La buena noticia es que el crecimiento económico del primer trimestre fue el más alto desde la salida de la convertibilidad. La mala, que en el trimestre en curso el ritmo de recuperación se desaceleró. Pero en el Palacio de Hacienda aclaran que lo sorprendente fue el comportamiento de la economía en la primera parte del año. De haber seguido a ese ritmo, el Producto Interno Bruto hubiera registrado una expansión del 10 por ciento en el año. Más probable, dicen, era que la economía fuera a la velocidad que está mostrando en el segundo trimestre. Claro que cerca de Roberto Lavagna reconocen cierta inquietud por la evolución en los próximos meses. “Lo malo en la Argentina es que podemos crecer 10 por ciento un trimestre y caer en recesión al siguiente”, ejemplifican, admitiendo que falta mucho antes de cantar victoria.
La economía ya abandonó el estado catatónico del período 1998-2002. Ahora el gran desafío para el Gobierno es consolidar una recuperación sostenida, que genere previsibilidad y facilite un aumento del consumo y la inversión. Eso le daría características más permanentes al crecimiento, y a la vez tendría un mayor impacto social. Aún es temprano para saber si ese proceso está en marcha o no.
Lo que ocurrió en lo que va del año fue que en el primer trimestre el PIB creció un 5,3 por ciento frente a igual período de 2002, pero más importante fue que la suba contra el cuarto trimestre del año pasado llegó al 2 por ciento, la más alta contra el trimestre precedente desde la salida de la convertibilidad. La mejora fue posible gracias a que el motor de la economía dejó de ser exclusivamente la sustitución de importaciones, como ocurría en la segunda mitad de 2002, y a ello se agregó un despegue del consumo y la inversión.
“En el segundo y el tercer trimestre de 2002 la mejora de la actividad sólo era explicada por el sector externo con exportaciones creciendo más que las importaciones, mientras que el consumo estaba planchado y la inversión caía”, indicó un funcionario del equipo económico. “Ya en el cuarto trimestre de ese año la composición comenzó a mejorar, con una suba del consumo privado y la inversión. Esa tendencia llegó a la cima en el primer trimestre de este año y lo que estamos viendo en el segundo es que se produjo una desaceleración”, completó.
La explicación oficial para ese parate es el impacto del proceso electoral, que afirman se había previsto cuando se elaboró el Presupuesto. De todos modos, afirman que el crecimiento del segundo trimestre está en línea con una suba del PIB del 4,5 por ciento en el año, tal como calculó Lavagna a principios de 2003. La expectativa es que las señales que está entregando el Gobierno reestablezcan la confianza y se recupere el comportamiento de la primera parte del año. En ese momento, la inversión fue un factor importante para el crecimiento. “La suba se vio claramente en el sector de la construcción, pero también en el aumento de las importaciones de bienes de capital”, puntualizaron en Economía. En rigor, hubo mayores ventas de maquinarias, tanto nacionales como extranjeras.
Los números definitivos del primer trimestre serán informados en diez días, pero la tendencia general es clara. Lo que aún falta ver es cómo terminará el segundo trimestre. Los datos preliminares de lo que viene pasando este mes son mixtos: algunos positivos y otros negativos. “Lo que es seguro es que el ritmo de crecimiento ya no es el del primer trimestre, pero tampoco hay que presentarlo como un drama”, explicaron en el equipo de Lavagna. Igualmente, reconocieron que existe el riesgo de ingresar en una meseta. “Es una posibilidad que no se puede descartar, pero esperamos que se mantenga la tendencia del crecimiento”, concluyeron.