ECONOMíA › LA CONFERENCIA EPISCOPAL LE PIDIó AYER A LA MESA DE ENLACE QUE RESPONDIERA A LA CONVOCATORIA DEL GOBIERNO
La Iglesia puso presión sobre los ruralistas que empezaron con su ya conocida táctica de correr el arco. Por ahora, sin embargo, mantienen su postura de dialogar sólo si los invitan a solas y con la agenda acordada previamente.
› Por Fernando Krakowiak
La Conferencia Episcopal Argentina le pidió ayer a la Mesa de Enlace que concurriera al diálogo con el Gobierno. De este modo, puso presión sobre los dirigentes rurales, que en las últimas horas empezaron con su ya conocida táctica de ir corriendo el arco. Los empresarios venían criticando al oficialismo desde hace varios meses por no citarlos para analizar los problemas del sector. Sin embargo, cuando el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, los llamó para conversar informalmente se negaron. Luego dejaron trascender que tampoco asistirían a la convocatoria formal del consejo porque antes quieren una reunión exclusiva sin la participación de otros sectores de la economía e incluso exigen acordar los temas, para asegurarse de que su pliego de condiciones esté al tope de la agenda. “Con un temario conversado previamente, el campo va al diálogo. Si vamos a discutir temas que no hacen a la gravedad de la crisis, entonces no estaremos”, aseguró el titular de Confederaciones Rurales, Mario Llambías, al término del encuentro con monseñor Jorge Casaretto, presidente de la Pastoral Social del Episcopado.
“Lo que más nos importa es tener una reunión formal a solas con el Gobierno para discutir los temas del sector. La convocatoria al consejo es importante, pero debe ser posterior, porque la nuestra no es una relación más”, detalló ayer a Página/12 una fuente rural. Desde el oficialismo responden que es difícil acordar con un sector que sólo acepta negociar con las cámaras de televisión en la puerta. Por eso primero se buscó un encuentro informal para tratar de lograr un acercamiento.
De hecho, el Gobierno tiene en carpeta una serie de medidas, pero antes de anunciarlas quería tener un guiño de los dirigentes rurales porque lo que busca es descomprimir el conflicto y no que le suban la apuesta en una conferencia de prensa posterior. Los ruralistas responden que la última vez que se negoció de manera reservada, en enero y febrero, fue el propio vocero presidencial, Miguel Núñez, el que reveló todos los detalles luego de que Hugo Biolcati, titular de la Rural, negara públicamente los contactos. Por eso ahora se muestran esquivos.
Tantas idas y vueltas hacen prever un nuevo recrudecimiento del conflicto. Por ese motivo, la Iglesia les solicitó ayer a los ruralistas que asistieran a la convocatoria oficial. “Les pedimos que fueran al diálogo, pero son ellos quienes deben decidir si están dadas o no las condiciones”, afirmó al término de la reunión Eduardo Serantes, un referente laico presidente de la Comisión Justicia y Paz, organismo que asesora a Jorge Casaretto.
La posición a favor de un acercamiento entre las partes es coherente con lo que la Iglesia viene postulando desde que en 2002 impulsó la mesa del diálogo argentino para intentar encontrarle una salida a la crisis. Sin embargo, algunas veces sus señales son una presión para el Gobierno y otras veces, las menos, para la oposición. Ayer la postura que dejó trascender la Pastoral Social del Episcopado resultó un respaldo para el llamado que viene realizando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La primera reacción de los ruralistas fue mantener su posición. “Mientras se mantengan los niveles confiscatorios de retenciones y no se incluya a las economías regionales, la ganadería y la lechería, ¿a qué consejo vamos a ir?”, aseguró Eduardo Buzzi.
No obstante, la posición del clero tiene una fuerte influencia en los dirigentes rurales y es difícil que su opinión les termine resultando indiferente. De hecho, durante el conflicto del año pasado participaron en varias misas al mismo tiempo que cortaban las rutas del país. Ayer incluso el motivo formal de la convocatoria era para analizar la situación de la pobreza rural, especialmente de indígenas y minifundistas. No son muchas las organizaciones sociales, más allá de la Iglesia, que hoy en día están dispuestas a analizar esos temas junto a las entidades rurales que nuclean a los sojeros, responsables de que muchos indígenas se hayan quedado sin tierras y de que los trabajadores rurales cobren salarios que los ubican por debajo de la línea de pobreza.
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