La polémica que volvió a abrirse con Brasil por disputas comerciales despertó un firme apoyo al Ministerio de Industria argentino de parte de representantes de los denominados “sectores sensibles” de la economía. Esto es, los más expuestos a la competencia extranjera, principalmente de origen brasileño. Los industriales locales rechazaron los reclamos del gobierno brasileño y repudiaron su decisión de imponer nuevas trabas al ingreso de productos argentinos.

Pedro Bergaglio, presidente de Fundación Pro Tejer, opinó que “la virulencia del reclamo comercial de Brasil es absurda; Brasil es una economía virtualmente cerrada, sus compras externas representan apenas el 9 por ciento de su producción, mientras que para la Argentina sus importaciones globales equivalen a más del 14 por ciento de su producto”. El dirigente textil destacó que “las exportaciones de bienes industriales de Brasil no han podido recuperar los valores previos a la crisis internacional y se volcaron masivamente al mercado nacional”, lo cual amenaza con provocar un grave daño a la producción argentina. Precisó que, desde 2003, “se cuadruplicaron sus ventas a la Argentina, superando en 2010 los 16.000 millones de dólares, lo que representa un tercio de las compras nacionales de bienes industriales”. Añadió que “las ventas industriales argentinas a Brasil sólo explican el 5,5 por ciento de las compras brasileñas totales”, lo que da cuenta ampliamente de la asimetría entre ambas economías y la desproporción, a su criterio, del reclamo brasileño.

Por su parte, el presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Osvaldo Cornide, remarcó que “hay que defender a la industria nacional”, y pidió que “la Argentina no modifique su política de protección industrial a través del mecanismo de licencias no automáticas”.

“La Argentina ha cumplido permanentemente con Brasil sus compromisos de intercambio comercial pese al déficit que sufre en ese sentido”, subrayó Cornide. Agregó que “la aplicación de licencias no automáticas a la importación de productos sensibles está fortaleciendo la producción nacional, evitando el desplazamiento de productos fabricados por pequeñas y medianas industrias y preservando actividades donde se concentra el 43 por ciento del empleo industrial”. Por esta medida, la CAME señaló que en 2010 y 2011 “se habrán sustituido importaciones por más de 11.000 millones de dólares, dando lugar a la creación de 65.000 nuevos empleos industriales”.

En una carta enviada a su par brasileño, Fernando Pimentel, la ministra de Industria, Débora Giorgi, advirtió que los distintos tipos de obstáculos impuestos por Brasil al ingreso de productos argentinos representan una pérdida de oportunidades de exportación argentina por siete mil millones de dólares. En su misiva, Giorgi se refirió a inconvenientes de tipo “puntual” pero también “estructural”, motivados por la respuesta que dio Brasil a las aparentes demoras en la tramitación de las licencias no automáticas para productos enviados por ese país. El carácter de “represalia” que el gobierno argentino les adjudica a tales políticas quedó reflejado en el punteo de inconvenientes referidos por la ministra argentina:

- Aplicación de nuevas normas técnicas que dejan “fuera del mercado” a la producción argentina de aceite de oliva, producto en el que el país es el décimo productor mundial.

- Imposición de sello fiscal a bebidas alcohólicas, particularmente vinos, encareciendo costos a los exportadores argentinos, lo que la convierte en una virtual barrera de acceso.

- El cupo acordado para el ingreso de leche en polvo argentina “nunca fue cumplido, y los reclamos de Argentina han sido desoídos”.

- El antidumping aplicado a vajilla de vidrio de Argentina “fue más elevado que el que gravó a Indonesia”.

Entre los que el Ministerio de Industria calificó como “problemas de acceso de tipo estructural”, la nota a su par menciona perjuicios en los rubros “mosto a granel, productos agroquímicos, productos de línea blanca y cítricos”.