“Tengo un enorme respeto por Cavallo, lo considero un patriota, un hombre corajudo, un trabajador y de los pocos que tienen vocación pública”, decía Javier González Fraga en octubre de 2007. “Se equivocó con la convertibilidad y yo se lo hice saber desde el día uno”, agregaba.

–¿Cómo califica a Kirchner? –le preguntaban cuatro años antes, en septiembre de 2003.

–Con la máxima puntuación, por algo que extrañábamos en los últimos 20 años: el coraje para enfrentar a las mafias. Puede que haya habido excesos, que el estilo no guste, pero alguien que se anime a enfrentar a la mafia del PAMI merece mi reconocimiento.

Esa opinión sobre Kirchner cambiaría radicalmente con el tiempo y ya en enero de 2010, cuando estalló la pelea por el uso de reservas del Banco Central para pagar deuda, lo tildaría de torpe y autoritario. Sin embargo, apoyó la medida y sostuvo que sería “absurdo” no apelar a ese recurso.

Este economista de 63 años, dos veces presidente del Banco Central con Carlos Menem –entre 1989 y 1991–, egresado de la Universidad Católica, admirador de Keynes y de su opuesto, Von Hayek, el padre filosófico del neoliberalismo que reinó desde mediados de los ’70, es inclasificable en una primera aproximación. Es una figura que reivindica tanto la Unión Industrial Argentina por su discurso productivista como el establishment empresario y financiero, por su apego a las reglas de la ortodoxia. Desde esos espacios, en definitiva los poderes fácticos de la economía le reconocen su cualidad para ir contra la corriente, con opiniones siempre categóricas y marcando rumbos.

Por ejemplo, en la campaña electoral de 2007, cuando trabajaba como coordinador de los equipos técnicos de Roberto Lavagna, sorprendía al descalificar a su jefe político descartando el agotamiento del modelo, negando que hubiese problemas con la inflación y que se aproximase una crisis.

Los detractores de González Fraga, empezando por los economistas heterodoxos, le reprochan que a la hora de las definiciones suele inclinarse por las posiciones más conservadoras, abandonando el discurso heterodoxamente correcto. Por ejemplo, el 29 de octubre de 2008 decía: “Que el Gobierno abandone el proyecto de (estatizar) las AFJP y pida perdón por haberlo planteado”. “De aprobarse en el Congreso, se acelerará la desconfianza en la gente, que se va a plantear cuál será el próximo botín que va a querer manotear el Gobierno. Va a huir de los bancos, va a salir de los títulos públicos y va a haber una circunstancia fiscal más difícil”, advirtió, sin que ese apocalipsis se verificara en los hechos. “Ha sido un grosero error, un error garrafal el haber siquiera tocado este tema”, agregaba en su evaluación de un tema fundante de la economía cristinista.

González Fraga es cuñado del fallecido escritor Ernesto Sabato y tío del músico Antonio Birabent. Entre sus ahijados en economía se cuentan Martín Lousteau y Alfonso Prat Gay. A finales de los ’80 representó a Gaith Pharaon, luego acusado de lavado de dinero. A finales de los ’90 fue dueño de La Salamandra, la productora de dulce de leche con la que tuvo un gran éxito inicial y después tuvo que vender en ruinas. Fue vicepresidente de la Bolsa de Comercio y estuvo cerca de presidir el Fondo Nacional de las Artes en 2004, por ofrecimiento de Néstor Kirchner. Actualmente, forma parte del directorio de Peugeot. Y ahora es candidato a vicepresidente de la Nación.