ECONOMíA › ROBERTO FELETTI, VICEMINISTRO DE ECONOMíA, CRITICA A LA DERECHA Y DEFIENDE LA CREACIóN DEL FONDO DEL BICENTENARIO
En diálogo con Página/12, el funcionario afirmó que la derecha se opone a la iniciativa oficial porque “quiere seguir haciendo negocios con las reservas”. Además, afirmó que el Fondo también se podría utilizar no sólo para pagar deuda, sino para financiar el desarrollo.
› Por Cristian Carrillo
“La derecha dice que las reservas son de todos los argentinos, pero a la hora de apropiarse de ellas lo hacen sólo los ricos”, aseguró el viceministro de Economía, Roberto Feletti. En una entrevista concedida a Página/12 defendió el uso de las reservas excedentes en poder del Banco Central para el pago de deuda de este año y afirmó que en un futuro podría utilizarse para “proveer fondeo de largo plazo para infraestructura”. El funcionario criticó con dureza a la derecha por tratar de imponer políticas de ajuste y pretender asegurarse un stock de dólares en la autoridad monetaria para poder “hacer sus negocios” y fugar capitales. Además, se mostró confiado en que el escenario económico que se abre después de la crisis permitirá seguir acumulando reservas.
–¿Por qué es necesario usar las reservas?
–Estamos frente al agotamiento de una herramienta de estabilidad macroeconómica como es la acumulación de reservas para proteger a la moneda de ataques especulativos y de la volatilidad de los mercados internacionales. Se creó solvencia externa por varias estrategias. Por un lado, preservando el superávit comercial. En todo momento hubo una política de tipo de cambio competitivo y de impulso a las exportaciones y en estos momentos de protección a las importaciones para defender ese superávit comercial. El segundo punto es la estrategia de desendeudamiento. El país produjo un ciclo fuerte de caída del peso de la deuda sobre el producto.
–¿Las reservas pueden ser otra herramienta de política económica?
–Como herramienta de protección de la moneda llega a un punto en que aparece el concepto de reserva excedente o de libre disponibilidad. Esto significa que la base monetaria está cubierta y más allá. Eso da un stock excedente que si medimos sobre la base monetaria son unos 17.500 millones de dólares y si se mide sobre el total de pasivos monetarios, una posición mucho más conservadora, da 9600 millones de dólares.
–Pero la crisis impactó en el país.
–Si bien hubo salida de capitales, no hubo desmonetización. Lo que se vieron fueron excedentes que fueron a parar a ahorro en moneda dura, que es habitual en una economía bimonetaria como la Argentina. Pero no tuvimos violentas desmonetizaciones como sí la hubo en otras crisis externas. Entonces lo que se ha probado es que los agentes económicos dan cuenta de esa mejora en las condiciones externas y no pulsean especulativamente contra el peso. Tampoco esperan un crac devaluatorio porque el Central tiene espalda para aguantar.
–¿Quiénes son los que más fugaron?
–El poder económico concentrado, que muchas veces se financió con la destrucción del nivel de reservas. La derecha dice que las reservas son de todos los argentinos, pero a la hora de apropiarse de ellas lo hacen sólo los ricos. Esta es la lógica que quiere cambiar el Estado.
–Se plantearon otras opciones para su uso.
–¿Por qué no monetizamos más la economía? Porque en una economía bimonetaria se demandan pesos para transacciones, pero no como reserva de valor o se hace en una menor cuantía. Es por eso que convertir todas las reservas en pesos genera algún grado de presión inflacionaria o cambiaria. De allí surge la noción de reserva excedente que es la sobrecobertura sobre los pesos circulantes y medios de pago y empieza como una opción para hacer política monetaria expansiva.
–¿Desde cuándo hay reservas excedentes?
–Todo el período que va desde 2002 a 2004 es de fuerte monetización, porque había mucha debilidad de medios de pagos. Existían las cuasi-monedas. La convertibilidad había puesto un corsé tan grande que había falta de medios de pago. En esos tres años hay entonces una expansión muy grande, de 150 por ciento de la base, acompañando el proceso de reactivación. Después comienza a haber superávit comercial y una menor presión cambiaria, y el sector externo empieza a mostrar una mayor holgura. Ahí nace el concepto de reserva excedente.
–¿Hay otros casos en el mundo?
–Todos los países acumulan reservas y siguen un conjunto de reglas que revelaban una estrategia de consolidar el sector externo. Lo que ocurre en el escenario de fin de esta década, es que muchos países están sobrecubiertos aun en el marco de la actual crisis. No en vano, el excedente que tiene Estados Unidos va a parar a reservas de los bancos centrales y a fondos soberanos y no puede del mismo modo que antes manejar sus devaluaciones y transferir sus crisis. En muchos países comienzan a poner en valor ese excedente de superávit comercial que se acumula en reservas. Además se intuye en el mundo que el valor de esos dólares va a tender a una depreciación.
–¿Con la crisis que se resiste a desaparecer, no sería momento de esperar?
–Probablemente la crisis no esté agotada, pero el modelo mostró que tiene una inserción internacional saludable. Los principales socios comerciales del país, como China y Brasil, no sufrieron tanto la crisis. Eso se expresa en el volumen de exportaciones de soja, en las proyecciones. Es razonable suponer que tengamos un escenario por los próximos cinco años de superávit en la balanza comercial y por lo tanto de holgura externa y de acumulación de reservas por encima de lo que la Argentina tolera de acuerdo con su demanda de pesos para medios de pago. Eso es lo que parece no entender Redrado.
–¿No hay riesgo de corrida?
–En el primer semestre hubo salida de capitales por 11.200 millones de dólares por la crisis internacional y ahí nadie se desgañitaba, pero cuando el Estado dice que va a usar una parte aparecen las quejas. Cuando cae la inversión, la decisión es recomponer credibilidad y mejorar el frente de la inversión. Para ello hay que reinstalar a la Argentina como un país con posibilidades de acceder a los mercados, que logre una mejora de tasas de interés. La heterodoxia también se encarga de reconocer que los mercados existen y hay que regularlos. Allí las expectativas juegan. Es así que el segundo semestre del año cambió el escenario a partir de estas políticas. El tercer trimestre la salida de capitales cae a 3000 millones de dólares y en el cuarto hubo entrada.
–¿Continuará la política de acumulación de reservas?
–Durante los próximos cinco años, como mínimo, el país se va a encontrar con una masa crítica de reserva excedente o de libre disponibilidad de 30.000 millones de dólares. Lo razonable en este escenario no es lo que plantea la derecha, un Banco Central con miles de millones de reservas acumulados, probablemente 60.000 o 70.000 millones de reservas acumulados y un Estado chico y comprimido y con jubilaciones congeladas, y ellos poder seguir haciendo negocios, contando con las reservas que les financien la fuga de capitales. Ese es el lugar en el que hoy se paran Pinedo, Redrado y De Narváez. Ellos pretenden tener garantizado un stock de reservas importantes que les permita seguir haciendo negocios, que el Estado se arregle como pueda y si mañana quiero dolarizar mis excedentes me financie la salida. La realidad es que cuando hay salida de capitales la apropiación de capitales la hace el poder económico. La hacen los ricos.
–¿Por qué no se planteó antes la creación del Fondo, con un Parlamento menos opositor?
–Porque antes estábamos en una etapa muy distinta de la actual. No se sale fácil de una crisis económica y social como la de 2001. Era una etapa en la que había que reconstruir un nivel de pesificación. La derecha entonces hablaba de dolarizar la economía. Se logró reconstruir un nivel de pesificación que flotara en torno del 30 por ciento del Producto, a los niveles precrisis, la capacidad de funcionamiento del crédito interno y de liquidez de los bancos. Abrir una discusión en ese momento era cuanto menos apresurado. Además se estaba discutiendo la deuda.
–La pelea por el uso de las reservas no fue una buena señal.
–Lo que hace el Estado, como este programa es un recorrido favorable, vamos a crear más certeza, más certidumbre sobre la base de decir que hay reservas excedentes. Es la manera de decir que la Argentina va a tener una política monetaria expansiva. Consolidamos un frente fiscal y creamos un fondo que dé certidumbre de la capacidad de pago de los compromisos de 2010. Eso hará caer el riesgo país y avanzar en el canje. Todo esto se soluciona con un canje exitoso. Acá es donde la derecha sale a cuestionar, porque se le toca un icono y porque además va a crear condiciones de sostenimiento de los estímulos a la demanda por la vía fiscal y monetaria.
–Con el pago al Fondo y la posibilidad de hacer lo mismo con el Club de París no hubo tanta resistencia.
–Era un escenario distinto, previo a la crisis. Ahora se plantea esto porque se instala una discusión nueva y porque lo que se coloca es la posibilidad de sostener y continuar los estímulos a la demanda que por la vía fiscal son necesarios para la economía. Conceptualmente se abre la discusión sobre lo que puede ser un excedente holgado de reservas para el desarrollo del país. Puedo entender que Redrado, Pinedo y De Narváez digan lo que dicen, pero no puedo comprender que la gente del campo nacional y popular, los radicales, los socialistas o el centroizquierda no abran un debate. Muchos países como Brasil, India y China, han creado fondos soberanos para manejar los activos del país. Sirven para políticas de desarrollo y estabilización.
–¿Las reservas no serán sólo para pagar compromisos financieros?
–Hay una idea de que el Fondo siga una estrategia de desendeudamiento, pero puede ser que para futuro esta lógica sirva para proveer fondeo de largo plazo para el desarrollo y para la vivienda. Eso debería discutir el campo nacional y popular. Eso debería decir alguien como Stolbizer o Alfonsín. Tenemos un escenario externo que va a permitir un volumen de reservas excedentes de 30.000 millones de dólares y habrá que ver cómo se administran.
–¿Por qué no se presentó la idea con el Presupuesto?
–El Gobierno durante mucho tiempo pensó que empleo y salario eran suficientes para la protección social. Sin embargo, en algún momento nos dimos cuenta de que tenía que haber formas de cobertura social que no dependieran de que la persona estuviera o no empleada, y así nació la asignación universal por hijo. Pero siempre el Gobierno va en la misma dirección, ampliar los márgenes de políticas públicas y dar niveles de autonomía sin ajustes.
–¿Existe alguna alternativa a la creación del Fondo?
–La modalidad en la cual se plantea esta discusión es que se logra una normalización del país sin renunciar a tu capacidad de política contracíclica. Si medimos el test de los mercados, no bien anunciamos el Fondo del Bicentenario el riesgo país se retrajo. Alguna señal fuerte estaba asociada a ello. Y la creación del fondo es emblemática en ese sentido. Porque tiene una lógica de expansión del gasto público y decir realmente que las reservas son de los argentinos.
–¿Los recursos fiscales que queden liberados en qué se van a usar?
–Esto amplía las posibilidades de los recursos fiscales y mejora la situación fiscal, pero lo hace desde la política monetaria. Nadie les pregunta a los estadounidenses por los dos billones de dólares que imprimió la Reserva Federal, ni a los ingleses que estatizaron el Nothern Rock. Se hará de acuerdo con los cánones de la ley. Más allá de la asignación de los recursos hay que pensar que esto es una herramienta que te permite en el mediano plazo trabajar con infraestructura. El destino se tendrá que discutir en el Congreso. Cuando elevamos el Presupuesto no estaba la asignación por hijo, no estaba el bono navideño sobre las jubilaciones, y eso te impacta en el nivel de consumo y en la recaudación. Nos piden certezas en un contexto dinámico y lo que hay que crear son mecanismos de discusión.
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