ECONOMíA › LA VISION DE JORGE SCHVARZER, UNO DE LOS AUTORES DEL PLAN FENIX, SOBRE EL CONFLICTO RURAL
El economista de la UBA cuestiona el reclamo de los ruralistas porque dice que todos tienen rentabilidad, aun con las nuevas retenciones. Además, remarca que muchos trabajadores se solidarizan con estos empresarios porque no saben cuánto ganan.
› Por Fernando Krakowiak
Jorge Schvarzer es profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y uno de los autores del Plan Fénix. En diálogo con PáginaI12, criticó los argumentos que vienen repitiendo los dirigentes del campo para pedir una baja de las retenciones y afirmó que ningún productor sojero de la zona pampeana debería recibir reintegros porque todos tienen rentabilidad. Además, sostiene que muchos trabajadores de ingresos bajos y medios se solidarizan con la protesta sólo porque no saben cuánto ganan los empresarios rurales. “Cuando los maestros hacen huelga dicen ‘ganamos 1200 y queremos ganar 1400 pesos’. ¿Cuánto gana el señor De Angeli y cuánto quiere ganar? Es un misterio. El dice que pierde y por eso está en la ruta, pero nadie le pregunta cuánto gana”, remarca.
–¿La suba de las retenciones deja “afuera de la cancha” a los pequeños y medianos productores, como afirmó Federación Agraria al reclamar la segmentación?
–Lo primero que hay que destacar es que el precio de la soja osciló durante la década del 90 entre 200 y 300 dólares por tonelada. Recuerdo que cuando llegó a 300 dólares los productores estaban eufóricos y eso permitió la gran explosión de la soja. Luego siguió subiendo y ahora llegó a 600 dólares. El Gobierno subió las retenciones, pero a los productores les sigue quedando un ingreso superior a los 300 dólares por tonelada, el valor más alto que cobraron en los últimos 15 años. Este precio vale para todos los productores: los grandes, los medianos y los chicos. Por lo tanto, también los chicos están mejor que antes, aun sin reintegros.
–Ellos dicen que tuvieron que afrontar una fuerte suba de sus costos.
–Es cierto, el fertilizante aumentó mucho porque está vinculado al petróleo y el glifosato también subió, pero la incidencia de esos insumos en la producción de soja no es tan relevante como para modificar la estructura de costos. La suba no llega ni siquiera al 10 por ciento del costo total de producción.
–Federación Agraria sostuvo además que las nuevas retenciones dejan a los productores a merced de los pools de siembra que tienen una mejor economía de escala.
–La nueva tecnología modificó las prácticas productivas en el campo. Una cosechadora moderna, que vale 300 mil dólares, levanta 100 hectáreas en un día. Ningún productor de 100 hectáreas tiene posibilidad de tener una cosechadora. Por lo tanto, contrata a alguien que la tiene o alquila el campo. Entonces, aparecen contratistas que arriendan miles de hectáreas y operan en economías de escala. La imagen del pequeño productor propietario de su tierra queda reemplazada así por un pequeño propietario que alquila su campo y un contratista que trabaja. Las estadísticas muestran que los precios de la tierra en los últimos dos años subieron brutalmente a raíz de la rentabilidad que brinda la soja porque cuanto más rentable es el cultivo más toma como renta el propietario de la tierra y el productor gana su adicional. Algunos dicen que el productor paga un alquiler muy alto por la tierra y pierde plata. En un mercado normal si uno no gana no puede alquilar, pero si el precio del campo sube es porque el negocio sigue siendo rentable para el que alquila.
–Algún productor le podría responder que él no puede pagar el alquiler, pero el precio no baja porque los pools sí pueden pagarlo y avanzan.
–Hay pools, pero también hay una enorme cantidad de contratistas medianos y pequeños en la zona pampeana.
–Esos contratistas les alquilan a otros productores que, según su descripción, han pasado a ser rentistas, ¿se sabe cuántos dejaron de producir para vivir de rentas?
–Es un fenómeno importante. Tenga en cuenta que, según nuestras estimaciones, un productor de 100 hectáreas en la zona núcleo puede alquilar la tierra por 6 mil pesos mensuales. Es una cifra muy interesante para un pequeño productor, que encima puede disfrutar de tiempo libre. Si eso es lo que da de renta, queda claro que el negocio sigue siendo muy rentable.
–Según su opinión, entonces ni siquiera serían necesarios los reintegros.
–En la zona pampeana no son necesarios. Pueden ser necesarios en zonas marginales y donde la rentabilidad por hectárea es muy baja, pero esas zonas representan el 20 por ciento de la producción de soja. El resto está en zonas donde el rendimiento por hectárea y la distancia del puerto son razonablemente buenas. Piense que un productor que tiene 400 hectáreas y alquila cobra 24 mil pesos por mes sin trabajar. No parece un desgraciado.
–¿Entonces cómo se explica semejante protesta?
–Entre muchos productores hay una sensación de haber sido abandonados, pero creo que tiene que ver con otra historia. El campo pasó años muy malos en la década del ’90, cuando cerraron el 30 por ciento de los establecimientos agropecuarios y ahora hay algunos que sienten que es el momento para recibir una retribución que compense todos aquellos sinsabores porque los precios lo permiten. Quieren ganar más porque antes han perdido, pero eso no fue culpa de este gobierno, aunque sin duda ha habido errores en la política oficial. Hubo errores en la política de carne y lácteos.
–¿El Gobierno generaliza los reintegros para los productores no porque esté convencido de hacerlo sino por el lobby de las entidades rurales?
–Seguramente, porque el precio subió para todos los productores. Hay que tener en cuenta que el precio de la soja, descontadas las retenciones, es mejor ahora que cuando sembraron. Lo que pasa es que en febrero, antes de la última suba de retenciones, el ingreso nominal que percibían era más alto. Entonces, cuando se anunció la norma los productores sintieron que perdían respecto a febrero, aunque estuviesen ganando con relación a octubre. En febrero estaban gastando el dinero que iban a ganar y en marzo se dieron cuenta de que no lo tenían. Esto podría haber ocurrido igual si bajaba el precio internacional. En ese caso lo hubieran caracterizado como una desgracia del mercado, pero como lo hace el Estado es el enemigo de siempre.
–Los ruralistas cuestionan los reintegros y dicen que si el Estado les dejara percibir el precio pleno estarían en condiciones de aumentar la producción y subsidiar el consumo interno.
–Estarían en condiciones de hacerlo, pero no lo harían. Es un discurso. Además, el campo no puede invertir mucho más. Para ello debería haber un cambio de la tecnología productiva. Con la tecnología actual podrían producir en un poco más de hectáreas, pero no pueden cambiar la estructura productiva. Por lo tanto, ese discurso de que van a ganar y por eso van a producir más es una afirmación sin sustento. El campo va a seguir creciendo al ritmo en que lo viene haciendo, pero para eso no necesariamente tienen que ganar fortunas.
–Los exportadores y los proveedores de insumos son clave en la cadena agroindustrial porque forman precios. Sin embargo, los productores no se quejan de ellos con el mismo ímpetu con que critican al Estado.
–No hay demandas en esa dirección. Creo que es por una cuestión cultural. Para este sector los mercados funcionan y el enemigo es el Estado.
–Hay trabajadores que ganan menos de 20 mil pesos por año y se solidarizaron con el reclamo de productores “medianos” que facturan hasta 3 millones de pesos, 150 veces más. ¿Cómo se explica esa adhesión?
–Porque no saben cuánto ganan. Cuando los maestros hacen huelga dicen “ganamos 1200 y queremos ganar 1400 pesos”. ¿Cuánto gana el señor De Angeli y cuánto quiere ganar? Es un misterio. El dice que pierde y por eso está en la ruta, pero nadie le pregunta cuánto gana. A los empresarios no se lo preguntan, pero a los obreros sí.
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