ECONOMíA › OPINION
› Por Alfredo Serrano Mancilla *
España sigue entrampada en las redes del neoliberalismo, siendo objeto de más ajuste laboral, más ajuste fiscal y más ajuste financiero. Rescate va y rescate viene para que la gran mayoría de los ciudadanos siga hundida en una tasa elevadísima de desempleo, caída de salarios, recesión económica, vulneración de derechos laborales y retroceso de garantías sociales mediante privatizaciones encubiertas en educación y sanidad. La Unión Europea continúa su sesuda integración a favor de la tasa de ganancia de unas cuantas firmas, y el Estado español es una pieza más en ese engranaje, cumpliendo a rajatabla el rol de periferia para con las transnacionales con sede en los países centrales de Europa.
La amputación de buena parte de la política económica a los países miembros de la UE (tipo de interés, tipo de cambio y la propia moneda) continúa en los últimos años con una armonización diferenciada en ajuste fiscal y financiero. Las políticas fiscales y financieras aplicadas a favor de Alemania y Francia no son ni por asomo las mismas que se aplican a los denominados bajo el acrónimo peyorativo PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España). Las transeuropeas obtuvieron muchos beneficios a costa del ajuste laboral y de ampliar mercados vía periferia.
Durante este periplo, en España, el neoliberalismo del siglo XXI se cristalizó en su boomerang inmobiliario, acompañado de una política económica sin atención a la economía real. El sistema financiero se concentró en obtener ganancias de un casino sin reglas definidas. La política financiera, de hecho, perseguía a ultranza los objetivos de máxima rentabilidad. La política financiera no estaba dirigida al terreno productivo. En medio de esta reorientación neoliberal, se rediseñó el sistema de caja de ahorros en España que ayudó a disponer de un sistema financiero más privatizado, menos social y económico, y mucho más oligopólico.
Bankia fue fruto y resultado de todo este proceso. De la fusión de siete cajas de ahorro nació el Banco Financiero y de Ahorros (BFA), que asumió todos los activos, tanto los buenos como aquellos malos o tóxicos derivados del boomerang inmobiliario. Más tarde, BFA conformó Bankia sólo con lo mejor de sus activos y pasivos. Lo bueno se quedaba en las manos de Bankia, y BFA se apropiaba de buena parte de los activos tóxicos sobrevalorados a precios del boom, y que ahora, en momento de boomerang, no tenían ese valor (irreal). Precisamente fue BFA el que recibió los fondos del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en el anterior salvataje bancario, a un tipo de interés muy bajo que era usado para seguir prestando a interés alto, y así, seguir incrementado dividendos y permitiendo remuneraciones millonarias a ejecutivos del banco, como el vicepresidente del gobierno en la era Aznar y ex director gerente FMI, Rodrigo Rato. De esta manera, FBA dispone de un balance desequilibrado, con importantes activos tóxicos sobrevalorados y con pasivos a pagar. Dicho en palabras sencillas, quiebra técnica.
Ha transcurrido poco tiempo desde que Bankia hubiese superado exitosamente las pruebas de evaluación (test de estrés) del Banco Central Europeo, y ahora, el presidente español Rajoy salió a rescatarla. Esta seudonacionalización de Bankia requiere ser examinada en detalle para identificar qué compra, qué asume, quién se beneficia de desintoxicar los activos y quién seguirá lucrándose de los otros buenos activos. No se trata de expropiar nada ni de una nacionalización absoluta. Puede que el gobierno actúe como tantas otras veces hemos visto en una suerte de neointervencionismo regresivo (a favor de pocos) como la otra cara del neoliberalismo de siglo XXI.
El costo de afrontar esta medida será significativo. Puede que sea financiado con política tributaria más regresiva (más IVA), quizá con más emisión de deuda pagada con alta tasa de la prima de riesgo, y todo en detrimento de la política social y productiva.
Parece probable que el préstamo del FROB se traduzca en una peculiar manera de desintoxicar los activos tóxicos, esto es, aquellos que no valían nada estarán ahora asegurados con capital público para que los inversores privados sigan teniendo garantizados sus beneficios. Parece que esta nacionalización de Bankia es una socialización de pérdidas, pagadas por todos, y un reparto de beneficios para unos pocos. Parece incluso que esta propuesta de falsa nacionalización será revertida en tres años. Esto es, se limpia la casa, se asume todo el costo, y cuanto está saneada, se devuelve a manos privadas para que sigan rentabilizándola.
* Doctor en Economía. Coordinador América Latina Fundación CEPS (España).
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