ECONOMíA
› SI EL CENTRAL NO COMPRARA, LA COTIZACION CAERIA A 2,50, O MENOS
Todos unidos para sostener al dólar
El Gobierno blanqueará oficialmente ante el FMI que en el último mes el Central emitió $ 1500 millones extra para evitar que el dólar se derrumbe. Pedirá autorización para emitir otro tanto hasta julio.
Roberto Lavagna y el titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay, encaran por estos días la última negociación de la gestión Duhalde con el Fondo Monetario. A diferencia de lo que sucedía un año atrás, cuando todo el Gobierno temblaba al ritmo de la suba del dólar, hoy la preocupación es justo lo contrario: cómo evitar que el tipo de cambio siga cayendo. Ayer cerró a 2,82 centavos para la venta, la misma cotización que el viernes. Pero el Banco Central debió comprar 76 millones de dólares para sostener la paridad. Desde enero, el dólar se derrumbó un 18 por ciento y la única manera de apuntalarlo sería que el Central emitiera los pesos suficientes para comprar dólares en el mercado y compensar así la falta de demanda de bancos, empresas importadores y particulares. Sin embargo, esa política choca contra las estrictas metas de emisión monetarias fijadas en enero por los técnicos del FMI, quienes temían que cualquier desborde en la circulación de pesos en la economía se tradujera en una nueva espiral inflacionaria.
Como nada de eso sucedió, la dupla que maneja la política económica blanqueará oficialmente ante los burócratas de Washington que el Central ya excedió las metas de emisión, entre mediados de marzo y abril, en unos 1400 millones de pesos. Y solicitará la autorización para emitir otros 1500 millones extra hasta julio inclusive, para evitar que la fuerte oferta de divisas por parte de los exportadores profundice la baja del dólar en los próximos meses. Así, durante la primera mitad del año el Central emitiría unos 3 mil millones de pesos más que lo pautado en el acuerdo con el Fondo Monetario.
La revisión, dicen en Economía, no es nada más que una adecuación de la carta de intención firmada con el Fondo a la realidad. Después de todo, recuerdan, el documento que selló el miniacuerdo hasta agosto preveía para fin de año un dólar de 3,85. Para tener una idea de lo descolocada que quedó esa estimación, si ayer el Central no hubiera salido, como toda la semana pasada, a comprar fuertemente divisas, la cotización se habría desplomado, tal vez, hasta 2,50. Además, mientras en la carta figuraba un pronóstico de inflación anual del 22 por ciento, actualmente la mayoría de los analistas apuesta a que la suba de precios minoristas podría ser de un dígito.
Sea como fuera, lo cierto es que tanto en el equipo económico como en el FMI coinciden en que un dólar muy por debajo de los 3 pesos es un problema antes que una positiva señal de confianza en la política económica. No sólo porque atenta contra la competitividad de la economía sino porque, además, socava los ingresos fiscales vía retenciones a las exportaciones. En cambio, no redundaría en ninguna mejora del poder adquisitivo de los salarios porque –ya quedó demostrado– cuando el dólar cae, los empresarios se hacen los distraídos con los precios internos.
En los últimos días, Prat Gay vino reuniéndose cotidianamente con la misión del FMI, que encabeza John Dodsworth, segundo de Anoop Singh en el Departamento del Hemisferio Occidental y nuevo residente permanente del organismo en la Argentina. En todos los encuentros, los hombres del Fondo se mostraron proclives a flexibilizar las metas monetarias para el segundo trimestre del año.
Pero establecieron una condición, que hoy Dodsworth conversará personalmente con Lavagna. Los técnicos del FMI quieren que todos los dólares extra que el Banco Central acumule en sus reservas se destinen a realizar un primer pago a los acreedores extranjeros, como una muestra de buena voluntad del Gobierno argentino con miras a la renegociación de la deuda privada, actualmente en default. El tema es complicado, porque Lavagna ya planteó una agresiva estrategia de renegociación de la deuda, que incluiría una quita de capital de entre el 60 y el 70 por ciento. En cambio, la propuesta del Fondo condicionaría una renegociación mucho más “amistosa” y favorable a los inversores privados.
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