Mar 29.05.2012

ECONOMíA  › OPINIóN

El karma del despegue

› Por José Ignacio de Mendiguren *

“Es así que, como se dijo al comienzo, sectores muy importantes del país –fundamentalmente el sector empresario industrial– se oponen y bloquean medidas conducentes al crecimiento únicamente a causa del sometimiento cultural a ideas tradicionales, que los lleva a ejercer una presión política en contra de sus intereses.”

La cita pertenece a uno de los hombres que mejor comprendió luces y sombras del empresariado industrial argentino. Su nombre, Marcelo Diamand. Muchos industriales argentinos hemos peleado durante años por romper esa lógica que Diamand describe, intentando dar el paso crucial que dejara atrás años de autodestrucción. Esa lucha extendida en el tiempo, con batallas perdidas y ganadas, nos ha situado muchas veces frente a la sociedad como un conjunto ausente de consensos y falto de proyecto a largo plazo. Hoy, el país nos devuelve la oportunidad de generar las condiciones por las que personas como Diamand bregaron toda su vida. De nosotros depende.

Si la Argentina busca un futuro de desarrollo sustentable e inclusivo en los próximos veinte años, los hombres del sector industrial tenemos la obligación, el deber y la convicción de colaborar en la construcción de ese futuro actuando en este presente. Para ello deberemos alejarnos de las antiguas cuitas que destruyeron nuestra base de sustentación en el pasado, y deben servirnos como aprendizaje kármico: ver la vaca y llorar por la leche hirviente que durante décadas nos quemó sin el derrame prometido. Durante años lidiamos en desventaja cuantitativa, empezábamos a ser rara avis allí donde habíamos sido miles. La lógica financiera sin estribos le ganó el pulso a la economía productiva, y en ese pulso perdido la debacle se enseñoreó inevitable.

Situados en el nuevo siglo, somos partícipes de un nuevo tiempo que permite repensarnos desde otra perspectiva, rediseñarnos a partir de los anhelos que nunca pudimos concretar; ya sea por internas sectoriales, por imposiciones externas, por vaivenes político-partidarios o por no sentarnos a la mesa de los consensos para generar el trazo grueso que dibuja los contornos de cualquier país con ansias inclusivas. El compromiso de repensarnos aquí y ahora implica desandar viejas relaciones para reinventarlas, hacerlas vivir una nueva reencarnación con el karma ya pagado.

Es, en ese sentido que, por ejemplo, la UIA y la Universidad de Buenos Aires encaramos conjuntamente un nuevo proyecto que nos conduce en esa dirección: lanzamos el primer premio anual a la investigación económica “Marcelo Diamand”. Iniciativas como ésta son parte del plafón para que estudiantes y jóvenes profesionales aporten a la construcción de un conocimiento constitutivamente integral, apoyado sobre la experiencia y el potencial de la industria argentina. Establecer marcos de cooperación entre el mundo de la producción y los claustros universitarios nos permitirá enriquecer el modelo de desarrollo para los próximos cincuenta años. Propiciar ámbitos que generen nuevas relaciones es una de las tantas iniciativas que como empresarios comprometidos con la creación de una densidad nacional necesitamos apuntalar.

Si somos exitosos en esta nueva forma de encarar nuestras relaciones, podremos continuar replicando este tipo de iniciativas con otras esferas de la sociedad civil y así conseguir de manera efectiva erradicar “la crónica incapacidad de despegar” a la que hacía referencia Diamand. Esa incapacidad no era nada más y nada menos que la resultante de una desorientación conceptual producto de la falta de diálogo e intercambio entre los distintos mundos que construyen el día a día de nuestro país.

Las oportunidades y desafíos del siglo XXI están enmarcados por el hacer que nos propongamos en todos los ámbitos de la realidad nacional. Desde el sector industrial, nos abrimos a un debate que mixture autocríticas y propuestas en función de modificar lo que el pasado nos legó. Como empresarios podemos y queremos convertirnos en sujetos sociales de y para la transformación. Para recoger las herramientas que años nos otorgó el querido Marcelo; ideas vinculadas a la creación de valor, empleo y la construcción de tejidos sociales en torno del trabajo y la producción. Herramientas para transformar el karma individual o colectivo en virtud de todos.

* Empresario. Presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA).
@dmvasco en Twitter

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