ECONOMíA › LAS MULTINACIONALES IBéRICAS INVIRTIERON MUCHO MENOS QUE EL RESTO
La reinversión de utilidades de las empresas españolas radicadas en Argentina es la menor de todas las compañías extranjeras. En el caso de Repsol, entre 1999 y 2011 ganó 16.450 millones y giró dividendos por 13.246 millones.
› Por Javier Lewkowicz
La crisis internacional provocó que las empresas de capital español en Argentina registren un grado de reinversión de utilidades mucho menor que el promedio de las firmas europeas y estadounidenses. Según últimos datos del Banco Central, en 2009 las compañías ibéricas invirtieron algo menos de un tercio de lo que ganaron, mientras que en 2010 esa proporción bajó hasta sólo una cuarta parte. A la cabeza de ese proceso estuvo Repsol, en el sector petrolero, que dejó de invertir en el país para focalizarse en otras áreas de producción más rentable. Por tratarse de un recurso estratégico, no renovable, cuya desatención pone en juego el proceso de crecimiento económico, el Gobierno expropió casi la totalidad del capital de Repsol en YPF. En general, las empresas extranjeras con sede en los países desarrollados utilizan las ganancias generadas en la región para compensar los negocios menos atractivos que llevan a cabo en el Hemisferio Norte.
Las multinacionales de capital español pasaron de tener una participación del 6 por ciento en el stock total de inversión extranjera directa cuando arrancó la década del ’90 a ser las principales inversoras del país, con el 26,3 por ciento en 2010. Debajo están las firmas de capitales de Estados Unidos (16,8 por ciento), Holanda (8,3), Chile (6,2) y Brasil (6,1 por ciento). El fuerte incremento de los flujos de capital de origen español se verificó en forma extendida hacia toda la región, aunque Argentina fue el destino predilecto. No fue precisamente el lazo cultural que une a ambas naciones lo que explica ese fenómeno.
Las privatizaciones a principios de los ’90 impulsaron el boom de las inversiones españolas. Ejemplo de ello fue la venta de Aerolíneas Argentinas a Iberia, en 1990, después transferida al Grupo Marsans. En 1990 también Telefónica de España adquirió la estatal Entel por 114 millones de dólares al contado, 2720 millones de dólares en títulos de deuda cuyo precio de mercado era 20 por ciento inferior al valor nominal y documentos a favor de Entel por 202 millones de dólares a pagar de manera semestral y con tres años de gracia. Automáticamente, las tarifas se elevaron más de un 700 por ciento, y luego un 124,4 por ciento hasta 2001. En 1992, se privatizó Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba) y la mitad del área de distribución quedó a cargo de Edenor, donde ingresó la española Endesa, que también adquirió participación en otras firmas del sector. También ese año la compañía Iberdola compró la central Térmica Güemes y Gas del Litoral. Además, Aguas de Barcelona ingresó en la ex estatal Obras Sanitarias, y el grupo Gas Natural en la distribución de gas en la zona norte de Buenos Aires.
En el sector financiero, la expansión española también ha sido intensa. El Banco Bilbao Vizcaya adquirió en 1996 al Francés y en 1997 al Banco de Crédito Argentino, cuya fusión denominó BBVA Banco Francés. Por su parte, el Banco Santander compró al Río. Sin embargo, el caso más resonante de extranjerización en favor de España es la compra de YPF por Repsol, en 1999, concretándose la inédita privatización del petróleo.
Las multinacionales cuyos principales accionistas pertenecen a los países centrales, en particular en el caso español, utilizan a las filiales en la región para proveerse de ganancias que los deprimidos mercados del norte no aseguran. Las empresas de origen estadounidense, según datos oficiales, obtuvieron ganancias por 1756 millones en 2009 e invirtieron 905 millones, mientras que en 2010 ganaron 1717 millones y dejaron en el país 1179 millones. En el caso europeo, la situación es más clara, ya que las ganancias en 2009 fueron de 4172, pero sólo invirtieron 1722 millones, y en 2010 los valores fueron 6405 y 4103 millones respectivamente.
Las utilidades sobre valor agregado de las compañías extranjeras que forman parte de la cúpula de las quinientas firmas más grandes del país fue de 34 por ciento en 2003-2009, aunque la tasa de inversión bruta sobre valor agregado fue de 17,5 por ciento, “lo que manifiesta una baja reinversión de utilidades”, destacan Daniel Azpiazu, Pablo Manzanelli y Martín Schorr en “Concentración y extranjerización”.
En el caso de España, la relación entre ganancias y reinversión es especialmente negativa. En 2009 las utilidades fueron de 2957 millones, pero la inversión, 1206, el 40 por ciento. En 2010, la inversión fue de 1176 millones, sólo el 27 por ciento de los 4308 millones de ganancias. En el sector petrolero, donde Repsol tenía una posición privilegiada, los datos son peores. En 2009 se registraron utilidades por 1941 millones de dólares, aunque hubo una desinversión de 66 millones. Esto sería producto de una depreciación de activos mayor al monto de la inversión. En 2010, se invirtió una tercera parte de lo ganado.
El año pasado, el Banco Santander tuvo un beneficio global 35 por ciento menor que en 2010, aunque la región generó más de la mitad de sus ganancias totales. Telefónica registró una caída de 69 por ciento en sus utilidades globales, pero aumentó 18 por ciento sus ventas en América latina.
En el caso de Repsol, entre 1999 y 2011 obtuvo una utilidad neta de 16.450 millones y giró dividendos por 13.246 millones. La estrategia fue utilizar las ganancias en el mercado local para explorar en otras latitudes. Según datos de Andrés Asiain y Agustín Crivelli en “La explotación de hidrocarburos en Argentina, el caso de YPF”, la inversión en exploración de Repsol en relación con los ingresos obtenidos fue de 1,95 por ciento en Argentina, mientras que en Europa llegó a 56 por ciento, el resto de Sudamérica el 38 por ciento, Norteamérica un 17 por ciento y Africa, el 8 por ciento. La estrategia de Repsol guarda relación con la situación financiera de sus propietarios. El principal accionista es la financiera Caixabank, con el 12,83 por ciento del capital, y el segundo es Sacyr, con el 10 por ciento, una constructora cuyos pasivos son de 15 veces su valor bursátil, luego del endeudamiento en el que incurrió para adquirir parte de Repsol, por el que todavía debe 2400 millones de euros.
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