Dom 22.08.2010

ECONOMíA  › OPINION

“La Agonía”

› Por Alfredo Zaiat

“Designado profesor en una escuela de Baeza, Machado llegó a la ciudad hispánica y se presentó en el colegio en busca del rector; la escuela estaba cerrada y a su llegada apareció el portero, quien le dijo:

“–El señor rector está en este momento en la agonía”.

Al oírlo, Machado se acongojó y preguntó:

“–¿Tan grave es el mal?”

“–Nada de eso –le contestó el portero. El señor rector está en su tertulia, en el Círculo de Labradores. Y aquí, lo llamamos a ese círculo ‘La Agonía’, porque los labradores siempre se están quejando”.

Este párrafo extraído del libro De Memoria. Pantalones cortos, de Arturo Jauretche, publicado en diciembre de 1972 por la Editorial Peña Lillo, es una necesaria introducción para el debate inaugurado por Mempo Giardinelli con el empresario del agro Gustavo Grobocopatel en las páginas de este diario. Esa polémica ya ha tenido un par de intercambios, con una intervención ilustrada de Aldo Ferrer. El autor del clásico La economía argentina ha brindado una lección de política económica en su misiva a uno de los más grandes productores de soja del país. Es una carta que aporta claridad a una puja política mediática alimentada de confusión por los principales actores de la actividad agropecuaria acompañados en ordenada fila por representantes de fuerzas políticas de origen diverso. Ferrer le explicó a Grobocopatel, con serenidad de profesor, que desvincular las retenciones del análisis del tipo de cambio es una falta generalizada, lo que reduce equivocadamente la cuestión a su impacto en la distribución del ingreso. Con los derechos de exportación a la producción primaria lo que está en juego es la estructura productiva y el desarrollo económico, remarcó Ferrer. Es muy sencillo de entender con poco esfuerzo sin necesidad de mencionar en forma parcial experiencias en Finlandia, Brasil o Chile, incluidas en la réplica de Grobocopatel.

Para avanzar en el desafío que propone Ferrer, se rescata uno de los documentos más relevantes de Marcelo Diamand, también empresario y lúcido pensador de la realidad económica. Es el ensayo publicado en 1972 en la revista Desarrollo Económico, bajo el título “La estructura productiva desequilibrada. Argentina y el tipo de cambio”, Diamand sostenía que el desequilibrio de la estructura productiva argentina se debe a la existencia de dos sectores con realidades muy diferentes: el agropecuario, que goza de ventajas naturales y una productividad particularmente alta, y un sector industrial, con una productividad mucho menor. En base a esa premisa, afirmaba la necesidad de adoptar tipos de cambios diferenciales, con un dólar más alto para la industria, que la proteja razonablemente e incentive su desarrollo exportador. Ese tipo de cambio industrialista se obtiene hoy mediante retenciones al sector agropecuario, siendo una de las herramientas propuestas por Diamand. También mencionaba la opción del desdoblamiento cambiario o la de reintegros a la exportación industrial. Destacaba que el hecho de que el tipo de cambio se determine en base al sector más productivo se convierte en el determinante central de la falta de exportaciones industriales, lo que inicia la cadena de acontecimientos que culmina con las crisis y con el estancamiento argentino. Diamand señala que este factor central del cual derivan las múltiples deformaciones de la economía argentina no refleja ninguna ley de naturaleza, sino que se arrastra por tradición desde las estructuras productivas desequilibradas. Aconsejaba que “cualquiera que sea el esquema cambiario tiene que cumplir una condición: tiene que existir un consenso a nivel de los sectores dirigentes de que se está tomando una medida en la estructura real de productividades y no de un estímulo temporario otorgado de lástima a una industria ineficiente. Unicamente en este caso se podrá hacer una promoción realmente enérgica y además darle el carácter verdaderamente estructural y permanente a la medida”.

Ferrer continúa con ese legado reflexivo de Diamand al escribir en la carta abierta a Grobocopatel que “para el único fin para el cual las retenciones son insustituibles es para establecer tipos de cambio diferenciales, que es lo que realmente importa para la competitividad de toda la producción interna sujeta a la competencia internacional”. Esta problemática no es exclusiva de la economía argentina. Todos los países utilizan variadas herramientas de política económica (aranceles, subsidios, tipo de cambios diferenciales) para administrar el impacto de los precios internacionales sobre las realidades internas, con el objetivo de defender los intereses “nacionales”, señala Ferrer. Para adelantar que “el pleno desarrollo del país irá eliminando los actuales desequilibrios y transformando la formación de los precios relativos, lo cual permitiría unificar el tipo de cambio, eliminar las retenciones y emplear otros instrumentos para ‘administrar’ las señales que transmite el mercado internacional”.

En la carta de respuesta, Grobocopatel afirma que es partidario de reemplazar las retenciones, no de eliminar el pago de impuestos. Se refiere a la propuesta del pago a cuenta del Impuesto a las Ganancias o de aplicar un tributo a la tierra. Uno de los productores referentes del país e integrante como vocal de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) por Los Grobo Agropecuaria minimiza así el grave problema de evasión del sector. Respecto al grado de cumplimiento con el fisco, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reveló unos datos sorprendentes la semana pasada. En un extenso discurso de casi una hora, interrumpido por tibios aplausos en cinco oportunidades y un sexto de despedida, en el 126º aniversario de la Bolsa de Comercio de Rosario, cuya actividad principal es la compraventa de granos, la primera mandataria detalló que el año pasado el sector alimentos facturó, según declaraciones juradas presentadas a la AFIP, 147.569 millones de pesos.

Con un conflicto sectorial que se arrastra desde hace poco más de dos años, las cifras expuestas en la casa bursátil de los hombres de negocios del agro adquieren una relevancia ocultada por gran parte de la prensa. Resultan muy ilustrativos los siguientes números expuestos en ese amigable auditorio:

- En los 147.569 millones de pesos facturados en el rubro alimentos están excluidos los despachos de bebidas, vino, exportación primaria de granos.

Son ventas realizadas por el complejo oleaginoso, carnes, hortalizas, frutas, lácteos, molinos harineros.

- ¿Cuánto se recaudó por el Impuesto a las Ganancias de esa actividad?: apenas 2120 millones de pesos.

- Por derechos de exportaciones en esos rubros ingresaron al fisco 17.500 millones de pesos.

Las ventas al mercado externo sumaron 77.000 millones, que tributaron 1900 millones de Ganancias y el monto mencionado por retenciones.

- En cambio, las ventas por 67.000 millones de pesos al mercado interno sólo derivaron en un pago de Ganancias por apenas 220 millones de pesos.

Son cifras notables de la elevada evasión de la actividad agropecuaria. Una condición indispensable para profundizar un debate necesario sobre las retenciones, la soja, el medio ambiente, los precios internos y la estructura productiva y el desarrollo nacional es cumplir con la responsabilidad fiscal básica de pagar impuestos.

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