ECONOMíA › PRESIóN TRIBUTARIA ARGENTINA, SIMILAR A LA DE LA OCDE
El cobro de impuestos en la Argentina mejoró gracias a las retenciones y a los aportes a la seguridad social. La presión llega a 33,5 puntos del PIB, contra 33,8 de la OCDE.
› Por Tomás Lukin
La presión tributaria en Argentina, la relación entre los ingresos fiscales y el PIB, es la más elevada de América latina y se aproxima a los niveles de algunos países desarrollados. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) evidencia que después de la salida de la crisis de 2001-2002 la recaudación de impuestos aumentó alrededor de 13 puntos porcentuales. En 2010, el nivel de presión tributaria local, 33,5 por ciento, superó ampliamente el promedio de la región, situado en 19,4 por ciento. Las claves fueron la reincorporación de los derechos de exportación y el impacto positivo del aumento de la ocupación en los ingresos de la seguridad social. A pesar de alcanzar niveles de presión tributaria similares a los países de la OCDE, como resultado de algunas modificaciones y un mayor esfuerzo en la administración tributaria, la estructura de la recaudación de impuestos mantiene características regresivas.
Durante la última década la estructura de los ingresos fiscales mostró mejoras relativas en relación con los retrocesos observados durante los años ochenta y noventa. Como advierten los investigadores de la SID, Mariana Benigni y Gustavo Ludmer, “si bien es cierto que no ha habido una modificación radical en el financiamiento del Estado nacional durante los últimos diez años, en la práctica sí se han verificado importantes cambios”. Los economistas explican que se redujo el peso de los impuestos regresivos, como el IVA, sobre la recaudación total, al tiempo que creció el peso de las retenciones a las exportaciones producto del fuerte incremento de las alícuotas, de las mayores cantidades exportadas y del aumento de los precios internacionales de los últimos años. También contribuyó al crecimiento de la recaudación el llamado impuesto al cheque.
En sintonía, la creación de puestos de trabajo registrados y la mejora de los salarios reales implicaron un incremento en la recaudación del sistema de seguridad social. “La recaudación ha permitido el incremento sostenido de la intervención estatal en materia social y previsional, generando una mejora en la distribución del ingreso. Una matriz de recaudación menos regresiva junto con las transformaciones en el gasto público tornaron más progresiva la distribución del ingreso”, explican los jóvenes investigadores. Esto también tuvo impacto sobre el crecimiento de la clase media en la última década que registró el Banco Mundial (ver aparte).
Sin embargo, Benigni y Ludmer advierten que el peso del impuesto a las Ganancias sobre el total de la recaudación se mantuvo prácticamente sin modificaciones. El informe de la OCDE advierte que los impuestos sobre la renta y las ganancias alcanzaron un nivel de 16,2 por ciento en 2010, muy por debajo del promedio de la región y la OCDE. Esa situación sirve para explicar por qué los impuestos y el gasto público mejoran muy poco el nivel de inequidad en el país.
El especialista del Cefidar Jorge Gaggero explica que el aporte fiscal a la corrección de la desigualdad es limitado “porque nuestra estructura tributaria es muy regresiva y los niveles de evasión/elusión son muy altos. El sistema tributario privilegia los impuestos a los consumos y muestra un nivel de carga muy débil sobre los ingresos y los patrimonios de los más ricos”. A pesar de la presencia de continuidades, la situación muestra una mejora sustantiva frente al escenario de los años noventa y un mejor escenario que el resto de los países de la región donde los niveles de recaudación tributaria son muy bajos como consecuencia de los mayores niveles de evasión fiscal y la debilidad de sus administraciones fiscales.
Según sostiene el informe elaborado por la OCDE, la Cepal y CIAT, en la región la situación es muy heterogénea. El peso de la recaudación de impuestos sobre el PIB subió 5,8 puntos porcentuales entre 1990 y 2008 frente al crecimiento de 1,5 punto porcentuales experimentado por los miembros de la OCDE. Sin embargo, el promedio de presión tributaria alcanzado por la región (19,4 por ciento) es significativamente menor al de los países de la OCDE (33,8 por ciento). Mientras que en Argentina la presión tributaria llega al 33,5 por ciento, en Brasil es del 32,4, en Venezuela del 11,4 y en Dinamarca asciende al 47,6.
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