ECONOMíA › LAS ENTIDADES NO DESCARTAN LEVANTAR LAS MEDIDAS, ANTE EL RIESGO DE DESABASTECIMIENTO POR EL LOCKOUT DEL TRANSPORTE
La acción de las cámaras del transporte de cargas, bloqueando las rutas ante la imposibilidad de trabajar con los piquetes ruralistas, aceleró los tiempos. La Comisión de Enlace analizaría hoy si suspende las medidas de fuerza.
› Por Raúl Dellatorre
Más de cien cortes en las rutas de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, norte de Buenos Aires y sur de Chaco a manos de las cámaras de transportistas, amenazando impedir todo tipo de suministro que tuviera que hacer un recorrido de más de 200 kilómetros hasta su destino. El gobernador de Santa Fe llamando a levantar las medidas de fuerza para retomar el camino del diálogo, en un documento que fue suscripto por los mismos dirigentes que en el mismo momento de terminar la reunión aseguraron que no iban a dejar las rutas sin una oferta que los conformara. La Iglesia demandando “un gesto de grandeza” para aliviar tensiones e incluso el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti se sumó al reclamo. El Gobierno, por boca de la Presidenta y del ministro del Interior, volvió a la carga contra las entidades rurales en conflicto, cuestionando la legitimidad de las medidas y la mezquindad de su planteo. Con ese panorama, y tan diversos sucesos coincidiendo en un solo día, la primera impresión era que todo el conflicto se había salido definitivamente de cauce y se tornaba inmanejable. Sin embargo, precisamente la aparente pérdida de control de la situación por la Comisión de Enlace que venía piloteando la disputa llevó a que, al caer la tarde de ayer, surgieran posiciones, desde las propias entidades, que propiciaban el levantamiento inmediato de las medidas de fuerza. “¿Hay posibilidades de levantar las medidas?”, consultó ayer PáginaI12 a un representante de una de las cuatro entidades. “Hoy (por ayer), no”, respondió lacónico. “¿Y mañana (por hoy)?”, insistió este diario. “Un 50 y 50.”
No fue una jornada fácil para nadie. Pero, a diferencia de la mayoría de los 85 días anteriores, pareció serlo menos para los dirigentes rurales que para las autoridades oficiales. Eduardo Buzzi y Mario Llambías, titulares de las dos entidades que pilotean el lockout, arrancaron el día en San Nicolás, declarando ante los tribunales por una denuncia por obstrucción de rutas. La manifestación que los acompañó para respaldarlos no era, seguramente, la imagen que Buzzi hubiera preferido ver: Raúl Castells al frente de su “MIJD”, junto a Pedro Apaolaza, titular de Carbap, era como una síntesis del populismo conservador de la primera mitad del siglo pasado. Salieron de allí como entraron, rodeados de cámaras de televisión para lanzar discursos varias veces reiterados. De allí se fueron en auto hasta Rosario, donde se informaron que no podrían llegar a la ciudad de Santa Fe por ruta, por los cortes y filas de varios kilómetros de camiones estacionados sobre la cinta asfáltica.
El corto trayecto Rosario-Santa Fe, para llegar al encuentro con Hermes Binner, debió ser cubierto por vía aérea. Otra vez, cámaras y repetir discursos. Reunión y documento posterior llamando a la conciliación. Anuncio de Binner, con firma de las entidades. Otra vez las cámaras y lo insólito: Buzzi señalando que no estaban dispuestos a bajarse de las medidas si no había una propuesta del Gobierno que los conformara. ¿Y el pedido del gobernador de que “revean las estrategias del reclamo”? Un buen gesto de Binner, resaltó Buzzi, que otros gobernadores deberían imitar. Un aporte más a la confusión.
Dirigentes de la propia Federación Agraria tomaron contacto con directivos de los transportistas de carga para “pedirle el gesto” de liberar las rutas. La amenaza de desabastecimiento que supone la actitud de las empresas de carga es, para el conflicto del agro, como pisar a fondo el acelerador al entrar en una curva cerrada. El reclamo de Binner y de la Iglesia sugiriendo que dejen de lado las medidas de fuerza, es como levantarle un muro de piedra en la misma curva en lugar del guard-rail. En tales condiciones, la conclusión es sencilla: el conflicto corre, por estas horas, serio riesgo de estrellarse. Así lo vieron quienes ayer sugirieron levantar el pie del acelerador y no esperar hasta el lunes.
Prácticamente desde el 25 de mayo –quizá dos días antes–, el Gobierno ha decidido apostar al desgaste del conflicto. Tras lanzar las últimas modificaciones al sistema de retenciones móviles –bajando sólo las correspondientes a precios máximos de la soja–, se sentó a esperar. Recién ayer reapareció una alusión directa de la Presidenta al sector en conflicto. El trabajo político corrió, estas dos semanas, por cuenta de la conducción del PJ, es decir Néstor Kirchner: juntó a la tropa propia y marcó distancia con los díscolos, como Carlos Reutemann, Juan Schiaretti, Jorge Busti y Roberto Urquía. Ayer, pese a varios miles de camiones bloqueando el paso en un centenar de puntos de la red vial, a la amenaza inminente de desabastecimiento, a imágenes de camiones cisterna volcando la leche, el Gobierno se mantuvo en la estrategia de la “paciencia oriental”. Si la Comisión de Enlace hoy desiste de seguir con las medidas de fuerza, se iniciará otra etapa. Si no lo hace, el conflicto seguirá acelerando en plena curva. Y al filo del despeñadero.
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