ECONOMíA › HUGO BIOLCATI SE DESPIDIO DE LA PRESIDENCIA DE LA SOCIEDAD RURAL Y SE LANZO A LA ARENA POLITICA
El discurso de inauguración de la Exposición se convirtió en el acto de lanzamiento de Biolcati a la política, con un discurso plagado de tics y argumentos que rememoran la justificación de los golpes militares y la defensa de los genocidas.
› Por Raúl Dellatorre
Hugo Biolcati convirtió ayer su discurso de inauguración de la Exposición Rural de este año en un mensaje de despedida de la dirigencia rural empresaria y en el anuncio de su salto a la arena política. “Llegó la hora de despertar a la vida pública, es el momento de descubrirse como protagonista de esta imprescindible renovación moral que exige nuestra patria”, proclamó. Como un elegido para asumir esa misión, como un exégeta del pensamiento liberal de Alberdi y Sarmiento, como un profeta que puede ver el destino y decir el camino por el cual transitar, Biolcati se cambió el ropaje de presidente de la Sociedad Rural por el de salvador de la Patria. Lo hizo con un lenguaje poco novedoso, dado que eligió fórmulas ya utilizadas por las dictaduras militares (hoy estamos “ante el resultado de los egoísmos que nos dividieron y exacerbaron nuestras diferencias, enfrentándonos en luchas fratricidas”), reclamando un cambio en las conducciones políticas (“dirigentes con nuevos valores, que protagonicen una revolución moral”) y condenando el actual modelo de intervención del Estado en busca de una mejor distribución del ingreso y las riquezas (“superar ese perverso rol del Estado transformado en el patrón de los bienes públicos, que sostiene con subsidios su poder electoral, que da de comer un cotidiano mendrugo a sus vasallos, y somete a gobernadores e intendentes genuflexos a mendigar las dádivas”).
Biolcati no pudo disimular su postura de condena por los juicios a los militares, al utilizar una frase usual en los defensores de los genocidas, que adjudican al Gobierno y a la Justicia “mirar la historia con un solo ojo”, versión actualizada de la Teoría de los Dos Demonios (supuesta culpa compartida entre el terrorismo de Estado y las guerrillas). Y al mismo tiempo arrojar un dardo sobre las Madres de Plaza de Mayo, aludiendo al caso Schoklender al señalar que “la corrupción le arrebata a la gente los techos que con los dineros públicos debían construirse, y no hay nadie entre las rejas”.
Sin más compañía de dirigentes de primera línea que la de Mauricio Macri, Biolcati planteó a la concurrencia que gozaba del sol y sus palabras en el predio de Palermo: “La sociedad sabe que es indispensable encontrar esos nuevos líderes y establecer una nueva y transparente relación entre la gente y sus mandatarios. ¿Dónde están esos hombres y mujeres? La respuesta es simple. Miren a su alrededor. Están al lado suyo. Tal vez es quien está a su lado. Tal vez es usted mismo”, mientras la pantalla gigante mostraba la imagen del orador, desde ayer postulado como el hombre promisorio que sacará a la Nación del Infierno.
“Veo a un país que se abre paso entre las trincheras de la intolerancia.” “Veo a nuestro extenso territorio como una gran fábrica que se pone en marcha.” “No tengo dudas de que el futuro se abrirá paso en esta tierra. Lo deseo, lo imagino, lo creo... y me comprometo a continuar trabajando para ello”, anunció el titular saliente mientras los toros y vacas premiados se removían inquietos en el picadero. “Lo que no ve ni puede ver Biolcati es todo lo que pasó en este país en estos años, los cambios del que su propio sector económico fue beneficiario”, le respondió el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, ante la consulta que le hizo Página/12. “Y no lo puede ver por el lugar que representa, porque ese mismo lugar desde el que hizo este discurso reclamando la vigencia de la Constitución, fue el altar donde se sacrificó la misma Constitución, el Estado de Derecho y la voluntad popular. Biolcati representa ese mismo pensamiento de los militares golpistas, usa el mismo lenguaje de salvador de la Patria que nos redime de la decadencia moral. Su proyecto político no es nuevo, nos lleva a la Argentina de cien años atrás.”
Domínguez recordó la frase del Evangelio según la cual “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el Paraíso”. Recordó que la solía utilizar el padre Carlos Mugica, “cura villero” de destacado actuación social en los ’70. “Hoy diríamos que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que Biolcati pueda ver algo positivo en el proceso de estos diez años, porque él habla como estanciero rico, con una postura reaccionaria y repugnante. Su elección por la política es porque ya no tiene relato para el tema agropecuario. Su discurso es la expresión de su fracaso como dirigente.”
Biolcati eligió una fórmula sorprendente para iniciar su discurso, una suerte de repaso de su trayectoria de cuatro años como presidente de la Sociedad Rural. “Dice un refrán que alguna vez escuché: ... con los ojos de la despedida, la vida parece una causa perdida...” Y recordó cómo, año tras año, desde 2009 a la fecha, en sus discursos reclamó al Gobierno que “no insista en políticas equivocadas”, que de-sista de “cultivar el maltrato hacia el campo y los productores”, que confiara en que la libertad de acción a la producción traería “el fin de la pobreza y la exclusión”. Pero, admitió, “no fuimos escuchados”.
Sin embargo, expresó que “esta causa perdida” se convertiría en esperanza. “Sin esperanzas, el futuro conduce a un peligroso abismo, a un desencuentro irreparable. Mientras no existan políticas económicas serias y respetuosas para con los ciudadanos y, en su lugar, sólo se escuchen demagógicas declamaciones, mientras busquemos adaptar la Constitución al poder, en vez de dar poder a la Constitución –dijo–, no hay futuro.” Insistió, como en varios pasajes de su discurso, en las carencias en materia de “educación y seguridad”. Volvió sobre la “corrupción” asociada a la acción política y de gobierno. Insistió en su reclamo de “nuevos líderes, nuevos referentes, hombres y mujeres incorruptibles, con el talento para gestionar y el coraje para transformar”. Curiosamente, el primero de los invitados en levantarse y saludarlo cuando terminó su discurso fue Mauricio Macri. La derecha vernácula más rancia ganó un nuevo referente. En la arena, comenzaba en ese mismo momento el desfile de los toros campeones.
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