ECONOMíA › ESCRACHARON A DOMINGO CAVALLO EN LA SORBONA
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Domingo Cavallo pagó en París el tributo de la sombra que lo persigue como autor de la debacle argentina de fines de 2001. Invitado por la Cátedra de las Américas de la Universidad París 1 de la Sorbona y el Centro de Economía de la misma institución para hablar sobre “Las políticas monetarias en los países emergentes en la era de la globalización financiera”, el ex ministro de Economía sólo pudo preguntar a los alumnos que asistieron a su conferencia si querían que lo hiciera en francés o en inglés. Lo que siguió después fue un cacerolazo organizado por el Colectivo Argentino por la Memoria. “¿Adónde está la guita?”, gritaban unos, mientras otros reclamaban justicia por los 30 mil desaparecidos de la última dictadura.
La escena era tan insólita como la idea de invitar a una universidad a una persona con el pasado de Cavallo, tanto más insólita cuanto que, al igual que la conferencia, la convocatoria al cacerolazo venía circulando en Internet desde hacía varios días sin que, al parecer, los organizadores del evento hubieran previsto lo que podía pasar. Incluso antes de que comenzara la intervención de Cavallo, el Colectivo Argentino por la Memoria había distribuido entre los asistentes un sólido dossier de prensa sobre la trayectoria del ex ministro.
En la sala de Conferencias de la Maison des Sciences Economiques de l’Université de París había estudiantes del Master en Economie et Relations Internacionales y muchos otros estudiantes y profesores de distintas disciplinas. Pero Cavallo no pudo exponerles sus recetas. El cacerolazo, los insultos de uno y otro lado, así como el encontronazo entre quienes querían que el ministro hablara y los que continuaban gritando, pusieron término a la iniciativa. Domingo Cavallo llegó nervioso y con atraso y se fue en un estado más calamitoso. Cuando los reclamos empezaron a subir desde el público, el ex ministro de los presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa se puso a gritar agitando los brazos contra quienes calificó primero de “izquierdistas” y luego como “esos fascistas” que no lo dejaban exponer sus ideas.
Intercambio de ideas sí que hubo entre Cavallo y los oponentes a lo largo de casi una hora y en un tono subido, insultante. Argumento contra argumento, gritos contra gritos y un Domingo Cavallo rojo como un tomate. El lío desembocó en un pedido de los responsables de la Cátedra para que acudan a la sala miembros del personal de seguridad.
El fin fue apoteótico. En vez de gallardos policías, vino una señora colérica con un enorme manojo de llaves en la mano. La mujer era la portera de la universidad y fue ella quien se encargó de retar a todo el mundo. Primero exigió que se hablara en francés. Después escuchó lo que decían unos y otros, pesó la situación y admitió que sin dudas quienes habían organizado la conferencia no habían evaluado bien las cosas y que, por consiguiente, la conferencia quedaba anulada.
La portera sumó sus gritos estridentes a los de los demás: dijo “¡Todo el mundo afuera!”, hizo evacuar la sala y cerró la puerta con llave. Final patético para el ex ministro, a quien ni siquiera le mandaron la policía como refuerzo. En un comunicado, el Colectivo Argentino por la Memoria explicó que el concierto de cacerolas fue para decir “basta y pedir que Cavallo se vaya de la Universidad. Para clamar la vergüenza de ver a un hombre buscado por la Justicia argentina que quiere enseñar en Francia la doctrina que llevó a la Argentina a la debacle”. El corralito de la historia atrapó en París al inventor del corralito bancario.
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