Roberto Lavagna ya firmó un decreto de necesidad y urgencia por el cual se establecen fuertes castigos a las petroleras en caso de que aumenten los precios de los combustibles por el alza que está experimentando el petróleo en los mercados internacionales. La norma, según comentó a sus íntimos el propio ministro, cuenta con el respaldo de sus colegas en el gabinete nacional y ya está a la firma de Eduardo Duhalde. Las empresas, por su parte, hicieron su propuesta para mantener los actuales valores, pero en el equipo económico existen resistencias.
La semana que viene será clave en las negociaciones. Ayer, por quinta jornada consecutiva, el barril de crudo WTI –referente del mercado argentino– cerró por encima de los 35 dólares, el tope a partir del cual se cae el acuerdo de estabilidad en las naftas si persiste por más de diez días. En Nueva York, el crudo WTI finalizó en 36,80 dólares, con un alza de 44 centavos con respecto a la cotización anterior. Desde que se rubricó el pacto gobierno-petroleras, hace 40 días, el crudo subió 5 dólares, equivalente al 15,7 por ciento. La suba obedece a que cada vez parece más cercana la posibilidad de un ataque de Estados Unidos a Irak.
El decreto que preparó el ministro de Economía establece una nueva escalada de retenciones móviles a las exportaciones de petróleo. De esta manera, el Estado capturaría toda la facturación que surja del excedente de 35 dólares por barril. Si bien esa medida desincentivaría el traslado de la suba del crudo a los precios internos, lo cierto es que las petroleras podrían elevarlos. “En ese caso, las empresas actuarían como oligopólicas y las denunciaríamos ante Defensa de la Competencia”, razonó un miembro del equipo económico ante la consulta de Página/12. Para Economía, las productoras como Repsol-YPF o Petrobras no tendrían demasiadas razones para subirse a la escalada del precio internacional, como sí se fundamentaría en los casos de las refinadoras Shell y Esso.
La oferta que las petroleras le hicieron llegar directamente a Eduardo Duhalde consiste en una rebaja de las retenciones a las exportaciones, que en la actualidad se sitúan en el 20 por ciento. “Es la mejor manera de dejar intactos los precios”, dijo el directivo de una de las compañías a este diario. Al mismo tiempo, el ejecutivo mencionó que una suba de la carga impositiva “ahogaría” al negocio. “Antes de que el Estado se quede con todo preferiríamos dejar de exportar”, advirtió.
Por ahora, las petroleras prefirieron rehuir a una pulseada con el Gobierno. Aseguran que todavía hay tiempo para negociar, aun cuando el precio del crudo continúe por encima de los 35 dólares. “Podríamos aplicar mecanismos transitorios mientras se define la estrategia de mediano plazo”, sugirieron en una de las petroleras. En las empresas aceptan que es muy complicado el manejo de variables en momentos en que la situación internacional se presenta muy volátil y con final impredecible. Por eso el planteo fue eliminar las retenciones a menos que, en algún momento, el barril de crudo caiga a 25 dólares.
Si bien el ministro de Economía no dio pistas sobre esta oferta, un íntimo suyo fue terminante en su diálogo con Página/12: “Lavagna no aceptará disminuir, y mucho menos eliminar las retenciones. Sería un regalo para empresas que muestran altos niveles de rentabilidad”. Por otra parte, en el Palacio de Hacienda destacan que el tipo de cambio se encuentra muy por debajo al nivel máximo contemplado en el acuerdo, que fue de 3,65 pesos por dólar. Cerca de Lavagna piensan que un dólar bajo como el actual le da margen al Gobierno para negociar una mayor flexibilidad de las petroleras.
El acuerdo en vigencia implica que, a pesar de la suba, las refinadoras consigan el crudo a 28,50 dólares por barril. La diferencia con el valor de mercado se computa en un fondo de compensación a favor de las productoras, que lo cobrarán cuando el precio del petróleo baje de 28,50 dólares. Una marca que ahora parece muy lejana.