ECONOMíA
› PARALIZADA POR LOCKOUT, DINAR DEJO DE VOLAR AYER
Novela de fortunas y engaños
Apenas dos meses después de la compra, los nuevos dueños afirman que se les ocultó información y no conocían que el Banco Nación les retendría recaudación. Trabajo dictó conciliación hasta el viernes.
› Por Cledis Candelaresi
La historia de la concursada aerolínea Dinar –que reclamó formalmente autorización para suspender por 180 días las actividades, paralizadas a partir de ayer– conjuga puntos oscuros con otros casi inverosímiles: la compradora norteamericana American Falcon se quejó ante el gobierno porque los propietarios originales le habrían ocultado información clave sobre el calamitoso estado de la empresa. Si esta “chartera” estadounidense fue o no víctima de la picardía criolla o por qué el tema es seguido con tanta ansiedad por el gobernador salteño Juan Carlos Romero, son misterios que quizás nunca se develen públicamente. Para Economía es más urgente encontrar un nuevo comprador antes del viernes, día en el que vence la conciliación obligatoria con la que el Ministerio de Trabajo dejó ayer en stand by los 350 despidos.
Según se esperanzan en el Gobierno, no faltan interesados. Entre ellos, Lloyd Aéreo Boliviano o Lan Chile, presuntamente atraídos por explotar las rutas que unen la ciudad de Buenos Aires con el Norte. Pero, de hallarlo, éste debería afrontar un cuadro poco atractivo para cualquier potencial comprador: Dinar tiene sus tres aviones y edificios hipotecados, abultadas obligaciones con los proveedores de combustibles y la recaudación –alrededor de 400 mil pesos mensuales– capturada por un fideicomiso que administra el Banco Nación, uno de sus acreedores.
El año pasado, cuando Dinar aún pertenecía formalmente a la familia Desimone, logró refinanciar una deuda de 7 millones de pesos con el banco estatal, entre otras obligaciones. El único respaldo que pudo ofrecer entonces fue la recaudación de las ventas telefónicas y con tarjetas de crédito, principal modalidad para expender pasajes. Pero desesperada por la escasez de fondos para operar, la empresa acudió con éxito a la Justicia de Salta. A fines de agosto, la jueza Mirta Avellaneda dispuso una cautelar por un mes, que obligó al fondo fiduciario a liberar esos recursos para Dinar, justo cuando la empresa acababa de pasar a manos de sus nuevos dueños, American Falcon, cuya actividad principal era alquilar vuelos charter para llevar turistas norteamericanos al Caribe o ceder en alquiler el servicio de su flota a otras aerolíneas del continente, entre ellas a la propia Dinar.
Según precisaron fuentes oficiales a Página/12, American Falcon pertenece en un 51 por ciento al inversor Fayez Chehab y el resto a un fondo de inversión integrado por exitosos médicos de Illinois. Ante la opción de no ver un peso de sus acreencias, los inversores optaron por comprar Dinar a Desimone por un importe nunca difundido y, desde entonces, habrían desembolsado algo más de un millón de dólares, vitales para sostener operativa la aerolínea pero insuficientes para honrar la millonaria deuda.
Pero la negativa de American Falcon a capitalizarla se fundaría en un supuesto engaño: los médicos norteamericanos y su socio de origen árabe habrían ignorado que la recaudación sería absorbida por el fideicomiso que administra el Nación, así como que la flota requería ya uno de los mantenimientos de rutina que obligan a desembolsar 300 mil dólares para poner a punto cada aeronave. El verdadero móvil de esta operación es tan poco nítido como su propiedad real.
Juan Carlos Romero niega ser accionista de Dinar. Pero no oculta su interés por mantener viva una empresa que ocupa mucha mano de obra salteña, alimenta el turismo de la provincia y a la que asistió con bonos provinciales cedidos en préstamo a su depreciado valor real y admitidos luego como medio de pago a su precio nominal. Quizás por ello Chehab fue a verlo en busca de auxilio. Los trabajadores, que tras los telegramas de despidos tomaron las sedes de Aeroparque y la del servicio de catering, plantean su propia fórmula: transformar a Dinar en unacooperativa, a condición de conseguir improbables créditos para el combustible y alguna subvención del Estado.
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