Jue 09.01.2003

ECONOMíA  › OPINION

Poco o nada de peronismo

› Por Julio Nudler

El gobierno de Eduardo Duhalde acaba de vivir sus días menos peronistas. Dos importantes decisiones lo alejaron de lo que se supone es el ideal justicialista. Por una de ellas desactivó la intención de inducir con medidas fiscales una reducción en los precios de la canasta básica alimentaria, cuyo costo define la línea de indigencia. El programa debía ser solventado por la exportación a través de un aumento en las retenciones. Ante la reacción de los afectados, el alcance y el cronograma del plancito quedaron en la indefinición, a la espera de ver qué sucede con los precios.
Mientras los indigentes bajaban un escalón en las prioridades oficiales, por otra decisión clave volvió a desmontarse el control de cambios en lo referido a la cuenta corriente del balance de pagos. Entre otras liberalidades, las empresas podrán remesar a piacere intereses, regalías y utilidades al exterior, todo lo cual debería servir para aumentar la demanda de dólares. Medidas tan alejadas del populismo que suele asociarse con el PJ, salvo en su vertiente menemista, fueron saludadas con beneplácito por los economistas liberales y calificadas con un “positivo” por Ambito Financiero.
De todas formas, como el Ministerio de Economía no quiere romper del todo con la tradición peronista de su cúpula, fuentes de la cartera dicen haberle arrancado un compromiso al nuevo tándem conductor del Banco Central, formado por Alfonso Prat Gay y Pedro Lacoste: si mañana se diera vuelta la tortilla en el mercado cambiario y el dólar empezara a dispararse, se reimplantarían los mecanismos de control, forzando oferta y vedando demanda. El BCRA no podría oponer ningún reparo ideológico. Todo lo que cuenta es que el dólar no baje de 3,30 ni escape por encima de 3,70.
Obviamente, no permitir que el dólar siga bajando ni volcar recursos fiscales para abaratar los alimentos básicos son actitudes que colocan al gabinete duhaldista en pleno campo de la ortodoxia. Aquí mandan los conceptos monetarios. Como comprar dólares para las reservas conduce a emitir demasiados pesos, con peligro de inflación, es mejor que se giren más divisas al exterior, y hasta no vendría mal que un poco de fuga de capitales se llevara parte del enorme superávit comercial, conseguido por la Argentina mediante un ajuste sin precedentes de su economía, consistente en la destrucción del consumo de su población. No es extraño que la política económica resulte a veces tan difícil de entender.

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