ECONOMíA › DURO CRUCE ENTRE ARGENTINA Y BRASIL
La alianza política entre los gobiernos de Argentina y Brasil emitió ayer un chirrido que se escuchó en todo el mundo. Fue a raíz de la discrepancia que mostraron los cancilleres de ambos países en las cruciales negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que tienen lugar en Ginebra. Ciento cincuenta y tres países discuten allí las reglas del comercio internacional para la próxima década: el nivel de aranceles para productos industriales –las grandes potencias reclaman la apertura de los mercados de los países emergentes– y el monto de los subsidios agrícolas –que esas potencias deberían reducir–. Brasil aceptó la última propuesta en danza, mientras que Argentina se opuso tajantemente. Hubo un cruce de reproches y el propio Lula da Silva declaró ayer que “Brasil no quebró ninguna solidaridad” con su socio regional y con otros países aliados como India y Sudáfrica.
“Aunque seamos socios, hermanos, amigos, aliados, cada uno tiene su cabeza, cada uno juzga con su cabeza”, afirmó el canciller brasileño, Celso Amorim, en respuesta a declaraciones de su par argentino, Jorge Taiana, quien consideró “inaceptable” la última propuesta que se discute en la OMC. El principal negociador técnico de la delegación argentina en Ginebra, Alfredo Chiaradía, sostuvo que la postura de Brasil “genera una situación de tensión (en el Mercosur)”. “Nosotros trabajamos con los parámetros establecidos” dentro del bloque regional para la negociación en la OMC, agregó, dejando implícito que el país vecino rompió los acuerdos. El rechazo de Argentina, India y Sudáfrica al último borrador del convenio internacional es el obstáculo que impide el cierre de las negociaciones.
Taiana afirmó que ese documento es “inaceptable” en su estado actual. Pero al ser interrogado sobre si Argentina está dispuesta a cargar con el peso de un fracaso de la Ronda –que debe ser aprobada por los 153 países de la OMC– respondió: “Nosotros estamos negociando y señalando que queremos un mejor resultado”. Tradicionalmente, la Cancillería argentina mantuvo una posición de alineamiento con Estados Unidos. De allí que la resistencia actual sea elogiada por la Unión Industrial Argentina, la mayor interesada en que no se bajen los aranceles industriales.
“Claro que yo sé muy bien que (los argentinos) no están satisfechos con la propuesta” en danza, señaló Amorim, pero insistió en que Brasil la apoya: “Las únicas opciones a mi juicio son no tener ninguna Ronda (acuerdo internacional) o tener una Ronda con un equilibrio que, sin ser el ideal, nos pareció razonable”. Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil, Australia y Japón –cinco de las siete mayores potencias comerciales (las otras son India y China)– expresaron su apoyo al documento de Pascal Lamy, director general de la OMC, con distintos matices.
“Hablé con el presidente Lula y la instrucción que recibí fue que si otros fuesen flexibles y si el resultado final resultara favorable a los más pobres, yo también podría ser flexible”, dijo Amorim. Y agregó: “Si algo cambia (en el documento de Lamy), lo más probable es que no sea a favor de los países en desarrollo”, alegó. Un miembro de la delegación brasileña afirmó que las discrepancias de Argentina podrían desaparecer si Buenos Aires obtiene ventajas en otras áreas de la negociación, como los servicios o las reglas comerciales, que se abrirán si el regateo entre agricultura e industria llega a buen puerto.
“En agricultura (las propuestas) son insuficientes y en productos industriales demasiado elevadas”, resumió Chiaradía. Lamy propone reducir a 14.500 millones de dólares anuales el tope de los subsidios de Estados Unidos a sus agricultores, mientras que Chiaradía pidió que bajen a 13.000 millones.
El funcionario también objetó que no se haya aprobado un techo de 100 por ciento a los aranceles que imponen los países industriales a productos agrícolas de las naciones en desarrollo. En algunos casos los aranceles llegan al 700 por ciento. Finalmente, Argentina quería incluir un sobrearancel del 6 por ciento a una lista de productos industriales “sensibles”, pero sólo se acordó que sea del 4. Las negociaciones continúan, pero Argentina y Brasil ahora están en veredas opuestas.
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