ECONOMíA › LA CUMBRE DEL G-20 COMO SINTOMA DE CAMBIOS EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
› Por David Cufré
Desde Cannes
Los resultados de la cumbre del G-20 dejaron entrever el cambio en la relación de fuerzas que se está produciendo entre las potencias tradicionales y las que vienen en ascenso. Es una transformación en proceso, cuyo alcance todavía es incierto y dependerá de cómo se muevan unos y otros. La crisis económica lleva ya más de tres años. Es un tiempo impensado si se toma en cuenta que quienes están bailando sobre la cuerda floja son Estados Unidos y la Unión Europea, comandada por Alemania y Francia. La primera señal del debilitamiento relativo de esos países fue la propia convocatoria al G-20 para dar respuesta a la debacle financiera, que estalló en septiembre de 2008 con la caída del banco norteamericano Lehman Brothers. Antes de ese hecho, cualquier situación importante en materia internacional era resuelta en exclusiva por el G-8, el club de los ya no tan pesos pesados que integran aquellos tres países más Gran Bretaña, Japón, Rusia, Italia y Canadá. Estas naciones necesitaron sumar a otras doce para darles legitimidad a las acciones que se habrían de emprender en respuesta a la crisis. Entre ellas, China, India y Brasil, y también la Argentina. La reunión de presidentes del G-20 que terminó anteayer en Cannes volvió a confirmar la influencia creciente de los países emergentes.
Al menos en economía, una década atrás nadie hubiera apostado un peso a que una Presidenta argentina pudiera decirles a los jefes de Estado de los países centrales que están haciendo todo mal en el manejo de su crisis. Eso fue lo que ocurrió el último jueves cuando Cristina Kirchner habló en el foro. Lo usual, durante décadas, era al revés. En julio de 2002, el gobierno de Eduardo Duhalde se resignó a que el FMI enviara a Buenos Aires una comisión de “economistas notables” para que dieran instrucciones. Tampoco nadie podía imaginar que el presidente de Estados Unidos le iba a decir al de Francia que tenían que “tomar como ejemplo” a la mandataria argentina por su triunfo electoral. Pudo haber sido una galantería, pero no es menos cierto que la cuestión de los liderazgos políticos está jugando un papel central en el desenvolvimiento del escenario internacional.
Fernández de Kirchner acaba de obtener un triunfo aplastante, la segunda reválida del proceso que arrancó en 2003. Como planteó Gabriel Tokatlian en este diario la semana pasada, la secuencia fue 22 por ciento Néstor Kirchner, 45 por ciento CFK y 54 por ciento el 23 de octubre. En Brasil ocurrió otro tanto con Lula da Silva, que ganó en 2002 con 46 por ciento en primera vuelta y 61 en la segunda, obtuvo la reelección en 2006 con 49 y 61 por ciento, respectivamente, y le pasó la banda a Dilma Rousseff este año después de que sacara 47 y 56 por ciento. De los países del G-8, uno forma parte también de los Brics. Es Rusia, que decidió poner un pie en este equipo junto a Brasil, India, China y Sudáfrica al advertir su potencialidad como actores globales. Un repaso sobre la situación de los jefes de Estado de los otros siete países muestra sus limitaciones.
- Estados Unidos. Obama sufrió un duro revés en las elecciones de medio término del año pasado y deberá esforzarse para ganar en noviembre de 2012.
- Alemania. 2011 es un año electoral clave, con votaciones en los estados federados que después repercuten en la conformación de mayorías en el Parlamento. Hasta ahora, en seis de siete elecciones en esos distritos el partido de Angela Merkel y sus aliados perdieron terreno.
- Francia. Nicolas Sarkozy también viene perdiendo elecciones regionales y cedió el control del Senado. El candidato socialista, François Hollande, lo supera cada vez por mayor margen en los sondeos para mayo de 2012.
- Italia. Silvio Berlusconi se encuentra en una situación política muy delicada, que podría eyectarlo del gobierno en cualquier momento. Hasta ahora logró sortear varias crisis, pero es una incógnita si podrá mantenerse hasta marzo de 2013.
- Inglaterra. David Cameron gobierna hace más de un año y medio y si bien su base política es la más sólida de los líderes de Europa, el plan de recorte de gastos genera un malestar creciente.
- Japón. El país sufre desde hace años una rotación de jefes de gobierno, a causa de problemas económicos como el magro crecimiento del PBI, el peso de la deuda y la apreciación del yen.
- Canadá. El primer ministro conservador, Stephen Harper, ganó este año las elecciones generales por tercera vez consecutiva desde 2006 y obtuvo la mayoría absoluta, con un 39 por ciento de adhesiones en las urnas.
En estas condiciones de liderazgos en discusión en las grandes potencias y gobiernos consolidados en los países emergentes no resulta extraño que el documento de cierre de la cumbre incluyera varios de los puntos sugeridos por los Brics y naciones como la Argentina. En algunos casos, en coincidencia con Estados Unidos, Alemania y Francia, y en otros al imponer su posición gracias al peso cada vez más relevante de sus economías. La Unión Europea esperaba que China ofreciera un aporte significativo de recursos para el fondo de rescate de los países de la región. Sin embargo, el presidente Hu Jintao desinfló rápido esas expectativas e hizo tándem con Brasil para obtener lo que habían ido a buscar: un mayor reconocimiento dentro del FMI. El G-20 aprobó que los Estados que lo deseen podrán hacer aportes voluntarios al organismo –esa posibilidad estaba vedada hasta ahora– y con ello se instrumentarán nuevas líneas de crédito flexible. Los Brics reclaman desde 2008 que se les reconozca mayor voz y voto y con esta nueva medida, podrán volcar recursos al Fondo y “comprar” una mayor participación de cuota, lo que equivale a más poder.
La cumbre de Cannes también estableció que el FMI deberá revisar de ahora a 2015 como máximo la composición de la canasta de las monedas de referencia . Los Derechos Especiales de Giro del Fondo lo integran el dólar, el euro, el yen y la libra. Ese proceso de revisión podría derivar en la incorporación del yuan para dar un mejor reflejo de la importancia de la economía china en el mundo. Las conclusiones del G-20 torcieron el rumbo respecto de lo que venía pasando en las cumbres de los últimos dos años, cuando las grandes potencias habían inclinado la balanza para dar señales promercado. Los Brics y países como Argentina tuvieron que ver con ese cambio. Lo más evidente fue la reincorporación de las cuestiones laborales al documento final. Allí figura que la recuperación del crecimiento, la generación de empleo y la promoción social deberán ser prioridades para revertir la crisis. Francia y Estados Unidos esta vez se sumaron. Por todas estas cuestiones fue que la Presidenta juzgó que la reunión de Cannes resultó positiva. En el mundo hay modificaciones en marcha, que podrán ir a mayor o menor velocidad, pero que ya son evidentes.
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