La Argentina intentará hoy acordar nuevos mecanismos de integración de políticas y estrategias con Brasil para prevenirse de los probables impactos de la crisis internacional. En el encuentro que mantendrán esta tarde en Brasilia la ministra de Industria, Débora Giorgi, con su par brasileño, Fernando Pimentel –tras la cumbre de presidentes del Mercosur con motivo del ingreso de Venezuela al bloque–, la Argentina pondrá en consideración del gobierno de Dilma Rousseff una serie de propuestas para fortalecer la producción de ambos países y buscar que las políticas de intervención estatal de los gobiernos actúen en un mismo sentido. Parte de esta agenda ya fue conversada en oportunidad del encuentro anterior en Mendoza entre ambos funcionarios, a fines de junio, pero en el encuentro de hoy se definirían algunas líneas de acción concretas para su implementación inmediata.

Ya en el encuentro de un mes atrás, en Mendoza, Giorgi y Pimentel analizaron que uno de los principales ejes de transmisión de la crisis a las economías locales serían las multinacionales. “Si no ejecutamos políticas que preserven el interés nacional, y si a su vez no lo hacemos en forma coordinada, vamos a estar sometidos a las decisiones que se adopten en las casas matrices con respecto a la distribución de los costos de la crisis”, quedó como conclusión de aquella reunión en Mendoza. Hoy se retomará el tema, buscando posibles respuestas.

El comercio extrazona será parte de la agenda. El trabajo realizado por los equipos técnicos de ambas gestiones da cuenta del peso que tienen las firmas multinacionales en la importación de bienes de origen extrazona (más del 80 por ciento en el caso argentino). En la mayoría de los casos, son productos que se fabrican en el país socio. Esto es, importaciones de productos a Brasil, de origen europeo o asiático, que se fabrican y están disponibles en la Argentina, y una situación similar con importaciones a la Argentina de bienes que podrían ser abastecidos por Brasil. La intención es promover las producciones nacionales para sustituir esas importaciones extrazona, reduciendo el déficit en el comercio fuera del Mercosur que sufren ambos países.

El intercambio automotor volverá a ser tratado, pero no como conflicto bilateral esta vez. Ambos funcionarios estudian la posibilidad de exigir a las terminales el aumento de la integración local, pero no sólo en función de las piezas utilizadas, sino también de “la calidad” de la integración. Por ejemplo, se alentaría que las unidades fabricadas incorporen sistemas eléctricos o plantas automotrices de producción nacional en conjunto, de modo que la integración local también incluya la tecnología. Para el año entrante deberá renovarse el marco de acuerdo automotor, y este enfoque podría ser un anticipo de nuevos criterios.