ECONOMíA › DEBATE EL GOBIERNO SOBRE EL INDEC
El índice de inflación del mes pasado, del 0,4 por ciento, reavivó una polémica interna sobre la necesidad de impulsar cambios en el Indec.
› Por Daniel Miguez
El índice de inflación que elabora el Indec se convirtió desde hace bastante tiempo en un dolor de cabeza para el Gobierno y desde hace menos en un tema de debate interno. El problema se plantea más o menos en estos términos en la Casa Rosada: los bonistas que tienen atadas sus ganancias a la suba de la inflación, junto a algunas consultoras y algunos medios de comunicación que les dan apoyatura, ponen el grito en el cielo porque cuanto más bajo sea el índice menos ganan.
El Gobierno se mantiene firme en el número que da el Indec basándose en la supuesta justicia de los aspectos técnicos de la medición y también en una necesidad política y financiera: por cada punto de inflación se ahorra de pagar 600 millones de dólares a los acreedores. En el medio está la percepción de la mayoría de la población, muy probablemente ajena a estas posturas, que ve que lo que paga no se condice con los precios que registra el Indec.
Con estos elementos básicos en la mano, para el Gobierno el dilema es credibilidad o ahorro. Dentro de la administración kirchnerista, los que defienden el índice oficial no se resignan a que las cuentas del Estado sangren de más para satisfacer la demanda de un índice inflacionario más alto. Los que se oponen creen que ése es el precio que hay que pagar para obtener más credibilidad, especialmente en los sectores de la clase media.
Cuando aún regía el anterior índice, Alberto Fernández se lamentaba ante sus íntimos porque “si decimos que los precios no subieron se nos cagan de risa”. Ahora, con el nuevo índice –que cambió el método de medición, pero que no implicó cambios de fondo en el número final– una percepción similar parece tener su reemplazante en la Jefatura de Gabinete, Sergio Massa.
Al comienzo de su gestión, Massa deslizó que había cosas para corregir en el Indec y no defendió a Moreno. Anteayer, cuando se conoció que la inflación de julio fue de 0,4 por ciento, el jefe de Gabinete no podía ocultar su malhumor ante su gente de confianza, aunque nunca lo hará público.
En cambio, Agustín Rossi, jefe del bloque oficialista en la Cámara de Diputados y tan kirchnerista como Massa, no tuvo empacho en cargar contra la medición del Indec: “La medición de precios tiene un nivel de desconfianza que no corresponde a un índice de este tipo”, indicó. Rossi propuso “inyectarle una dosis de credibilidad” al Indec. El diputado santafesino es uno de los que sostienen que aunque la medición sea verdadera causa un efecto nocivo para el Gobierno. Dentro del oficialismo, aunque de una línea totalmente diferente de la de Rossi, también salió a cuestionar al Indec el presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Guillermo Francos.
En cambio, entre quienes sostienen contra viento y marea el índice oficial contra lo que consideran “la embestida de los lobbistas”, figuran los más cercanos al ex presidente Néstor Kirchner, como el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el diputado Carlos Kunkel, entre otros. Ayer Kunkel salió a defender con fuerza el 0,4 por ciento y la gestión de Moreno. Dijo que el índice oficial “por lo menos es más creíble que el de los supuestos especialistas económicos privados que dicen que es de más del 30 por ciento anual”. Lejano a Kunkel en varios aspectos, ayer también Alberto Fernández consideró “asombroso escuchar a algunos decir que tenemos una inflación del 30 o del 35 por ciento”.
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