ECONOMíA › DE VIDO EXPUSO LA POLíTICA ARGENTINA GASíFERA EN UN MARCO MUNDIAL COMPLICADO
Sobrará la demanda, pero faltan inversiones. El panorama mundial exhibe un horizonte de escasez para el combustible más demandado. Argentina, con pocas reservas, insiste en preservar su uso industrial y alentar el desarrollo tecnológico.
› Por Cledis Candelaresi
El gas será el combustible estrella de las próximas décadas, pero para atender la creciente demanda hacen falta inversiones multimillonarias en los próximos años. Pero la exploración tiende a reducirse y hay cierto rechazo empresario a asumir inversiones de riesgo. En el marco de este diagnóstico del panorama internacional, en el que coincidieron ayer petroleros y funcionarios de diversos países durante la Conferencia Mundial, el ministro de Planificación, Julio De Vido, describió la situación argentina, que reconoce varios puntos de contacto con esa caracterización mundial. Sin aludir a la caída de las reservas, ante la nutrida concurrencia internacional De Vido reivindicó el desarrollo de la industria del gas natural comprimido (GNC) y los proyectos de integración energética regional, menú en el que incluyó como inminente el tendido del gasoducto del Nordeste, que unirá los yacimientos de Bolivia con el área metropolitana, pero pasando por provincias que hoy no tienen acceso a la red troncal.
“Se está reduciendo la exploración y hay muchos proyectos parados por falta de precio. Pero hacen falta grandes inversiones porque el gas es el combustible del futuro, aunque no esté de moda”, había dicho Jean Françoise Cirielli, presidente de GDF Suez, poco antes de que empiece la exposición de diez ministros, que De Vido inauguró en su carácter de anfitrión. El titular de Planificación argentino admitió el protagonismo que tiene el gas en la matriz energética local, con una participación del 52 por ciento. Destacó logros de la política nacional en la materia, como el desarrollo de la industria del GNC, basada en una tecnología en la que Argentina es líder en el mundo.
“No queremos campos abandonados, porque el gas es un recurso finito, sin que haya dejado un desarrollo tecnológico”, sentenció el ministro, en alusión al aliento oficial al gas natural comprimido. “No como en los ’90, cuando era usado para proveer a terceros países y no para alentar la industria nacional”, se entusiasmó el funcionario para quien hasta los buques metaneros son una prueba de la capacidad empresaria local en la materia. “Fuimos el primer país en desarrollar tecnología para aprovechar los buques metaneros”, acotó el funcionario cuando enumeraba los recursos a los que apela el país para subsanar el déficit de gas propio.
El titular de Planificación no incluyó en su exposición ninguna referencia a la caída de reservas locales debido a que las empresas en los últimos años retacearon inversiones de riesgo. Un problema que, en cambio, reconoció sin vueltas tanto el titular de GDF Suez como el administrador de Información Energética de Estados Unidos, Richard Newell, quien aseguró que en su país “las perforaciones cayeron junto con los precios”. Pero a diferencia de la situación local, esto no es un problema para la administración de Barack Obama, ya que su país lidera la producción con avanzadas tecnologías para extraer gas de arcillas, una modalidad no convencional que multiplicó varias veces las crecientes reservas de ese país.
No es el único que paladea un futuro promisorio para el gas. “Hay gas en abundancia en el mundo por más de cien años, pero hay que reducir costos e invertir mucho en infraestructura”, sentenció desde el panel ministerial Valery Yazev, vicepresidente del Parlamento de la Federación Rusa y titular de la Asociación Rusa del Gas, quien clamó por un “código global e institución internacional para regular” el comercio gasífero, conciliando intereses de productores y consumidores.
El parlamentario ruso expuso en su lengua madre en lugar de usar el inglés –como sí hizo el resto de los expositores–, una práctica que se está haciendo habitual en este tipo de encuentros por parte de las nutridas delegaciones de su país. Destacó los atributos de su país, casi confrontando directamente con los argumentos de Newell. “Estados Unidos desarrolla tecnologías nuevas, pero Rusia es el proveedor mundial más importante”, se vanaglorió Yazev, amagando con reeditar cierto clima propio de la Guerra Fría.
Un par de voces del panel vespertino advirtieron que no está garantizado el suministro para atender una demanda mundial que todos pronostican que va a crecer, porque “no hay alternativa a los combustibles fósiles”, como sentenció el argelino Chakib Khelil. En particular, si no se concreta un acelerado ritmo de inversiones, que directivos de la estadounidense Chevron estimaron en 227 mil millones de dólares anuales para las próximas dos décadas.
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