La ya histórica disputa entre Aerolíneas Argentinas y los pilotos agrupados en APLA provocó una demora en la salida de los vuelos de dicha empresa a Roma y Madrid, que sólo pudieron despegar después de una intervención directa del secretario de Transporte. Las explicaciones de una y otra parte, como en ocasiones anteriores, son controvertidas. “Los copilotos no se presentaron a volar y tampoco comunicaron oficialmente la realización de una medida (de fuerza)”, indicaron fuentes de la empresa. Desde el gremio negaron que la demora, que anteanoche dejó varado a medio millar de pasajeros, tenga relación con medida de fuerza alguna. “No hay pilotos disponibles para volar, mientras la empresa sigue haciendo caja con la sobreventa de pasajes sin tener aviones ni pilotos para poder cumplir”, acusó Pablo Biró, vicetitular de APLA.

La firma española Marsans, accionista mayoritario de Aerolíneas, está en la mira del gremio de pilotos y comandantes de vuelo. Estos advierten que la política de la empresa llevará a que los mismos problemas que se presentaron antenoche se agraven con la llegada de las vacaciones de invierno. “Pretenden sacar a volar el Airbus 320 el 1º de julio, sin tener, siquiera, repuestos apropiados”, adelantó Jorge Pérez Tamayo, presidente de APLA.

El conflicto se resolvió habilitando la salida de los vuelos 24 horas después de lo previsto, pero sólo a través de un acuerdo político en el que los pilotos concedieron que personal en sus días de franco cubriera a otros que quedaban inhabilitados porque se había vencido el lapso sin entrenamiento. Según Pérez Tamayo, la empresa “no cumplió con el plan de entrenamiento del personal”, actualización imprescindible para cumplir con las normas regulatorias. El dirigente gremial asegura que el inconveniente es simple: “la empresa no paga los simuladores”, es decir el mecanismo en el que se desarrollan las prácticas.

Desde la empresa, sus voceros respondieron que el conflicto los tomó por sorpresa, porque los pilotos no se presentaron a cumplir su tarea ni dieron aviso previo. “Las aeronaves están en perfectas condiciones para volar, están paradas desde anoche (por el miércoles) en la pista.” En tanto, los pasajeros “fueron trasladados a hoteles, se les dio de comer”, hasta que ayer en horas del mediodía se les comunicó la hora de la partida, destacó Aerolíneas.

Para la aerolínea, la negativa de APLA a volar tiene origen en el fastidio que le provocó que la Fuerza Aérea les aplicara una multa –tanto al gremio como a la compañía– por no haber realizado un curso especial obligatorio de seguridad aérea. A partir de allí, afirman voceros empresarios, se generó la postura de rechazar las reprogramaciones de vuelos.

Aerolíneas confía que en pocos días tendrá en vuelo a los dos Air Bus 320 que trajo en leasing hace ya varios meses pero que todavía no pudieron despegar. Un primer inconveniente es que los pilotos habrían objetado a los instructores, según la versión que ambas partes daban hasta pocos días atrás. Para el sindicato, la cuestión ahora es que la empresa no tiene “ni los cuatro toboganes reglamentarios en condiciones”, mientras que para la compañía sólo se trata de “completar” en las propias aeronaves el entrenamiento que ya se habría dado en los simuladores instalados en España.

La puja entre APLA y los accionistas privados de Aerolíneas tiene como marco un inminente cambio en la composición societaria de la compañía, que modificará el peso relativo de cada parte. Aunque la incorporación del futuro accionista está aún en etapa de análisis.