Alemania declaró la guerra a los especuladores. El gobierno de Angela Merkel prohibió las movidas especulativas conocidas como “operaciones de corto”, que permiten a los inversores vender en los mercados un título público apostando a la caída de su valor, para luego recomprarlos a un precio más bajo. En este sentido, Merkel aseveró durante una intervención en el Parlamento alemán que si el G-20 no adopta medidas urgentes contra la especulación financiera, la Unión Europea creará un impuesto para este sector. “El euro está en peligro, y si no hacemos frente a esta situación, las consecuencias serán incalculables para el bloque”, agregó la canciller. Una vez que se conoció la medida, sumada a las palabras de la funcionaria, los especuladores reaccionaron y empujaron el euro a su cotización mínima en los últimos cuatro años y las Bolsas se desplomaron. Por su parte, Francia criticó la unilateralidad en la toma de decisiones por parte de Alemania.

El ente regulador del mercado financiero alemán justificó la medida por “la extraordinaria volatilidad” de los títulos de deuda de Estados de la zona euro. Además de las operaciones con títulos de deuda soberana, la prohibición también recayó sobre la especulación a la baja contra algunos tipos de seguros contra impago de los títulos públicos. La medida estará vigente hasta el 31 de marzo de 2011.

El anuncio de la primera potencia de la Unión Europea se complementó con las duras palabras de Merkel, quien aseveró que si el bloque no se decidía a implementar una fuerte regulación sobre el sistema financiero, el euro podría desaparecer. “Quiero que Europa se comprometa con una nueva cultura de la estabilidad. Nosotros hemos dado pruebas de ello. Las reglas no deben orientarse en base a los más débiles, sino en base a los más fuertes”, afirmó Merkel. Con estas palabras, la canciller justificó la unilateralidad en la toma de decisiones.

El primer país en criticar la nueva regulación alemana fue Francia, la segunda potencia de la Unión Europea. La ministra de Economía gala, Christine Lagarde, afirmó que su país no está “considerando prohibir las ventas en corto al descubierto de papeles de deuda soberana de Europa” y manifestó que no fue consultada por Alemania al respecto. “Me parece que se debería al menos pedir consejo a otros Estados miembros preocupados por esta medida”, agregó la ministra.

Quien también puso el grito en el cielo fue el comisario de la UE para Mercados Internos y Regulación Financiera, Michel Barnier: “Estas medidas serán más eficientes si se coordinan a nivel europeo. Es importante que los Estados miembros actúen juntos y que diseñemos un régimen para evitar el arbitraje regulatorio y la fragmentación tanto en la UE como a nivel global”. Según Barnier, la medida de Alemania contra las operaciones de corto debería ser discutida en la reunión de ministros de Finanzas de mañana.

En Alemania también reconocen que existen diferentes visiones sobre la regulación de los mercados tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos. El actual gobierno de David Cameron se opone a las trabas en las operaciones de corto, ya que en su país se encuentra el mayor stock de esa deuda especulativa. “Ciertas formas de la economía financiera tienen que acabar, pero Estados Unidos y el Reino Unido son muy reticentes. Hay que sentarse a hablar con ellos”, afirmó el ministro del Interior germano, Thomas de Maiziére,

Más allá de estas medidas, la mirada de los europeos está puesta sobre los vaivenes del euro. Las palabras de Merkel (“el euro está en peligro”) generaron nerviosismo entre los inversores –y especuladores–. La cotización de la moneda del bloque tocó el mínimo de los últimos cuatro años, aunque sobre el cierre hubo una recuperación y se especuló con que el BCE había intervenido en defensa de la moneda común.

Por otro lado, la Comisión Europea ya propuso hace una semana que, a partir de 2011, los presupuestos de los países de la zona euro sean sometidos a un examen colectivo europeo, antes de ser adoptados por los correspondientes parlamentos nacionales. La iniciativa ya está en estudio en los diferentes países de la eurozona, a pesar de las fuertes críticas que ya se realizaron sobre la propuesta.