Los precios minoristas subirán este año entre 1,7 y 1,9 por ciento mensual, mientras que los mayoristas treparán por mes entre 2,5 y 2,8 por ciento. Esto es lo que espera que suceda Ecolatina, la consultora que creó el actual ministro de Economía, Roberto Lavagna. Según el mismo pronóstico, el dólar valdrá a fin de año entre 3,50 y 3,80 pesos. Todo esto siempre que se cierre finalmente el acuerdo corto con el Fondo Monetario, que las tarifas sean reajustadas en un 20 por ciento promedio, que se mantenga “una política fiscal y monetaria austera” y que no se generen desequilibrios políticos a raíz del proceso electoral “que atenten contra la estabilidad económica”. ¿Que estalle el conflicto en el PJ? ¿Que gane Lilita Carrió, por ejemplo?
Ecolatina percibe, según detalla en su último informe semanal, diversos riesgos en el horizonte. Por un lado, ve que la emisión de pesos contra la compra de dólares por el Banco Central (el viernes ocurrió lo opuesto) está (o estaba) volviéndose excesiva en términos de la demanda monetaria (la disposición del público a mantener saldos líquidos en pesos) y amenazando con presionar sobre los precios, notoriamente estables durante el último trimestre. Esta prevención encubre una objeción a la política de dólar alto propulsada por Lavagna, ya que era esa estrategia la que forzaba las compras por parte del Central.
Como remedio se optó por relajar el control de cambios, flexibilización que reduciría la oferta y aumentaría la demanda de dólares. Pero Ecolatina ve peligros en esa opción porque en el otoño, cuando se ingrese en las vísperas electorales, “es probable que los agentes económicos demanden cobertura en dólares frente a la incertidumbre”. En segundo término, advierte la consultora, “la estrategia avanza en el buen sentido de liberalizar las relaciones comerciales, pero da escaso margen para volver atrás en caso de convertirse en extremadamente flexible”.
Especulando con diversas proyecciones, Ecolatina prevé para este año una gradual apreciación del peso respecto del dólar, del euro y del real. El mayor atraso cambiario (superior al 20 por ciento) sobrevendría respecto de la moneda brasileña, después que en el 2002 fuera el real el signo en relación al cual menos se depreció el peso. Frente al dólar y al euro las pérdidas de competitividad serán sensiblemente inferiores este año. En todos los casos, sin embargo, “las expectativas de retraso cambiario serán poco importantes en relación con las ganancias de competitividad obtenidas en 2002”. Esto significa que la Argentina seguirá siendo un país barato, si bien no tanto como ahora.