Vie 25.04.2008
las12

10 años

› Por Marta Dillon

Amalgama

› Por Sandra Russo

Zona de privilegio

› Por Moira Soto

La otra puerta

› Por Andrea Andújar

Aquella habitacion

› Por María Alche

Conociendo mujeres

› Por Jorgelina Aruzzi

Lo que no quiero

› Por Mariela Asensio

La lectora fiel

› Por Cristina Banegas

Ser chica de tapa

› Por Felisa Pinto

La diferencia

› Por Silvia Augsburger

Códigos comunes

› Por Andrea Alvarez

¿Por qué no?

› Por Juliana Di Tullio

Ventaneras

› Por Ana María Bovo

La mitad visible

› Por Dora Codelesky

El lugar de las otras

› Por Diana Dowek

Sin modelos

› Por Dora Barrancos

Con puntos y comas

› Por Mariana Bianchini

La moda, sin presiones

› Por Victoria Lescano

Las molestas de siempre

› Por Soledad Vallejos

Lo más zarpado

› Por Esther Díaz

Registro del cambio

› Por Virginia González Gass

Alimento espiritual

› Por Adriana Lestido

La persistencia

› Por Noemí Frenkel

Las/12 y una más

› Por Angélica Gorodischer

Lo que falta, en otra parte

› Por Eva Giberti

Inspiración para la vida

› Por Juana Ghersa

Argentina: políticas de género en el área de la Defensa

› Por Dra. Nilda Garré

Manos insurrectas

› Por Roxana Sanda

Contra la indiferencia

› Por Susanna Moncayo

La paradoja

› Por Norma Morandini

El archivo de papel

› Por Liliana Hendel

Oasis

› Por Irene Meler

Solidaridades colectivas

› Por Diana Maffía

Apostolado

› Por Tununa Mercado

Provocaciones

› Por Leonor Manso

Poner el cuerpo

› Por Luciana Peker

Un clásico

› Por María Elena Naddeo

Desopilante

› Por Romina Ricci

Lejos de las supermujeres

› Por Silvia Naishtat

Aliadas

› Por Ana María Suppa

Cambio de roles

› Por Julieta Rimoldi

Una mirada disidente

› Por Marcela Rodríguez

Un espacio de síntesis

› Por Maria Mansilla

Reacciones en cadena

› Por Gimena Fuertes

Tan lejos y tan cerca

› Por Paula Carri

Público e íntimo

› Por Paula Viturro

Milagro cotidiano

› Por Alejandra Vasallo

Despertar mujer

› Por Patricio Contreras, Fito Páez, Daniel Fanego, Diego Lerman, Horacio Peña

A semejanza del más famoso adivino de la Antigua Grecia, Tiresias, quien después de ver en dos ocasiones a una pareja de serpientes copulando se convirtió primero en mujer y siete años después volvió a su condición de varón, cinco osados caballeros del mundo del espectáculo (es decir, de la representación) aceptaron el desafío de Las12 de imaginarse transformados temporariamente, de la noche a la mañana, en mujeres. “Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay un ser humano que no oscile de un sexo al otro”, escribió Virginia Woolf en su magnífica novela Orlando, y estos varones hacen un homenaje a su texto.

Para ver mejor

› Por Guadalupe Treibel

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