Juan Pablo Schiavi se refirió ayer a Aerolíneas como “una de las empresas más queridas por los argentinos” y también como la compañía pública “más controlada”, ya que sus números están sujetos no sólo a la mirada de los organismos de control, sino al Parlamento y a la opinión pública, que recibe frecuentemente datos de gestión como de ninguna otra.

La caracterización del secretario de Transporte fue el preámbulo de la presentación del nuevo programa de vuelo que la línea de bandera estrenará el 14 de marzo, con importantes aumentos en las frecuencias y la inauguración del aeroparque Jorge Newbery como estación de partida para vuelos internacionales. Todo con la misma dotación de personal que, a decir de Mariano Recalde, “es suficiente para el nuevo diagrama y para mucho más”.

Quizá sea la única prerrogativa administrativa concreta de la que dispone Aerolíneas Argentinas desde su reestatización. Consiguió ser la primera en tener vuelos internacionales autorizados desde el aeroparque metropolitano, para llegar desde allí a Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile.

Una ventaja competitiva es facilitar la conexión con aquellos destinos regionales a los viajeros del interior, que hasta ahora no pueden eludir la travesía que implica ir desde la estación capitalina hasta Ezeiza. Esta prerrogativa irá acompañada con un aumento del 75 por ciento en la frecuencia de vuelos regionales, en los que Aerolíneas había ido menguando su participación hasta niveles casi paupérrimos mientras estuvo bajo control privado.

La empresa destinó ayer un párrafo de su síntesis de prensa para invalidar algunos de los principales argumentos que esgrimen los detractores de la internacionalización. Según la visión de la compañía, Jorge Newbery tiene “el 40 por ciento de su capacidad ociosa”, y ello le habría facilitado conseguir nuevos espacios para estacionar los aviones. A su juicio, la contaminación ambiental de los nuevos vuelos sería mitigada por el uso de aeronaves de “última generación”, que son más silenciosas y generan una combustión más limpia.

La apuesta fuerte del nuevo diagrama será, de todos modos, el cabotaje. Con aumentos de frecuencias y supresión de escalas para muchos destinos que ahora sólo se cubrían con pasos intermedios. Córdoba sumará 27 frecuencias semanales, subiendo de 48 a 61 (aunque, al igual que los viajeros que lleguen desde Mendoza, los pasajeros con este origen tendrán que ir a Ezeiza para las conexiones al exterior). Salta recibirá 28 por semana, contra los 19 que llegaban hace un año. Y Rosario, por citar otro ejemplo, recuperará lo que tuvo, con un avión todos los días.

Durante la presentación de ayer en el noveno piso de la sede empresaria de Bouchard, el secretario de Turismo, Enrique Meyer, se mostró entusiasmado con el incremento de la actividad. Fue cuando recordó cómo en el período 2007/2008, previo a la estatización, “se perdía turismo receptivo” porque no se podía garantizar la conectividad del territorio por magra oferta de asientos y escalas que demoraban la llegada a destino, mientras el operador privado, Marsans, insistía en “pedirle al Estado” lo que fuere con el presunto fin de justificar su ineficiencia.

Internacionales sigue siendo el renglón más difícil, ya que es donde la empresa perdió una mayor participación relativa en los últimos años y donde enfrenta una competencia más fuerte.

La recuperación de destinos empezará este año por México y el que viene se anexarán Londres y Nueva York. La flota actual, de unos cuarenta y ocho aviones a reforzar con los Embraer que llegarán a mitad de año, sería suficiente para atender este programa de aumento progresivo de la oferta.