ECONOMíA › OPINIóN
› Por Héctor Timerman *
“Nuestro principal objetivo es encontrar casos de quiebra donde nuestra capacidad para controlar o influir en el proceso es lo que determina el valor.” Paul Singer
La semana pasada estuve en Pretoria para una reunión sobre temas políticos y financieros. Pasé horas hablando con mi colega Maite Nkoana–Mashabane acerca de la increíble transformación que su país está experimentando. Ella me contaba que en su adolescencia tenía que caminar 15 kilómetros diarios para conseguir un balde de agua potable. Esos eran tiempos en los que para la gran mayoría de los sudafricanos, beber agua potable en la casa era un lujo.
Nkoana-Mashabane fue un activista por los derechos humanos durante el apartheid y está familiarizada con el significado de la lucha política. Durante nuestra conversación compartimos puntos de vista sobre los fondos buitre, cuestión que afecta tanto a Africa como a América latina. Estas iniciativas de inversores, conocidos como “fondos de deuda en problemas”, compran deuda de países al borde del default por una fracción de su valor, con la esperanza de recuperar el valor total de los bonos a través de acciones legales en tribunales extranjeros. Estas estrategias son frecuentemente recompensadas por los rescates financieros dirigidos a aliviar la pobreza y la inestabilidad –como las reestructuraciones de deuda en los países africanos– o la reestructuración de deuda en la que la mayoría de los tenedores de bonos, entre ellos jubilados y pequeños inversores, reciben importantes “recortes”, como ocurrió en Grecia a principios de este año.
Si bien las prácticas de los fondos buitre se originaron en Sudamérica, el método ha sido cada vez más utilizado en los países del Africa subsahariana. En los ’90, los fondos buitre tomaron impulso y desde entonces posaron sus garras en la República Democrática del Congo, Brazzaville Congo, Liberia, Zambia, Camerún y Etiopía, adquiriendo secretamente deuda a precios de ganga. Luego esperan las políticas de ayuda financiera y condonación de deuda del Banco Mundial, el FMI y los países desarrollados para lanzar su ataque, presentar sus títulos ante tribunales estadounidenses y europeos y demandar por el valor total de la deuda.
Cuando quedó claro que gran parte de la ayuda a Africa estaba cayendo en las garras de los fondos buitre, algunas organizaciones lograron cuestionar el sistema financiero internacional, mostrando la corrupción, las incoherencias y la injusticia que conlleva. La Jubilee Debt Campaing del Reino Unido y la Jubilee USA Network de EE.UU. (organizaciones que luchan por una reducción de la deuda africana) coordinaron esfuerzos para presionar a sus respectivos gobiernos y a las instituciones financieras internacionales para que tomen medidas al respecto.
Conociendo las audaces maniobras que los fondos buitre usan para sacar dinero de Africa, mi colega estaba ansiosa por conocer más detalles acerca de este nuevo capítulo de la saga, que está teniendo lugar en Ghana, donde un juez ha incautado la Fragata Libertad en el puerto de Tema a raíz de una petición del fondo buitre NML Capital. Una pieza del patrimonio nacional argentino ha sido retenida, en clara violación del derecho internacional, en un intento de cobrar una deuda especulativa, comprada por centavos a raíz de los incumplimientos de una década atrás.
La economía global permite que las deudas se comercialicen como commodities. Los fondos buitre abusan del sistema, adquieren deuda de países al borde del default en los mercados secundarios para multiplicar sus ganancias, a expensas de los pobres y débiles. Como estas actividades son éticamente repugnantes, tienen bien preparada una maquinaria propagandística que mantiene su lucrativo negocio con vida. Por razones obvias, los fondos buitre tratan de evitar el debate político acerca de sus prácticas.
Hasta ahora han prevalecido los tecnicismos legales y la aplicación de los principios del crédito público, por sobre el alivio de la desigualdad global y el sufrimiento humano, pero desde que estalló la burbuja financiera hay una opinión creciente de que la especulación no regulada no sólo es injusta, sino que también es mala para los negocios en general. Las tácticas de los fondos buitre son claramente perjudiciales para los procesos de canje de deuda y evitan que los países logren la recuperación económica.
Los fondos buitre, que se benefician de las lagunas en el sistema impositivo y de la determinación de las jurisdicciones legales, crean sociedades oscuras o grupos de trabajo para presionar por sus intereses en los tribunales, los órganos legislativos y los periódicos. Es necesario exponer a los millonarios detrás de los fondos buitre y hacerlos responsables por cada acción del mismo. La Fragata Libertad fue incautada en Ghana por el NML, una filial de Elliott Associates, que pertenece a Paul Singer.
Paul Singer podría ser catalogado como el inventor de los fondos buitre. En 1996 ganó una demanda contra el gobierno peruano, obteniendo un beneficio del 400 por ciento. Después de este éxito, Singer demandó a la República del Congo por 400 millones de dólares por una deuda que adquirió por 10 millones y terminó cobrando unos 127 millones de dólares. Este dinero, indudablemente, debería haberse destinado a la construcción de rutas, escuelas y otros programas de reducción de la pobreza. Lo peor es que estos países están en el extremo receptor de los programas de alivio de deuda y de la financiación internacional, y ese dinero va finalmente a llenar los bolsillos de los fondos buitre.
En este juego, las conexiones políticas juegan un papel importante. Aunque Paul Singer haya sido por muchos años el mayor donante a las campañas del Partido Republicano, no deja nada al azar: cuando las encuestas reflejaron un cambio político durante la presidencia de George W. Bush, designó a demócratas para dirigir el grupo de trabajo creado para hacer lobby en contra de Argentina.
La American Task Force Argentina (ATFA) tiene la misión de descalificar, intimidar y desacreditar al gobierno argentino, que ha declarado que no va a ceder frente a los fondos buitre. Para transmitir su mensaje se olvidan, convenientemente, de informar que el lobby es financiado por un fondo buitre. En el pasado, los lobbistas de ATFA recorrieron los pasillos del Congreso pretendiendo representar a docentes norteamericanos que habían invertido en bonos argentinos. Cuando la mentira se hizo insostenible, cambiaron de argumento: ahora pretenden ejercer presión en nombre de los contribuyentes estadounidenses. La cruda verdad es que NML tiene su sede en las Islas Caimán para evitar el pago de impuestos en los EE.UU.
Después del default de 2001, en medio de una crisis que amenazaba la continuidad misma de la Nación Argentina, en 2005 y 2010 Argentina diseñó y llevó a cabo una reestructuración completa de su deuda, que fue aceptada por más del 92 por ciento de los acreedores.
Nuestro mensaje es claro: vamos a pagar a la inmensa mayoría de los tenedores de bonos, que han acordado un canje de deuda que ha contribuido a la recuperación de Argentina, y quienes también han recibido una retribución justa por esas inversiones. Vale la pena subrayar que los intereses de los bonos reestructurados estaban ligados a la evolución del PIB argentino, que después de un crecimiento promedio del 8 por ciento anual desde 2003, se tradujo en una ganancia significativa para los tenedores de bonos que se sumaron al intercambio.
Sin embargo, no vamos a premiar a los usureros que compraron bonos en default por centavos y se han negado a un acuerdo que les habría representado un claro beneficio, pidiendo mucho más, incluso varias veces la cantidad que gastaron.
Si Argentina les gana a Paul Singer y a otros, la consecuencia podría ser un mundo en el que las acciones de los fondos buitre contra los países en desarrollo sean cosa del pasado. Un mundo libre de estos carroñeros beneficiaría no sólo a la Argentina, sino también a otras naciones pobres de Africa y América latina. Alentamos a todas las naciones y organizaciones de buena voluntad a que nos ayuden a deshacernos de ellos.
* Ministro de Relaciones Exteriores. Publicado en The Huffington.
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