Mar 12.02.2002

ECONOMíA  › LA FLOTACION

Casi nadie se atreve a cantar victoria

En Economía y en el Banco Central respiraron aliviados. El debut fue mucho más tranquilo que lo esperado. Hubo largas colas en las casas de cambio, pero había más vendedores que compradores. Los exportadores liquidaron divisas. Y los bancos y grandes empresas no participaron del mercado. Restricciones e iliquidez controlan al dólar libre.

› Por Claudio Zlotnik

El día del debut del dólar libre, el Gobierno la sacó barata. El billete cerró entre 2,0 y 2,10 pesos para la venta en las casas de cambio, en línea con el último cierre previo al feriado cambiario. No fue necesaria la intervención del Banco Central y los exportadores liquidaron divisas, lo que ayudó a calmar al mercado. Frente a las agencias se formaron largas filas de gente que no sólo intentó cubrirse de una eventual disparada del dólar sino también de aquellos que vendieron divisas para hacerse de pesos. En la mayoría de los casos se trató de pequeñas operaciones de no más de 1000 dólares. Consultado por este diario, el director de un banco líder de plaza resumió en diálogo con Página/12 la idea que ayer tuvo consenso entre los financistas: “No hay que festejar. Para sacar conclusiones habrá que esperar al menos una o dos semanas. Recién ahí podremos intuir cuál será el valor de equilibrio del dólar”.
El cierre de las operaciones llevó distensión a los funcionarios de Economía y del Banco Central. En ambas dependencias oficiales, la lectura sobre la estabilidad del dólar era parecida. “El mensaje disuasorio del Gobierno tuvo un efecto positivo. La gente entendió que en el Central hay reservas suficientes para defender el valor de la moneda”, analizó un funcionario en diálogo con este diario.
Al final de la jornada, la misma distensión de los funcionarios era compartida por Miguel, un desempleado de 38 años que, a diferencia de la mayoría de la gente que lo rodeaba, no se acercó al microcentro para comprar o vender dólares. “Te cubro la fila por 5 pesos”, rezaba el cartel impreso que se había colgado del cuello. Miguel había llegado a dedo desde el Gran Buenos Aires porque no le alcanzó para el pasaje. Al final de la tarde se lo veía sonriente: lo habían entrevistado las grandes cadenas de televisión internacionales y contaba los billetes que se ganó por la changa.
La jornada del estreno del dólar libre podría dividirse en tres. A primera hora, con largas filas frente a las casas de cambio, y con el dólar disparándose hasta los 2,50 pesos en algunas agencias. El segundo tramo apareció después del mediodía, cuando hubo exportadores que liquidaron divisas ayudando a la descompresión del mercado. Y el tercero ya cerca del cierre, bajo una lluvia copiosa, con un dólar desinflándose a los valores mínimos del día.
Dólar caliente.
Para ganarles de mano a sus competidoras, algunas casas de cambio abrieron a las 9.40, veinte minutos antes de la hora pautada. Casa América (San Martín esquina Sarmiento) picó en punta: 2,10 para la compra y 2,50 para la venta. Le siguió Banco Piano y Puente Hermanos (1,90 y 2,30). Giovinazzo, la otra agencia grande de la zona, fijó en sus pantallas 2,0 y 2,20. En esa hora inicial de la mañana ya podía palparse el termómetro del mercado: había más aglomeración frente a Casa América porque era la que más pagaba por los dólares. Frente a esta realidad, en media hora la agencia bajó los precios: 1,80 para la compra y 2,20 para la venta. El momento más tenso se vivió al mediodía, cuando por las angostas calles de la city desfilaron columnas de gente protestando por el corralito y ensayaban un escrache a diversos bancos.
Dólar tibio.
Las restricciones que el Gobierno pergeñó para mantener controlado al dólar tuvieron éxito. En la puerta de las casas de cambio se pegaron recordatorios de que la gente sin DNI no podía comprar dólares. Salvo casos específicos, también se prohibieron las operaciones con cheques, que en las semanas anteriores habían presionado al tipo de cambio, y los bancos se excusaron de vender dólares. Por otra parte, en bancos líderes consultados por este diario no se detectó retiros masivos de las cuentas sueldo, que ayer quedaron liberadas. Pero lo que ayudó a mantener a raya el tipo de cambio fueron las liquidaciones de divisas realizadas por los exportadores, con quienes el Gobierno firmó acuerdos a fines de la última semana. Se calcula que estas multinacionales deben vender unos 1000 millones de dólares que tienen retenidos por ventas ya efectuadas. Esas operaciones serán paulatinas pero ya comenzaron. Esos dólares, que ingresan a través de los bancos con los que operan las exportadoras, pasan rápidamente a engrosar las reservas del Banco Central. Esos billetes servirían para defender al peso en caso de una masiva corrida contra la moneda. Según pudo saber este diario, las compañías vendieron entre 1,85 y 1,95 peso. Desde el lado de las importaciones, sector que demanda divisas, también existen serios límites: la falta de crédito y las restricciones impuestas por la autoridad monetaria para girar dólares también quitan presión sobre el dólar.
Otro factor que influyó fue el escaso pedido de dólares por parte de las empresas. Para comprar, las compañías deben fundamentar la operación ante el Central, que debe autorizarla.
Dólar frío.
El chaparrón del final de la tarde espantó del microcentro a los operadores y curiosos antes de tiempo. Un hombre que había esperado sentado al costado de la puerta de acceso de Puente Hermanos un rebote alcista para vender sus dólares optó finalmente por irse. Otro preguntó si le aceptaban sus patacones para comprar dólares. “Sí, pero al 90 por ciento del valor nominal”, le respondieron. Ese también se alejó. Aunque habían apresado a una decena, algunos “arbolitos” compraban dólares a 1,85 sobre la avenida Corrientes. Eran los últimos murmullos de la tarde. Seguramente, hoy volverán los apretujones y las pantallas calientes en las casas de cambio.

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