Mar 06.05.2003

ECONOMíA

La integración monetaria con Brasil es un camino largo aún en estudio

La moneda única del Mercosur o, al menos, de sus dos socios principales, es un tema en estudio y que da para largo, pese a las manifestaciones optimistas del vicecanciller argentino.

La posibilidad de una moneda única del Mercosur y la liberación de las restricciones al comercio de productos transgénicos fueron los dos temas principales tratados en Brasilia por los representantes de los gobiernos de la Argentina y Brasil. Sin embargo, el pronto establecimiento de bandas de flotación cambiaria comunes para el real y el peso, que había sido anunciado por el vicecanciller, Martín Redrado, quedó reducido a tema de estudio para la futura integración.
Redrado fue recibido ayer por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva; el ministro de Hacienda, Antonio Palocci; y el secretario general de Relaciones Exteriores, Samuel Pinheiro Guimaraes Neto. La reunión fue calificada por el funcionario argentino como “excelente y muy constructiva”.
Con respecto a la moneda común, el vicecanciller explicó que su instrumentación dependerá de la creación del Instituto Monetario del Mercosur, el que ya había sido anunciado oficialmente en la cumbre presidencial del bloque, celebrada también en Brasilia en diciembre pasado. “En ese Instituto, Brasil y la Argentina verían cómo avanzar hacia una moneda única”, comentó. Fuentes diplomáticas brasileñas explicaron que la circulación de la moneda única pasaría después de un tiempo a los restantes miembros del bloque, Paraguay y Uruguay.
Pero “la moneda está al final del camino. Primero hay que coordinar la convergencia de políticas monetarias, cambiarias y fiscales”, indicó el vicecanciller, quien reconoció que no se establecieron todavía plazos para ponerla en circulación.
Ayer mismo, Brasil le había puesto paños fríos a la propuesta monetaria. “Sólo tenemos metas de inflación, no tenemos metas cambiarias”, afirmó el titular del Banco Central, Henrique Meirelles. Redrado había considerado que ambos países atravesaban un momento particularmente propicio para el establecimiento de bandas de flotación para sus monedas. La buena oportunidad estaría dada por la similitud en los valores de cotización nominal del real y del peso con relación al dólar, lo que permitiría establecer la relación 3 a 1 como valor de referencia. La medida cumpliría el doble objetivo de un compromiso de tipo de cambio alto para garantizar la competitividad de ambas economías, así como dar un marco de previsibilidad a los potenciales inversores internacionales. Adicionalmente constituiría un freno para que ninguno de los dos socios especule con la posibilidad de obtener ventajas comerciales a costa de la devaluación unilateral de las monedas locales, situación que reviviría los pasados desencuentros al interior del bloque regional.
En última instancia, el establecimiento de las bandas de flotación comunes resulta una reedición de un mecanismo de integración utilizado en la unificación europea. Se trata de la recordada “serpiente monetaria” que en 1972 se propuso establecer un tope de +/- 2,25 por ciento a las variaciones cambiarias de los países que aspiraban a integrar la por entonces Comunidad Económica Europea. La recomendación era posterior al establecimiento de los primeros mecanismos de convergencia macroeconómica, iniciados dos años antes, y una precondición para llegar a la moneda común. Sin embargo, el arribo a la meta de la unificación monetaria demoraría más de un cuarto de siglo.
Con respecto a la comercialización de productos transgénicos argentinos en Brasil, Redrado fue escueto. Dijo que se reiteró el compromiso de que “se tomarán en cuenta los intereses del Mercosur” y reconoció que para Brasil se trata de un “asunto delicado”.

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux