ECONOMíA › EL SECRETARIO DEL TESORO, TIMOTHY GEITHNER, ANUNCIó AYER UN NUEVO PLAN PARA INTENTAR RESCATAR EL SISTEMA FINANCIERO
La diferencia con el plan anterior radica en que se involucra a inversores privados que, con fondos públicos, darán valor a los activos tóxicos, negociándolos en el mercado. Wall Street recibió las novedades con una fuerte baja.
› Por Cristian Carrillo
El gobierno estadounidense todavía no tiene certezas de que entregar dinero a los bancos ayude a resolver la crisis, pero en la urgencia no encuentra otra solución. La administración Obama decidió reemplazar el actual programa de rescate que se aprobó en octubre por uno nuevo que involucra dos billones (millón de millones) de dólares en inyecciones de capital a entidades financieras, empresas y consumidores. La diferencia con el plan anterior radica en que ahora se involucra a inversores privados que, con fondos públicos, darán valor a los activos tóxicos del sistema, negociándolos en el mercado. El paquete fue anunciado ayer por el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, quien adelantó que salir de la recesión “costará dinero, involucrará riesgo y tomará tiempo”. Luego de ese breve lapsus de sinceramiento, el funcionario insistió sobre las bondades del flamante megarrescate y reprochó el mal uso de los fondos públicos que llevó adelante el gobierno de Bush. El mercado no se mostró conforme con las especificaciones y respondió con una importante caída en sus principales indicadores.
El nombre del plan de estabilidad suena prometedor: “Desplegando nuestro completo arsenal para atacar la crisis crediticia en todos sus frentes”. La denominación intenta mostrar que se pondrá toda la carne en el asador para salir del estrangulamiento. El propio presidente Obama se vio forzado a decir que “si esto no funciona (...), el país tendrá un nuevo presidente”.
El plan descansa sobre tres puntos: limpiar de los balances de los bancos los activos “tóxicos” y respaldar a las entidades con inyecciones de capital, ampliar el crédito de forma directa por parte de la Fed y aligerar la carga de los deudores hipotecarios que se encuentren al borde del embargo.
Todo el programa, estiman, involucrará dos billones de dólares y aun así no se sabe si será suficiente. “No sabemos si necesitaremos dinero adicional o cuánto será necesario hasta que podamos ver si fue exitoso para restaurar la confianza en los mercados”, reconoció Obama durante un discurso que brindó anteanoche. Sin embargo, la flamante administración busca un golpe de efecto que saque a la mayor economía del mundo del letargo en que se encuentra. “Hay más riesgo y mayor costo en el gradualismo que en una acción agresiva”, dijo Geithner. El titular del Departamento del Tesoro consideró que las acciones tomadas por Bush fueron “esenciales, pero inadecuadas”.
La principal crítica que hizo a la administración Bush fue la escasa transparencia en el destino de los fondos. “El espectáculo de enormes cantidades de dinero de los contribuyentes proveyendo asistencia a las mismas instituciones que ayudaron a causar la crisis, con limitada transparencia y control, aumentaron la desconfianza del público”, detalló Geithner.
De lo anunciado, destinará 500.000 millones de dólares a la compra de activos de riesgo, pero utilizará además la otra mitad de los 700.000 aprobados por el Capitolio en octubre. El entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson, desistió en sus esfuerzos por absorber los activos “tóxicos” del sistema al no encontrar un mecanismo rápido y eficaz para ponerles un valor. Es por eso que optó por adquirir participaciones en los bancos como una pieza central de los primeros 350.000 millones de dólares del programa.
En cambio, Geithner creará un Fondo de Inversión Público-Privado, con un capital inicial de 500.000 millones de dólares que pueden extenderse a un billón, para financiar inversores privados que compren los activos de riesgo. El Tesoro asume que el sector privado, respaldado por el dinero público, será quien fije el valor a esos activos, una vez que se reanude el mercado. El programa no logró impresionar a los inversores principalmente a causa de la vaguedad de algunas propuestas, y mientras el Tesoro hacía el anuncio el índice Dow Jones retrocedió un 2,4 por ciento. Finalmente quedó 4,6 por ciento abajo.
Los inversores apostaban a que podrían nacionalizarse algunos bancos con problemas, y en cambio se informa sobre un fondo público-privado que intenta revitalizar el mercado. Tampoco cayó bien que, en tanto se destinan 500.000 millones de dólares para seguir auxiliando las jugadas especulativas de los bancos de inversión, se use apenas 50.000 millones de dólares para evitar embargos de viviendas. Ante las críticas, Geithner pidió paciencia. “Intentaremos cosas que no se han intentado nunca y cometeremos errores”, reconoció, seguramente pensando que todavía le queda algo de margen si se toma en cuenta los 3 millones de empleos que costaron las equivocaciones de Bush.
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