Brasil negó ayer que existan problemas comerciales con la Argentina, y el propio ministro de Desarrollo brasileño, Fernando Pimentel, explicó que “existe un pacto de convivencia aduanero para evitar que se acumulen productos en la frontera”. “Cuando se acumula mucho, liberamos; y del otro lado de la frontera, hacen lo mismo. Es lo que se hace”, agregó en referencia a los 10 mil autos que aún no llegaron a destino. Pimentel también desmintió que se tratara de “40 mil vehículos” como había publicado un matutino porteño. Su declaración coincide con las expresadas el jueves por fuentes de Industria, que aclararon que se trataba sólo de “10 mil unidades”.

El diferendo comercial surgido por la aplicación de licencias no automáticas a los autos argentinos a comienzos de mayo, quedó resuelto el pasado 2 de junio, cuando la ministra de Industria, Débora Giorgi, y Pimentel destrabaron el intercambio de vehículos y establecieron que las controversias en los distintos sectores se diriman a través de acuerdos entre privados con el apoyo oficial. En lo que refiere específicamente al comercio automotor, quedó consolidado el nuevo esquema de intercambio con licencias no automáticas de importación, que establecen que el gobierno brasileño tiene hasta 60 días para permitir cada operación. No obstante, se acordó que la entrega de licencias demoraría 10 días como máximo, plazo que conformó a las automotrices.

Cristina Fernández y Dilma Rousseff no intervinieron públicamente, pero las directivas a sus funcionarios fueron claras: poner los puntos en común por encima de las diferencias y evitar así que las rispideces desgastaran la relación. Por ese motivo, las partes cedieron en sus pretensiones para resolver las cuestiones más urgentes y el resto de los temas que se habían puesto sobre la mesa de negociación se sumaron a la agenda de las próximas reuniones de cuadros técnicos.