ECONOMíA › LA MARCHA MULTICOLOR QUE ABRIó EL FORUM SOCIAL
La multitudinaria y variada manifestación partió del viejo mercado, justo frente al negocio de los “asentados” agrarios, la misma tienda que ayer visitó Graziano como símbolo de su política en la FAO. Columnas y consignas para todos los gustos.
› Por Martín Granovsky
Desde Porto Alegre
Un cartel dice: “Chicos viviendo en la basura, nunca más”. Y al lado un grupo corea: “Diosre/cicla/Eldiabloin/cinera”. Es parte de la manifestación que
inaugura la presencia popular en las calles de Porto Alegre del Forum Social Temático. La marcha partió del viejo mercado de la Plaza Parobé, justo frente al negocio que la cooperativa de asentados del Estado de Rio Grande do Sul tiene para vender semillas, quinoa o arroz orgánico. El mismo negocio que visitó ayer, como símbolo de su política en la FAO, el director general José Graziano (ver aparte).
Al lado de la Loja da Reforma Agraria (“loja” es negocio en portugués) está la Lotería Gaúcha. Atienden vendedoras y vendedores con remeras rojas y la cara de Ernesto Guevara.
Emerson José Giacomelli, de 39 años, explica a este diario que el negocio vende los productos de la Cooperativa Central de los Asentados de Rio Grande do Sul. Pero “asentados” no significa lo mismo que puede entenderse con un primer golpe de comprensión.
“Primero es la acampada de nuestros campesinos, cuando llegan a una tierra”, dice Giacomelli. “Cuando se asientan es porque fueron consiguiendo la posesión”, cuenta, que igual que en la Argentina depende en buena medida de la cantidad de trabajo invertido a lo largo del tiempo en una tierra.
Los primeros asentamientos en Rio Grande do Sul, un estado de siete millones de habitantes, datan de 1979. Se profundizaron en los últimos años de la dictadura y en la vuelta a la democracia, en 1985.
La Cooperativa Central está vinculada con el poderoso Movimiento de los Sin Tierra, que lidera Joao Pedro Stedile.
La loja es pequeña, ordenada. De un lado asoma a la plaza y del otro a los pasillos del mercado, dominados por pescaderías de salmones y bacalaos. “Este es un espacio de articulación para que comercien sus productos 13 mil familias”, explica Giacomelli, que también tiene su remera roja, pero sin el Che a la vista. Producen arroz, granos como soja y trigo, lácteos. Tratan de especializarse en productos orgánicos. Algunas trabajan en forma mecanizada. Otros, de manera manual. Giacomelli sonríe cuando presenta la obviedad más interesante del negocio: “No está nada mal que tengamos esta loja en el mercado, que es uno de los orgullos históricos de Porto Alegre, que visitan compradores y turistas de Brasi y de todo el mundo, que se ve desde la plaza con facilidad”.
¿Qué pasó con los asentamientos durante los gobiernos de Lula y Dilma? Giacomelli indica que las relaciones son buenas, pero que bajó la cantidad de asentamientos. Lo atribuye a problemas de localización, a falta de infraestructura y a la demora en otorgar créditos. También a que a veces más que las tasas eventualmente altas lo que ahuyenta a los campesinos tomadores de crédito es la cantidad de condiciones formales para acceder a un préstamo. La infraestructura dificulta los asentamientos si, por ejemplo, la ciudad más cercana que será el destino de comercialización queda a 70 u 80 kilómetros.
Allí, a metros de la yerba matecológica Ecobio y de la quinoa roja, se concentraron miles de los participantes del Forum Social Temático.
Estaban los de “Dios recicla y el Diablo incinera”. Los que tocaban batucada en plena calle Borges de Medeiros, un señor que para quien hizo la placa fue “un gran político riograndense y propagandista de la república”.
Una bandera amarilla decía: “Basta de guerra a los pobres”.
La gente se abanicaba ante la sensación térmica de 40 grados y la humedad intolerable. Se abanicaba alguna vieja de las pocas que integraban la marcha, mayoritariamente joven, y se abanicaban los lustrabotas, bajo el bochorno a pesar las sombrillas sponsoreadas.
Pasó la columna de “Pelota en la red y buenos tratos”, con su bandera levantada por chicos.
Al lado del vendedor de agua a dos reales, bien heladita, desfilaron las camisas naranjas de la accesibilidad.
Un grupo proponía, directamente, “salvar al planeta, no al capitalismo”. Una chica distribuía un volante de Crítica radical, que proponía la emancipación humana.
Caminaron los que hacen la campaña para que se aprueba la ley de economía solidaria. Los de Greenpeace al lado de los socialistas. Y un poco después quienes andaban detrás de unos carteles que decían “Nuances” (matices) y propugnaban la “libre expresión sexual”.
También libertad, pero relacionada con la despenalización del consumo, pedía el cartel con el lema: “Legalize marijuana”. Y otro, que con un dibujo decía, con olor a Manu Chao: “Liberdade de expressao, bixo verde”.
Pocos negros y mulatos en general. Tal vez por eso un negro viejo y canoso sostenía la punta de una bandera amarilla: “Movimiento de lucha por la reparación para el pueblo negro e indígena por la esclavitud genocida”.
A las seis de la tarde tronó Porto Alegre. La marcha ya se había desplegado antes de la lluvia y la cola quedaba justo en la esquina de la Rua Riachuelo.
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