Sáb 31.12.2011

ECONOMíA  › PANORAMA ECONóMICO

Consumo popular

› Por Alfredo Zaiat

El principal motor de la economía en este año que termina ha sido el consumo privado. El gasto de los hogares se incrementó a un ritmo sostenido en cada uno de los trimestres debido al aumento de los ingresos en un dinámico mercado laboral. Otro factor fue el alza de transferencias públicas vía Asignación Universal por Hijo, cuyo monto subió 22 por ciento, y la mejora en un 37 por ciento en los haberes jubilatorios por los dos ajustes anuales definidos por la ley de movilidad previsional. Desagregando la demanda en tres componentes, consumo privado, consumo público e inversión, el primero representó casi el 52 por ciento del aporte al crecimiento del Producto Bruto Interno, acelerando su ya importante contribución de 46 por ciento que había alcanzado en 2010. Estas cifras traducen el motivo del insistente discurso oficial de defensa del mercado interno y del consumo como principal factor del crecimiento económico, que este año se proyecta por encima del 9 por ciento, y a la vez como uno de los amortiguadores más firmes de los embates de la crisis internacional.

El sencillo esquema, si bien tiene sus complejidades, consiste en aumentar el consumo, puesto que la mayor demanda impulsa la producción, alza que se sostiene con más inversión, aunque algunos sectores con posición dominante ajustan también por precios. El círculo virtuoso continúa con el eslabón de que más producción necesita más empleo, disminuyendo entonces la tasa de desocupación, y aumenta también los salarios, mejorando las condiciones materiales de la población. En resumen, el consumo colabora en forma relevante en el crecimiento de la economía. Este proceso es el opuesto al que se de-sarrolla en los países centrales sumergidos en una profunda crisis, que en lugar de impulsar políticas que favorezcan el consumo aplican medidas de ajustes que lo deprimen y, por lo tanto, orientan la economía a una recesión. Ante esa evidencia inmediata, la experiencia de los noventa en la región y la incertidumbre internacional de un eventual mayor deterioro en los países centrales, nada hace suponer que en el 2012 vaya a cambiar la estrategia oficial de incentivar el consumo popular.

Este camino tiene esa indudable lógica económica que implica crecimiento, empleo e inclusión social, y también política, puesto que un gobierno que genera diversas tensiones en variados frentes requiere de una tasa de crecimiento de media a elevada para reafirmar su legitimidad frente a un escenario de disputas sectoriales y presiones de facciones del poder económico. El perturbador panorama sobre la dinámica de la actividad mundial y su potencial efecto en la economía local puede derivar en una elevación del “ahorro precautorio”, que en Argentina adquiere en parte la forma de fuga de capitales, lo que moderaría el ritmo de aumento del consumo. Es probable entonces que en el nuevo año se crezca a un ritmo menor desde un nivel elevadísimo, según se admite en el último Informe de Inflación del Banco Central, pero el consumo privado seguirá siendo el aportante principal al crecimiento económico, sustentado en la suba de los ingresos de las familias producto en parte de la mejora de las condiciones laborales. El Central estima un aumento del PIB del 6 por ciento para el 2012, casi el doble de la proyección más optimista de los consultores de la city, que culminaron otro año equivocándose en los pronósticos lanzados en diciembre de 2010.

A diferencia de lo que continúa ocurriendo en muchos de los países europeos y en Estados Unidos, en la economía local influyen decididamente para su recorrido positivo las mejoras de ingresos a favor de los sectores con mayor propensión a consumir. En estas semanas de fiestas y comienzo de vacaciones se reiteran imágenes de consumo febril de grupos sociales de clase media y media alta, en shoppings de Capital o en playas de la costa bonaerense. Gran parte de los miembros de esos sectores, con más o menos intensidad, ha podido conservar un umbral de consumo digno a lo largo de los años, incluso en períodos de turbulencias. Ese comportamiento también estuvo alentado por las promociones y planes de financiación instrumentados por los comercios asociados con entidades financieras. En 2011, los préstamos al consumo aceleraron su crecimiento con una suba de 50 por ciento respecto del año anterior de los préstamos personales y un alza de 47,9 por ciento de la financiación con tarjeta de crédito.

El factor distintivo en el actual ciclo político es la irrupción de un consumo dinámico de una parte importante de la población que estaba en los márgenes o excluida del circuito económico. Ese consumo adicional al ya existente se fue acumulando en forma incremental año a año con el crecimiento del Producto y el fortalecimiento del mercado laboral, con mejoras del salario real. En 2011, las remuneraciones laborales siguieron creciendo, conjuntamente con el aumento del empleo, y resultaron en un alza de la participación de la masa salarial en el PIB. Así, el consumo privado se mantuvo como el componente que más contribuyó al crecimiento de la economía, dada su mayor participación en el Producto y su notorio incremento.

Un reciente informe de la consultora CCR dedicada a investigar el mercado del consumo permite observar esa ampliación a grupos que antes tenían solamente una estrategia de sobrevivencia y ahora adquirieron características más desarrolladas. Algunos datos reflejan la mayor densidad que ha adquirido el consumo popular y sirven para ilustrar ese nuevo panorama:

- Hace dos años se inauguró en pleno centro de La Matanza San Justo Shopping. El éxito de ese emprendimiento derivó en proyectos similares para González Catán, Benavídez y General Pacheco.

- En el interior también se inaugurarán nuevos centros comerciales. En total, en los próximos dos años se abrirán unos veinte, según un relevamiento realizado por empresas del sector, que explican que el factor dinamizador de la demanda se trasladó a la población ubicada en la base de la pirámide de ingresos. Según esa evaluación, la clase media alta porteña dejó de ser el principal motor de la demanda.

- El crecimiento de ese tipo de consumidores implicó que los comercios tradicionales de venta de alimentos, bebidas y productos para el hogar continuaran ganando participación de mercado a expensas de las grandes cadenas de supermercados, que igual retienen el 40 por ciento de las ventas de alimentos a nivel nacional, aunque antes de la crisis de 2001 concentraban el 46 por ciento.

- Además del avance de los comercios tradicionales, se mantiene firme la expansión de los autoservicios liderados por miembros de la comunidad china. Este año superaron los diez mil locales en funcionamiento.

El crecimiento del consumo tiene su máxima expresión en las economías regionales, según precisa la consultora CCR. De acuerdo con los últimos registros, hasta noviembre de este año las ventas de alimentos, bebidas, artículo de limpieza y tocador acumularon un alza del 3,4 por ciento en el interior, por encima de la suba en la Capital Federal y Gran Buenos Aires, que anotaron una mejora de 1,6 por ciento. En ciudades de menos de 100 mil habitantes el consumo subió 3,2 por ciento en ese lapso.

La ampliación del universo del consumo a los sectores populares, que ya va adquiriendo rasgos estructurales, establece una potente restricción a las recetas que proponen el enfriamiento de la economía por el lado de la demanda, como de una u otra manera aconsejan economistas del establishment. Cuando se adquieren costumbres consumistas, como bien sabe la clase media, no es una estrategia recomendable para los que gobiernan ni para aquellos que aspiran a ganar elecciones aplicar restricciones al consumo popular.

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