ECONOMíA › INVERSIóN DE YPF PARA AMPLIAR SU CAPACIDAD DE PRODUCCIóN DE NAFTAS
El anuncio de la petrolera YPF descongela inversiones en un sector que no las había recibido desde hacía más de una década.
La petrolera YPF, controlada por Repsol pero con participación de capitales argentinos, anunció ayer una inversión de 348 millones de dólares en la ampliación de la capacidad de producción de combustibles en su refinería de Ensenada, en la provincia de Buenos Aires. “Esta es la mayor inversión realizada en los últimos diez años en el sector de refinado en la Argentina, y permitirá atender el aumento de la demanda de combustibles de alta calidad, naftas súper y premium”, señaló Enrique Ezkenazi, presidente de YPF. La presidenta de la Nación, en el acto en el que se realizó el anunció, destacó que “esta planta, que estuvo detenida durante treinta años, junto a los frigoríficos de Berisso y las universidades de La Plata, eran símbolo de aquel país que debemos ir recuperando”.
La ampliación de la planta, cuya puesta en marcha está prevista para 2012, permitirá producir 900 millones de litros adicionales al año, cubriendo casi la mitad de la expansión del mercado prevista para los próximos ocho años. “El resto podría resolverse totalmente si otras empresas incrementan la producción y generan los cambios tecnológicos necesarios”, desafió Ezkenazi a su competencia. YPF acaba de separarse de la Cámara de la Industria del Petróleo por discrepancias, fundamentalmente con Shell, tanto respecto de las políticas oficiales como en relación con los pronunciamientos que la entidad asumía periódicamente.
La ampliación prevista, que incorporará la última tecnología disponible en el mundo para procesos químicos de reformado de nafta a base de catalizadores, demandará durante su ejecución alrededor de 700 trabajadores. A partir de su puesta en marcha, el nuevo régimen de producción permitirá elaborar 200 mil toneladas anuales de compuestos aromáticos –utilizados como mejoradores octánicos de las naftas– y 15 mil toneladas de hidrógeno –mejora la calidad de las naftas y disminuye el azufre, reduciendo el impacto ambiental–.
Cristina Fernández instó a “seguir articulando lo público y lo privado para que el crecimiento llegue a todos los sectores” y reclamó “el compromiso de empresarios, gobernantes, dirigentes sindicales y de la sociedad para crecer en armonía”. Mencionó la cantidad de puestos de trabajo recuperados y el crecimiento de las empresas productivas en los últimos seis años, pero dijo saber que “aún falta mucho por hacer, porque venimos de décadas de decadencia y abandono”. Ahí recordó lo que le había comentado el ingeniero Ezkenazi, respecto de que la planta de Ensenada estuvo parada durante 30 años, pese a que constituía un símbolo para toda la región. “Pero para reconstruir un país, desde lo económico y lo social no basta; hay que hacerlo además desde sus valores e identidades culturales y desde la pertenencia; por eso me gustó la palabra del ingeniero Ezkenazi llamando a que los empresarios deben asumir el rol que les compete con optimismo, con fuerza y con responsabilidad para seguir generando riqueza”, completó la idea.
En rigor, no fue la planta refinadora de YPF en Ensenada la única que no avanzó en materia de capacidad de producción de combustibles en estos últimos años. En todo el sector hubo un fuerte congelamiento de inversiones, como respuesta a la política oficial de regular los precios en surtidor, impidiendo el traslado de las variaciones del crudo en el exterior. Como, además, el petróleo siguió subiendo, las refinadoras encontraron poco atractivo el negocio de producir más y no poder aumentar. Mientras el mercado crecía, la oferta se mantuvo o retrajo. El paso dado ayer por YPF es el primer intento de revertir esa situación.
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