ECONOMíA › INCAUTAN JUGUETES DE ORIGEN CHINO
› Por Cledis Candelaresi
La Aduana incautó ayer ochenta toneladas de juguetes provenientes de China con “marcas adulteradas” y de “alto grado de toxicidad”. Esa medida reaviva la polémica acerca de si la nación asiática es una posibilidad o un riesgo para la economía local. Las estadísticas hacen más difícil el dilema: según los registros chinos, en el 2008 el comercio bilateral fue superavitario para la Argentina en 1428 millones de dólares. De acuerdo con el Indec, el déficit alcanzó los 537.
El mercado chino es un imán poderoso. Después de Estados Unidos y de Brasil, Argentina es el tercer proveedor de soja: desde los puertos locales se despacha casi un tercio de los 50 millones de toneladas que necesitan comprar anualmente los asiáticos. Si bien el precio de este commodity retrocedió a los 360 actuales, es difícil que haya una merma importante en los volúmenes de venta. Ese intercambio sobrevivirá a la crisis.
Argentina importa desde el país asiático productos industrializados y le vende básicamente productos primarios, aunque no se limita a esto. La lista de manufacturas industriales está encabezada por los tubos sin costura de Techint, pero también incluye cueros, pieles, lanas o vinos tintos. Hace apenas tres meses se firmó un acuerdo para exportar a Pekín ostras congeladas desde Carmen de Patagones y tabaco rubio desde Salta, opciones que se suman a las primeras ventas de aceite de oliva.
A pesar de los nuevos impulsos vendedores, según los datos del Indec la balanza comercial bilateral tuvo resultado rojo el año pasado, al igual que en el primer bimestre de este año, cuando sumó cuatro millones en contra. El registro oficial aporta otro fundamento a las quejas de los industriales locales, que advierten sobre la presunta avalancha de productos chinos.
Los números que difunde la Cámara de Comercio Argentino China tampoco apuntalan la idea de la temida invasión: según la entidad, Argentina sostiene el superávit que ganó desde el 2000. De acuerdo con esta entidad, el país sigue vendiéndoles más a los chinos de lo que les compra, tendencia que podría reafirmarse ampliando el stock de ofertas locales. La brecha entre el déficit que acusa el Indec y el superávit que resulta según los números chinos podría explicarse simplemente por diferencias metodológicas a la hora de registrar las operaciones. Una cosa es computar como importación china lo que tiene ese “origen” (fue fabricado allí, aunque sea luego vendido por otro país) o lo que tiene esa “procedencia”. Y que no da igual registrar el precio Fob o aquel que le añade el valor de costo y flete.
Otra cuestión es si China es un inversor importante o no. Casi cinco años después del anuncio de desembolsos por 20 mil millones de dólares, está claro que esa promesa no se cumplió. Esto no significa que del país asiático no puedan llegar nuevos capitales, adicionales a los de las veintiocho empresas radicadas aquí, entre ellas, el gigante TCL, que fabrica electrodomésticos en Tierra del Fuego. A la isla más austral también podrían llegar los 500 millones de dólares previstos para producir metanol.
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