Vie 05.09.2008

ECONOMíA  › INFORME DE LA UNCTAD 2008 SOBRE LAS PERSPECTIVAS DE LA ECONOMIA MUNDIAL Y LA DEBACLE FINANCIERA

La crisis está en las potencias

El estudio sobre Comercio y Desarrollo de la ONU destaca la fortaleza de los países periféricos debido a que registraron superávit en sus cuentas externas. Las potencias contabilizan déficit que junto a la caída de las subprime gatillaron fuertes turbulencias.

› Por Cristian Carrillo

La crisis financiera internacional seguirá haciéndose sentir más en las naciones industrializadas que en la periferia, según el último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). El estudio difundido mundialmente ayer sostiene que los países emergentes que optaron por “ir contra la corriente” y revertir déficit externos históricos, como la Argentina, lograron “poner una barrera a los efectos” de la crisis. De esta manera, la actual crisis puso en evidencia la fragilidad del sistema, al tiempo que impone como solución una estrategia basada en cuentas corrientes superavitarias y de acumulación, evalúa ese organismo. El estudio, presentado en Buenos Aires por los economistas Roberto Frenkel y Mario Damill, asegura además que la suba en el precio de los commodities es especulativa y que las menores presiones salariales permitirán evitar una “segunda vuelta” inflacionaria en Estados Unidos y Europa.

“Si quieren un resumen para aplicarlo a la Argentina: entre 2002 y 2007 el país tuvo la política que recomienda la Unctad para estos tiempos”, afirmó Frenkel. Si bien el informe es de carácter multilateral y no realiza recomendaciones a países en particular, la línea coincide con las directrices principales que aplicaron las administraciones de América latina y otros emergentes en los últimos años. “Los países latinoamericanos fuimos receptores de capitales durante 30 años, pero se volvieron todos superavitarios”, explicó el economista al tratar el capítulo sobre los flujos financieros del informe de Naciones Unidas.

Sobre una serie de evidencia recogida en el comportamiento de la mayoría de las economías mundiales desde los noventa a la actualidad, el estudio sobre Comercio y Desarrollo sostiene que “los países que más crecieron son aquellos que menos ahorro externo (déficit de cuenta corriente) tuvieron”. La experiencia contrasta así con la denominada mainstream (corriente principal) de los economistas “estrella” de la década pasada, los cuales abogaban por un déficit constante en la cuenta corriente para incrementar el Producto, vía ingreso de capitales, supuestamente productivos. También va a contramano con la teoría del ahorro como generador de inversión. “La inversión es la que mueve el crecimiento y este último genera mayor ingreso y ahorro”, detalló Frenkel. La explicación de este cambio en la percepción de la realidad tiene que ver con que la crisis afectó a los que más estaban expuestos a los capitales externos.

El estudio revela entonces que la principal fuente de financiamiento de la inversión privada en el mundo son las propias utilidades de las empresas, seguida por la asistencia de los bancos. “En la Argentina, la inversión extrajera directa está principalmente vinculada con la inversión de las automotrices radicadas en el país”, ejemplificó Frenkel. A diferencia de lo que aseguran ciertos analistas de la city, la participación del mercado bursátil en el financiamiento es insignificante. Bajo este esquema, países como China, con fuerte ingreso de divisas y un sólido superávit comercial, se convierten en “intermediarios financieros”. Ese rol también lo actuó la Argentina: superávit comercial, ingreso de capitales y acumulación de reservas. “Los países terminan importando los mismos capitales que reciben”, agregó.

Al analizar el efecto en distintas economías, se divide el ingreso de los países emergentes al sistema, ya sean por producción de manufacturas o de materias primas. “Aquellas exportadoras de commodities, que entraron más tarde, son en las que hoy predominan las cuentas corrientes superavitarias”, dijo Damill. Así, en 2007 la desaceleración se dio principalmente en países desarrollados, a causa del efecto de la crisis con epicentro en el mercado hipotecario de bajo riesgo (subprime).

En la escalada de los precios “coexiste un elemento de devaluación de la moneda estadounidense”, afirmó Damill a modo de preámbulos. En el caso del petróleo y de los productos mineros los precios, tanto en términos nominales como reales, son muchos más altos que en los ’90 y, particularmente, que en los ’70. Sin embargo, los productos alimenticios primarios –a excepción de las bebidas tropicales, como café y cacao–, si bien están por encima de los ’90, se encuentran lejos de sus máximos históricos. “De todos modos es difícil saber cuánto de especulación financiera hay sobre estos valores, pero se presume que tienen un fuerte efecto amplificador”, indicó el economista.

La dificultad para cuantificar esa especulación sobre los precios de los commodities radica en la imposibilidad de separar a los jugadores de ambos mercados. Por ejemplo, ante una suba en el valor de los contratos a futuro de granos (especulativo), los productores de harina anticipan sus compras (demanda real) para asegurarse stock. Esta maniobra genera presión real sobre la venta del producto y su precio y, seguramente, una segunda vuelta especulativa. Es por eso que las series históricas muestran leves declinamientos en las reservas de materias primas y aumentos de la demanda mundial, aunque sin una correlación con la disparada de los precios en el último año.

Este escenario de incertidumbre financiera, de aumentos de la energía y de los alimentos y de políticas monetarias restrictivas por parte del Banco Central Europeo podría extenderse. “Una política monetaria restrictiva, si la inflación es externa (por precios de commodities), no hace más que agravar el panorama”, sostuvo Damill. De todas maneras, el documento no prevé una segunda vuelta inflacionaria. “Las presiones salariales son relativamente bajas, ya sea porque los sindicatos son débiles o porque se aprendió la enseñanza”, dice el informe. Por último, la recomendación es que la integración financiera debe evitar que la apreciación del tipo de cambio “desincentive” el crecimiento en algunos países.

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