retiraron de la mesa, tras una dura discusión con el secretario de Comercio Interior.
El encuentro tuvo lugar el viernes 11 de abril. También participaron los gerentes de Esso, Petrobras y Repsol, junto a los estacioneros. La cuestión a definir fue el abastecimiento de toda la red, incluyendo a las estaciones independientes. Estas, además del faltante, tienen que pagar más por el combustible que las agencias ligadas por un contrato de provisión con las refinadoras. Moreno propuso la solución al problema: que todas las blancas dejen de serlo.
La petrolera liderada por Aranguren fue la única que se resistió a asumir ese compromiso por las razones expuestas en una carta de distribuyó entre los expendedores el lunes siguiente. “Shell no dispone de excedentes y por lo tanto no exporta gasoil o diesel”, introduce. “Atendiendo al importante aumento experimentado por la demanda de combustibles en el mercado local..., prefiere privilegiar el abastecimiento de su red de bandera”, sentencia luego. “Toda otra muestra de voluntarismo (o hipocresía, si se me permite y no ofende el término) es ajena a la forma con que Shell Argentina conduce sus negocios en nuestro país y sería una forma de entretener la solución de un serio problema estructural que subsiste en el mercado local”, remata.
Aunque el resto de las refinadoras asumió ante Moreno el compromiso verbal de garantizar el abastecimiento y avanzar en la política de incorporar las blancas a su red, los propios expendedores creen que difícilmente se avance más allá del enunciado. El viernes pasado ya tuvieron reuniones con Petrobras y Esso y posiblemente esta semana tengan el encuentro con Repsol YPF. El plan original es llevarle a Moreno la semana entrante un resumen de lo tratado.
Las refinadoras siguen prometiendo trabajar sobre la incorporación de blancas a la red, aunque no hay progresos demasiado contundentes en este sentido. Lo más desalentador no sería la inversión necesaria para reconvertir a las independientes sino, básicamente, tener combustibles suficientes para proveerles, básicamente gasoil, que es lo que escasea, en particular en época de cosecha.
Shell ofreció una prueba de esa restricción en la carta firmada por Aranguren. “Estaciones de servicio de competidores de Shell Argentina han solicitado suministros a nuestra compañía ante la inminencia de la terminación del contrato de abastecimiento con su actual proveedor.” La refinadora estaba dispuesta a proporcionar estos datos en aquel cónclave, pero su abrupta partida lo impidió. “Es como el perro que se muerde la propia cola. Shell Argentina prefiere no contribuir ni compartir esta ausencia de sentido común”, reza el texto.
Movidos por el escepticismo sobre la posibilidad de que haya logros concretos, los expendedores proponen la vía más expeditiva de un acuerdo por el cual las refinadoras se avengan a venderles el combustible “al precio de mercado o competitivo”. La oposición de Shell al embanderamiento no hace más que reafirmar el papel de rebelde de esa compañía, enfrentada con el Gobierno. Es la que más ha resistido el control del Estado sobre los precios de los combustibles. Tampoco aceptó la obligación de abastecer el mercado importando gasoil a pérdida. Ahora, rechaza otro reclamo de Moreno. “No esperen que Shell Argentina avale el discurso único, particularmente cuando estamos convencidos de que el mismo es, además de poco democrático, carente del mínimo respeto que como seres humanos todos nos merecemos y nos debemos exigir”, clausura la nota.
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