ECONOMíA › EXTRAÑAS ARISTAS DE UN CONFLICTO “SOBREACTUADO”. CUESTIONES POLITICAS E INTERESES PARTICULARES
En el Gobierno y el sector empresario argentinos reaccionaron con asombro cuando Brasil bloqueó el ingreso de productos nacionales. El conflicto por las trabas comerciales, aseguran, “no daba para tanto”. A qué jugó el lobby paulista.
› Por Raúl Dellatorre
Los funcionarios que participan habitualmente de las negociaciones comerciales bilaterales con Brasil no dejan de revelar su asombro. Aseguran que las protestas de los empresarios brasileños por la demora en los permisos de exportación a la Argentina (en los productos listados bajo el rótulo “licencias no automáticas”) nunca habían llegado a un nivel que permitiera prever una represalia del tipo “bloqueo” al ingreso de camiones argentinos con productos perecederos en la frontera, ni el grado de virulencia de las declaraciones en estos días. Entre tanto asombro por la reacción brasileña, surgió un dato que a más de uno le alcanzó para entender semejante “sobreactuación”: a Paulo Skaf, el titular de la poderosísima Federación Industrial del estado de San Pablo (Fiesp), las investigaciones antidumping del lado argentino lo afectaron personalmente: una de sus empresas, Paramount, no pudo seguir ingresando hilados porque un fabricante argentino, Mafisa, lo denunció y abrió una investigación sobre política de precios y daño al mercado interno. Según dicen, Skaf no les perdonó a las autoridades argentinas meterse con “lo suyo”. No hay nada peor que un poderoso enojado.
“Es increíble la escalada que se vivió en este conflicto, la actitud de Brasil es completamente desmedida respecto del problema que se había planteado”, sostienen desde este lado de la frontera en despachos oficiales. La visita de Cristina Fernández a su par brasileño, Luiz Inácio da Silva, calmó las aguas, pero no resolvió el conflicto. El compromiso es abrir un proceso de negociaciones para encontrar respuesta a las demandas de empresarios de ambos lados de la frontera: unos por las restricciones que les imponen a la venta de sus productos al país vecino; otros por el “daño” que les causaría la entrada de productos del socio comercial. Una misión ministerial binacional se reunirá cada 45 días, y ambos presidentes cada 90, para evaluar los resultados.
Pero los que conocen de cerca el comercio bilateral entienden que fue una solución de compromiso. “Había que dar una respuesta política, pero a un conflicto
inexistente, porque de hecho en las últimas semanas se venía corrigiendo la emisión de las licencias no automáticas desde Argentina para compras a Brasil. Además, los conflictos por denuncias de dumping (venta por debajo del costo para “barrer” a la competencia) nunca involucraron una cantidad de productos muy importante, ni la entrada de éstos había provocado un daño significativo al mercado interno en ningún caso”, desdramatizó una calificada fuente en comercio regional al ser consultado por este diario.
Entonces, las causas de la escalada verbal hay que buscarlas en otros planos. Por un lado, Brasil está en pleno proceso electoral, y Lula (y la candidata que respalda, Dilma Roussef) es “particularmente” sensible a los humores de San Pablo, de donde proviene su principal rival en las urnas, José Serra. Y por otro, está Paulo Skaf, titular de la Fiesp y, como tal, “segundo hombre fuerte” del territorio paulista.
El caso de Skaf y de su empresa Paramount, de la que es vicepresidente y accionista, es como el de tantos otros. Una denuncia de un competidor local lo involucra en una presunta maniobra de dumping. Si la comisión nacional de comercio exterior considera que existen elementos (diferencias de precios con otros mercados, aumento en la magnitud de operaciones que afecte sensiblemente a un competidor local), abre la investigación. La licencia de importación queda demorada.
Según señalan los especialistas en este tipo de trámites, por lo general la cosa se resuelve favorablemente: se desestima la denuncia, se busca un acuerdo de partes para limitar el ingreso de mercadería o se corrigen precios. Paramount vende hilados en Argentina, pero a precios que Mafisa, una hilandería de Wilde, consideró perjudiciales para sus intereses. La apertura de investigación demoró las importaciones, pero todo parecía resolverse por carriles normales, con una propuesta de la propia Paramount de aceptar la fijación de precios de referencia (una suerte de piso o mínimo), siempre y cuando fueran móviles, adaptados al valor del petróleo (su principal insumo).
Pero del otro lado de la frontera las cosas caminaban a otra velocidad. Y con otro clima. La oportunidad política de “pegarle” a Lula, más alguna bronca masticada pero no digerida por algún dirigente empresario, deben haber exacerbado los ánimos para provocar una reacción “antiargentina”.
Nada desconocido desde este otro lado, aunque no deje de sorprender la sobreactuación. ¿Irresponsabilidad? Quizás simplemente poder y soberbia, que no es poco.
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